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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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<strong>la</strong> profesión externa. Otros pue<strong>de</strong>n llegar a ser eminentes en fe y santidad, hasta don<strong>de</strong> nos toca<br />

saber.<br />

CAPÍTULO XX<br />

Versículos 1—16. La parábo<strong>la</strong> <strong>de</strong> los trabajadores <strong>de</strong> <strong>la</strong> viña. 17—19. Jesús vuelve a anunciar sus<br />

sufrimientos. 20—28. La ambición <strong>de</strong> Santiago y Juan. 29—34. Jesús da <strong>la</strong> vista a dos ciegos<br />

cerca <strong>de</strong> Jericó.<br />

Vv. 1—16. El objeto directo <strong>de</strong> esta parábo<strong>la</strong> parece ser <strong>de</strong>mostrar que, aunque los judíos fueron<br />

l<strong>la</strong>mados primero a <strong>la</strong> viña, en el <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo el evangelio será predicado a los gentiles que <strong>de</strong>ben ser<br />

recibidos con los privilegios y ventajas en igualdad con los judíos. La parábo<strong>la</strong> pue<strong>de</strong> aplicarse<br />

también en forma más general y muestra, que: —1. Dios no es <strong>de</strong>udor <strong>de</strong> ningún hombre. —2.<br />

Muchos que empiezan al final, y prometen poco en <strong>la</strong> religión, a veces, por <strong>la</strong> bendición <strong>de</strong> Dios,<br />

llegan a mucho conocimiento, gracia y utilidad. —3. La recompensa será dada a los santos, pero no<br />

conforme al tiempo <strong>de</strong> su conversión. Describe el estado <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia visible y explica <strong>la</strong> <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ración<br />

<strong>de</strong> que los últimos serán los primeros, y los primeros, últimos, en sus diversas referencias. —<br />

Mientras no seamos contratados en el servicio <strong>de</strong> Dios estamos todo el día <strong>de</strong> ociosos: un estado<br />

pecaminoso, aunque para Satanás sea un estado <strong>de</strong> esc<strong>la</strong>vitud, pue<strong>de</strong> l<strong>la</strong>marse estado <strong>de</strong> ociosidad.<br />

El mercado es el mundo y <strong>de</strong> él fuimos l<strong>la</strong>mados por el evangelio. Venid, salid <strong>de</strong> ese mercado. El<br />

trabajo para Dios no admite bagate<strong>la</strong>s. El hombre pue<strong>de</strong> irse ocioso al infierno, pero quien vaya al<br />

cielo <strong>de</strong>be ser diligente. —El centavo romano era siete centavos, medio penique <strong>de</strong>l dinero inglés,<br />

pagaba entonces suficiente para el sostén diario. Esto no prueba que <strong>la</strong> recompensa <strong>de</strong> nuestra<br />

obediencia a Dios sea <strong>de</strong> obras o <strong>de</strong> <strong>de</strong>uda; cuando hemos hecho todo, somos siervos inútiles;<br />

significa que hay una recompensa puesta ante nosotros, pero que nadie, por esta suposición,<br />

postergue el arrepentimiento hasta su vejez. Algunos fueron enviados a <strong>la</strong> viña en <strong>la</strong> hora undécima,<br />

pero nadie los había contratado antes. Los gentiles entraron a <strong>la</strong> hora undécima; el evangelio no<br />

había sido predicado antes a ellos. Quienes han tenido <strong>la</strong> oferta <strong>de</strong>l evangelio en <strong>la</strong> hora tercera o<br />

sexta, y <strong>la</strong> han rechazado, no tendrán que <strong>de</strong>cir en <strong>la</strong> hora undécima, como éstos: Nadie nos contrató.<br />

—Por tanto, no para <strong>de</strong>sanimar a nadie sino para <strong>de</strong>spertar a todos, es que se recuerda que ahora es<br />

el tiempo aceptable. —Las riquezas <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia divina son objetadas en voz alta por los fariseos<br />

orgullosos y por los cristianos nominales. Hay en nosotros una gran inclinación a pensar que<br />

tenemos <strong>de</strong>masiado poco, y los <strong>de</strong>más mucho <strong>de</strong> <strong>la</strong>s señales <strong>de</strong>l favor <strong>de</strong> Dios; y que hacemos<br />

<strong>de</strong>masiado y los <strong>de</strong>más muy poco en <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> Dios. Pero si Dios da gracia a otros, es bondad para<br />

ellos, y no injusticia para nosotros. Las criaturas mundanas carnales están <strong>de</strong> acuerdo con Dios en<br />

cuanto a su riqueza en este mundo, y optan por su porción en esta vida. Los creyentes obedientes<br />

están <strong>de</strong> acuerdo con Dios en cuanto a su riqueza en el otro mundo, y <strong>de</strong>ben recordar que estuvieron<br />

<strong>de</strong> acuerdo. ¿No acordaste tú tomar el cielo como porción tuya, como tu todo, y buscas tu felicidad<br />

en <strong>la</strong> criatura? Dios no castiga más <strong>de</strong> lo merecido, y premia cada servicio hecho por Él y para Él;<br />

por tanto, no hace mal a ninguno al mostrar gracia extraordinaria a otros. —Véase aquí <strong>la</strong> naturaleza<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> envidia. Es una avaricia <strong>de</strong>scontenta por el bien <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más y que <strong>de</strong>sea su mal. Es un pecado<br />

que no tiene p<strong>la</strong>cer, provecho ni honor. Dejemos irse todo rec<strong>la</strong>mo orgulloso y procuremos <strong>la</strong><br />

salvación como dádiva gratuita. No envidiemos ni murmuremos; regocijémonos y a<strong>la</strong>bemos a Dios<br />

por su misericordia hacia los <strong>de</strong>más y con nosotros.<br />

Vv. 17—19. Aquí Cristo es más <strong>de</strong>tal<strong>la</strong>do que antes para pre<strong>de</strong>cir sus sufrimientos. Aquí, como<br />

antes, agrega <strong>la</strong> mención <strong>de</strong> su resurrección y su gloria, a <strong>la</strong> <strong>de</strong> su muerte y sus sufrimientos, para dar<br />

ánimo a sus discípulos, y conso<strong>la</strong>rlos. Una manera <strong>de</strong> ver a nuestro Re<strong>de</strong>ntor una vez crucificado y

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