14.05.2013 Views

Comentario de la Biblia Matthew Henry

Comentario de la Biblia Matthew Henry

Comentario de la Biblia Matthew Henry

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

con una disposición carnal corrupta que es enemistad contra Dios. Que esto sea eliminado por <strong>la</strong><br />

regeneración y <strong>la</strong> nueva creación <strong>de</strong> almas por el Espíritu Santo, es testimonio <strong>de</strong>l Salvador. —2. El<br />

agua: establece <strong>la</strong> pureza y el po<strong>de</strong>r purificador <strong>de</strong>l Salvador. La pureza y <strong>la</strong> santidad actual y activa<br />

<strong>de</strong> sus discípulos están representadas por el bautismo. —3. La sangre que Él <strong>de</strong>rramó: este fue<br />

nuestro rescate, esto testifica <strong>de</strong> Jesucristo; selló y terminó los sacrificios <strong>de</strong>l Antiguo Testamento.<br />

Los beneficios procurados por su sangre, prueban que Él es el Salvador <strong>de</strong>l mundo. No es <strong>de</strong><br />

extrañarse que quien rechace esta evi<strong>de</strong>ncia sea juzgado por b<strong>la</strong>sfemar <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Dios. Los tres<br />

testigos son para uno e idéntico propósito; concuerdan en una y <strong>la</strong> misma cosa.<br />

Vv. 9—12. Nada pue<strong>de</strong> ser más absurdo que <strong>la</strong> conducta <strong>de</strong> los que dudan <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong>l<br />

cristianismo, mientras en los asuntos corrientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida no vaci<strong>la</strong>n en proce<strong>de</strong>r basados en el<br />

testimonio humano, y consi<strong>de</strong>rarían <strong>de</strong>squiciado a quien <strong>de</strong>clinara hacerlo así. El cristiano verda<strong>de</strong>ro<br />

ha visto su culpa y miseria, y su necesidad <strong>de</strong> un Salvador así. Ha visto lo a<strong>de</strong>cuado <strong>de</strong> tal Salvador<br />

para todas sus necesida<strong>de</strong>s y circunstancias espirituales. Ha encontrado y sentido el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra y <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong> Cristo, humil<strong>la</strong>ndo, sanando, vivificando y conso<strong>la</strong>ndo su alma. Tiene una<br />

nueva disposición y nuevos <strong>de</strong>leites, y no es el hombre que fue anteriormente. Pero aún hal<strong>la</strong> un<br />

conflicto consigo mismo, con el pecado, con <strong>la</strong> carne, el mundo y <strong>la</strong>s potesta<strong>de</strong>s malignas. Pero hal<strong>la</strong><br />

tal fuerza <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe en Cristo, que pue<strong>de</strong> vencer al mundo y seguir viaje hacia uno mejor. Tal<br />

seguridad tiene el creyente <strong>de</strong>l evangelio: tiene un testigo en sí mismo que acaba con toda duda <strong>de</strong>l<br />

tema, salvo en <strong>la</strong>s horas <strong>de</strong> tinieb<strong>la</strong>s o conflicto; pero no pue<strong>de</strong>n sacarlo <strong>de</strong> su fe en <strong>la</strong>s verda<strong>de</strong>s<br />

principales <strong>de</strong>l evangelio. —Aquí está lo que hace tan espantoso el pecado <strong>de</strong>l incrédulo: el pecado<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> incredulidad. Él trata <strong>de</strong> mentiroso a Dios; porque no cree el testimonio que Dios dio <strong>de</strong> su<br />

Hijo. En vano es que un hombre alegue que cree el testimonio <strong>de</strong> Dios en otras cosas, mientras lo<br />

rechaza en esto. El que rehúsa confiar y honrar a Cristo como Hijo <strong>de</strong> Dios, el que <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ña<br />

someterse a su enseñanza como Profeta, a confiar en su expiación e intercesión como gran Sumo<br />

Sacerdote u obe<strong>de</strong>cerle como Rey, está muerto en pecado, bajo con<strong>de</strong>nación; una moral externa,<br />

conocimiento, formas, nociones o confianzas <strong>de</strong> nada le servirán.<br />

Vv. 13—17. Basados en todas estas pruebas sólo es justo que creamos en el nombre <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong><br />

Dios. Los creyentes tienen vida eterna en el pacto <strong>de</strong>l evangelio. Entonces, recibamos agra<strong>de</strong>cidos el<br />

registro <strong>de</strong> <strong>la</strong> Escritura. Siempre abundando en <strong>la</strong> obra <strong>de</strong>l Señor, sabiendo que nuestro trabajo en el<br />

Señor no es en vano. El Señor Cristo nos invita a ir a Él en todas <strong>la</strong>s circunstancias, con nuestras<br />

súplicas y peticiones, a pesar <strong>de</strong>l pecado que nos asedia. Nuestras oraciones <strong>de</strong>ben ser ofrecidas<br />

siempre sometidas a <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios. En algunas cosas son contestadas rápidamente, en otras son<br />

otorgadas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mejor manera, aunque no como se pidió. Debemos orar por el prójimo y por nosotros<br />

mismos. Hay pecados que batal<strong>la</strong>n contra <strong>la</strong> vida espiritual en el alma y contra <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> lo alto. No<br />

po<strong>de</strong>mos orar que sean perdonados los pecados <strong>de</strong> los impenitentes e incrédulos mientras sigan así;<br />

ni que les sea otorgada misericordia, <strong>la</strong> cual supone el perdón <strong>de</strong> pecado, mientras sigan<br />

voluntariamente así. Pero po<strong>de</strong>mos orar por su arrepentimiento, por el enriquecimiento <strong>de</strong> ellos con<br />

<strong>la</strong> fe en Cristo, y sobre <strong>la</strong> base <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, por todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más misericordias salvadoras. —Debemos<br />

orar por el prójimo y por nosotros rogando al Señor que perdone y recupere al caído y alivie al<br />

tentado y afligido. Seamos agra<strong>de</strong>cidos <strong>de</strong> verdad porque no hay pecado para muerte <strong>de</strong>l cual uno se<br />

arrepienta verda<strong>de</strong>ramente.<br />

Vv. 18—21. Toda <strong>la</strong> humanidad está dividida en dos partes o esferas: el que pertenece a Dios y<br />

el que pertenece al maligno. Los creyentes verda<strong>de</strong>ros pertenecen a Dios; son <strong>de</strong> Dios y vienen <strong>de</strong><br />

Él, para Él y por Él; mientras el resto, <strong>de</strong> lejos <strong>la</strong> gran mayoría, está en el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l maligno; hacen<br />

sus obras y apoyan su causa. Esta <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ración general compren<strong>de</strong> a todos los incrédulos, cualquiera<br />

sea su profesión, situación o posición o cualquiera sea el nombre por el que se l<strong>la</strong>men. El Hijo guía a<br />

los creyentes al Padre y ellos están en el amor y el favor <strong>de</strong> ambos; en unión con ambos, por <strong>la</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!