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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 7—12. Se abrió una especie <strong>de</strong> lugar secreto, don<strong>de</strong> el profeta vio criaturas pintadas en <strong>la</strong>s<br />

pare<strong>de</strong>s y unos cuantos ancianos <strong>de</strong> Israel adorando ante el<strong>la</strong>s. Ninguna superioridad en asuntos<br />

mundanos preservará a los hombres <strong>de</strong> <strong>la</strong> lujuria o <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría, cuando son entregados a sus<br />

corazones engañosos; los que pronto se cansan al servicio <strong>de</strong> Dios, suelen no rec<strong>la</strong>mar por el<br />

esfuerzo ni por los gastos originados por sus supersticiones. Cuando los hipócritas se escon<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l muro <strong>de</strong> una profesión <strong>de</strong> fe externa, hay uno u otro hoyo en el muro, algo que los<br />

traiciona ante los que miran con diligencia. Hay una gran cantidad <strong>de</strong> iniquidad secreta en el mundo.<br />

Creen estar fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong> vista <strong>de</strong> Dios. Pero, sin duda, están maduros para <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción, los que<br />

culpan al Señor <strong>de</strong> sus pecados.<br />

Vv. 13—18. El <strong>la</strong>mento anual por Tammuz era acompañado <strong>de</strong> costumbres infames; y se supone<br />

que los adoradores <strong>de</strong>l sol aquí retratados, eran sacerdotes. El Señor ape<strong>la</strong> al profeta en cuanto a <strong>la</strong><br />

odiosidad <strong>de</strong>l pecado; ―he aquí que aplican el ramo a sus narices‖ <strong>de</strong>notando con eso una costumbre<br />

usada por los idó<strong>la</strong>tras en honor a los ídolos que servían. —Mientras más examinamos <strong>la</strong> naturaleza<br />

humana y nuestros corazones, más abominaciones <strong>de</strong>scubriremos; mientras más tiempo se examine<br />

el creyente, más se humil<strong>la</strong>rá ante Dios y más valorará <strong>la</strong> fuente abierta para el pecado y procurará<br />

<strong>la</strong>varse en el<strong>la</strong>.<br />

CAPÍTULO IX<br />

Visión que <strong>de</strong>nota <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong> Jerusalén, y <strong>la</strong> partida <strong>de</strong>l símbolo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

presencia divina.<br />

Vv. 1—4. Gran consuelo para los creyentes es que, en medios <strong>de</strong> los <strong>de</strong>structores y <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>strucción, haya un Mediador, un gran Sumo Sacerdote, que tiene sus intereses en el cielo, y en el<br />

que los santos <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra tienen sus intereses. La representación <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria divina <strong>de</strong>s<strong>de</strong> encima <strong>de</strong>l<br />

arca, puesta en el umbral, muestra que el Señor estaba por <strong>de</strong>jar su trono <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia, para hacer<br />

juicio al pueblo. —El carácter distintivo <strong>de</strong> este remanente que va a ser salvado, es tal suspiro y<br />

l<strong>la</strong>nto a Dios en oración, <strong>de</strong>bido a <strong>la</strong>s abominaciones <strong>de</strong> Jerusalén. A los que se mantienen puros en<br />

épocas <strong>de</strong> iniquidad general, Dios los mantendrá a salvo en épocas <strong>de</strong> trastorno y angustia general.<br />

Vv. 5—11. La matanza <strong>de</strong>bía empezar en el santuario para que todos vean y sepan que el Señor<br />

odia el pecado en forma suma en los que están más cerca <strong>de</strong> Él. El que fue nombrado para proteger,<br />

informa el asunto. Cristo es fiel al cometido que se le encargó. ¿Le manda su Padre asegurar <strong>la</strong> vida<br />

eterna <strong>de</strong>l remanente escogido? Dice: A los que me diste, ninguno <strong>de</strong> ellos se perdió. Si los <strong>de</strong>más<br />

perecen y nosotros somos salvados, <strong>de</strong>bemos atribuir <strong>la</strong> diferencia por completo a <strong>la</strong> misericordia <strong>de</strong><br />

nuestro Dios, porque nosotros también merecimos <strong>la</strong> ira. Sigamos aún pidiendo en favor <strong>de</strong> los<br />

<strong>de</strong>más. Pero el Señor no hace injusticia si no muestra misericordia; Él sólo recompensa los caminos<br />

<strong>de</strong>l hombre.<br />

CAPÍTULO X<br />

Versículos 1—7. Visión <strong>de</strong>l incendio <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad. 8—22. La gloria divina se va <strong>de</strong>l templo.

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