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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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aprendan que <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a los que Dios reconoce. Difícil, si no imposible, es hal<strong>la</strong>r enemigos<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> religión cristiana que no vivan, ni hayan vivido, en abierta o secreta oposición a los principios<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> religión natural. Aquí son comparados con <strong>la</strong>s bestias aunque a menudo se jactan <strong>de</strong> ser los más<br />

sabios <strong>de</strong> <strong>la</strong> humanidad. Ellos se corrompen en <strong>la</strong>s cosas más sencil<strong>la</strong>s y abiertas. La falta resi<strong>de</strong>, no<br />

en sus entendimientos sino en sus volunta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>pravadas y en sus apetitos y afectos <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nados.<br />

—Gran reproche es para <strong>la</strong> religión, aunque injusto, que los que <strong>la</strong> confiesen, se opongan a el<strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

corazón y vida. El Señor remediará esto a su tiempo y a su modo, no a <strong>la</strong> manera ciega <strong>de</strong> los<br />

hombres que arrancan <strong>la</strong>s espigas <strong>de</strong> trigo junto con <strong>la</strong> cizaña. Triste es que los hombres que<br />

empezaron en el Espíritu terminen en <strong>la</strong> carne. Dos veces muertos: ellos estuvieron muertos en su<br />

estado natural caído, pero ahora están muertos <strong>de</strong> nuevo por <strong>la</strong>s pruebas evi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> su hipocresía.<br />

Árboles muertos, ¡por qué cargan al suelo! ¡Fuera con ellos, al fuego! Las o<strong>la</strong>s rugientes son el terror<br />

<strong>de</strong> los pasajeros que navegan, pero cuando llegan a puerto, el ruido y el terror terminan. Los falsos<br />

maestros tienen que esperar el peor castigo en este mundo y en el veni<strong>de</strong>ro. Bril<strong>la</strong>n como meteoros o<br />

estrel<strong>la</strong>s errantes que caen, y luego, se hun<strong>de</strong>n en <strong>la</strong> negrura <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s para siempre. —No hay<br />

mención <strong>de</strong> <strong>la</strong> profecía <strong>de</strong> Enoc en otra parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> Escritura; sin embargo, un texto c<strong>la</strong>ro <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Escritura prueba cualquier punto que tengamos que creer. De este <strong>de</strong>scubrimos que <strong>la</strong> venida <strong>de</strong><br />

Cristo a juzgar fue profetizada tan al principio como fueron los tiempos anteriores al diluvio. El<br />

Señor viene: ¡qué tiempo glorioso será! —Fijaos cuán a menudo se repite <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra ―impío‖. Ahora,<br />

muchos no se refieren a los vocablos pío o impío a menos que sea para bur<strong>la</strong>rse aun <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras;<br />

pero no es así en el lenguaje que nos enseña el Espíritu Santo. Las pa<strong>la</strong>bras duras <strong>de</strong> unos a otros,<br />

especialmente si están mal fundamentadas, ciertamente serán tomadas en cuenta en el día <strong>de</strong>l juicio.<br />

—Los hombres malos y seductores se enojan con todo lo que suce<strong>de</strong>, y nunca están contentos con su<br />

propio estado y condición. Su voluntad y su fantasía son su única reg<strong>la</strong> y ley. Los que comp<strong>la</strong>cen sus<br />

apetitos pecaminosos tien<strong>de</strong>n más a rendirse a <strong>la</strong>s pasiones ingobernables. Los hombres <strong>de</strong> Dios,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el comienzo <strong>de</strong>l mundo, han <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rado <strong>la</strong> con<strong>de</strong>na que se les <strong>de</strong>nunció. Evitemos a los tales.<br />

Tenemos que seguir a los hombres que sólo siguen a Cristo.<br />

Vv. 17—23. Los hombres sensuales se separan <strong>de</strong> Cristo y <strong>de</strong> su Iglesia, y se unen al diablo, al<br />

mundo y a <strong>la</strong> carne, con prácticas impías y pecaminosas. Esto es infinitamente peor que separarse <strong>de</strong><br />

cualquier rama <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia visible por cuestión <strong>de</strong> opiniones o modos y circunstancias <strong>de</strong> gobierno<br />

externo o <strong>de</strong> <strong>la</strong> adoración. Los hombres sensuales no tienen el espíritu <strong>de</strong> santidad, y quienquiera no<br />

lo tenga, no pertenece a Cristo. La gracia <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe es santa hasta lo sumo, porque obra por amor,<br />

purifica el corazón y vence al mundo por lo cual se distingue <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe falsa y muerta. Muy<br />

probablemente prevalezcan nuestras oraciones cuando oramos en el Espíritu Santo, bajo su dirección<br />

y po<strong>de</strong>r, conforme a <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>bra, con fe, fervor y anhelo; esto es orar en el Espíritu Santo.<br />

La fe en <strong>la</strong> expectativa <strong>de</strong> vida eterna nos armará contra <strong>la</strong>s trampas <strong>de</strong>l pecado: <strong>la</strong> fe viva en esta<br />

bendita esperanza nos ayudará a mortificar nuestras concupiscencias. —Debemos vigi<strong>la</strong>rnos los unos<br />

a los otros; fielmente, pero con pru<strong>de</strong>ncia para reprobarnos los unos a los otros, y a dar buen ejemplo<br />

a todos los que nos ro<strong>de</strong>an. Esto <strong>de</strong>be hacerse con compasión, diferenciando entre el débil y el<br />

soberbio. Debemos tratar a algunos con ternura. A otros, salvar con temor; enfatizando los terrores<br />

<strong>de</strong>l Señor. Todas los esfuerzos <strong>de</strong>ben realizarse con aborrecimiento <strong>de</strong>cidido <strong>de</strong> los <strong>de</strong>litos,<br />

cuidándonos <strong>de</strong> evitar todo lo que lleve a <strong>la</strong> comunión con ellos, o que haya estado conectado con<br />

ellos, en obras <strong>de</strong> tinieb<strong>la</strong>s, manteniéndonos lejos <strong>de</strong> lo que es malo o parece serlo.<br />

Vv. 24, 25. Dios es po<strong>de</strong>roso, y tan dispuesto como po<strong>de</strong>roso, para impedir que caigamos y para<br />

presentarnos sin <strong>de</strong>fecto ante <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> su gloria. No como quienes nunca hubiesen faltado,<br />

sino como quienes, por <strong>la</strong> misericordia <strong>de</strong> Dios, y los sufrimientos y los méritos <strong>de</strong> un Salvador,<br />

hubieran sido, en su gran mayoría, justamente con<strong>de</strong>nados hace mucho tiempo. Todos los creyentes<br />

sinceros le fueron dados por el Padre; y <strong>de</strong> todos los así dados, Él no perdió a ninguno, ni per<strong>de</strong>rá a<br />

ninguno. Ahora, nuestras faltas nos llenan <strong>de</strong> temores, dudas y tristeza, pero el Re<strong>de</strong>ntor se ha

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