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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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pero vendrá seguramente. Triste es pensar cuántos son aquellos en quienes se pier<strong>de</strong>n todas <strong>la</strong>s<br />

or<strong>de</strong>nanzas y <strong>la</strong>s provi<strong>de</strong>ncias.<br />

Vv. 15—27. Aunque llorar los muertos es un <strong>de</strong>ber, tiene, sin embargo, que mantenerse<br />

sometido a <strong>la</strong> religión y recta razón: no <strong>de</strong>bemos entristecernos como hombres que no tienen<br />

esperanza. Los creyentes no <strong>de</strong>ben copiar el lenguaje y <strong>la</strong>s expresiones <strong>de</strong> los que no conocen a<br />

Dios. El pueblo preguntó el significado <strong>de</strong> <strong>la</strong> señal. Dios toma <strong>de</strong> ellos todo lo que les era más<br />

querido. Como Ezequiel no lloró por su aflicción, así tampoco <strong>de</strong>bían ellos llorar por <strong>la</strong>s suyas. —<br />

Bendito sea Dios, nosotros no tenemos que <strong>de</strong>sfallecer bajo nuestras aflicciones; porque si fal<strong>la</strong>n<br />

todos los consuelos y se unen todas <strong>la</strong>s penas, aún así el corazón roto y <strong>la</strong> oración <strong>de</strong>l doliente son<br />

siempre aceptables ante Dios.<br />

CAPÍTULO XXV<br />

Versículos 1—7. Juicios contra los amonitas. 8—17. Contra los <strong>de</strong> Moab, edomitas y filisteos.<br />

Vv. 1—7. Malo es contentarse por <strong>la</strong>s ca<strong>la</strong>mida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> alguien, especialmente <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios; es<br />

pecado que ciertamente tendrá que confesar. Dios hará evi<strong>de</strong>nte que Él es el Dios <strong>de</strong> Israel, aunque<br />

tolere por un tiempo que ellos sean cautivos en Babilonia. Mejor es conocerlo a Él y ser pobre que<br />

ser rico e ignorante <strong>de</strong> Él.<br />

Vv. 8—17. Aunque un mismo evento parece al justo y al impío, es tremendamente diferente.<br />

Aquellos que se glorían en cualquier otra <strong>de</strong>fensa y protección que el po<strong>de</strong>r, <strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia y <strong>la</strong><br />

promesa divinas, tar<strong>de</strong> o temprano, serán avergonzados <strong>de</strong> su gloria. —Aquellos que no le <strong>de</strong>jan a<br />

Dios tomar <strong>la</strong> venganza por ellos, pue<strong>de</strong>n esperar que Él se tome <strong>la</strong> venganza en ellos. La equidad <strong>de</strong><br />

los juicios <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong>be observarse cuando Él no sólo venga <strong>la</strong>s injurias en los que <strong>la</strong>s perpetraron,<br />

sino por mano <strong>de</strong> aquellos contra los cuales fueron cometidas. —Aquellos que atesoran el viejo odio<br />

y esperan <strong>la</strong> oportunidad <strong>de</strong> manifestarlo, están atesorando ira para ellos mismos en el día <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira.<br />

CAPÍTULO XXVI<br />

Una profecía contra Tiro.<br />

Vv. 1—14. Comp<strong>la</strong>cerse en secreto con <strong>la</strong> muerte o <strong>de</strong>terioro <strong>de</strong>l prójimo cuando probablemente<br />

nosotros seamos cogidos por ellos, o con su caída, cuando nosotros po<strong>de</strong>mos florecer con eso, es<br />

pecado que fácilmente nos asalta, pero no es consi<strong>de</strong>rado tan malo como realmente es. Pero sale <strong>de</strong><br />

un principio egoísta y ambicioso, y <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong>l mundo en cuanto dicha nuestra, que prohíbe<br />

expresamente el amor <strong>de</strong> Dios. Él suele <strong>de</strong>sbaratar los proyectos <strong>de</strong> quienes se elevarían a sí mismos<br />

pisando <strong>la</strong>s ruinas <strong>de</strong>l prójimo. —Las máximas más corrientes <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong>l comercio se oponen<br />

directamente a <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios. Pero se mostrará en contra <strong>de</strong> los comerciantes egoístas y amantes <strong>de</strong>l<br />

dinero, cuyos corazones, como los <strong>de</strong> Tiro, están endurecidos por el amor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s riquezas. —Los<br />

hombres tienen poca causa para gloriarse en <strong>la</strong>s cosas que estimu<strong>la</strong>n <strong>la</strong> envidia y rapacidad <strong>de</strong> los<br />

<strong>de</strong>más, y que están continuamente cambiando <strong>de</strong> uno a otro; y en obtener, mantener y gastar <strong>la</strong>s<br />

cuales los hombres provocan a ese Dios cuya ira convierte en montones <strong>de</strong> escombros a <strong>la</strong>s ciuda<strong>de</strong>s<br />

jubilosas.

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