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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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el alma? ¿Acaso no nos alejamos <strong>de</strong> nuestra paz por un poco <strong>de</strong> p<strong>la</strong>cer? Si discutiéramos menos y<br />

oráramos más con y por unos y otros, diariamente veríamos más y más cuál es <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong><br />

nuestra vocación, y <strong>la</strong>s riquezas <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria divina en esta herencia. Deseable es sentir el fuerte<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia divina que empieza y ejecuta <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe en nuestras almas. Pero cuesta<br />

mucho llevar a un alma a creer plenamente en Cristo y aventurarse toda el<strong>la</strong> y su esperanza <strong>de</strong> vida<br />

eterna en su justicia. Nada menos que el po<strong>de</strong>r omnipotente obrará esto en nosotros. —Aquí se<br />

significa que es Cristo el Salvador quien suple todas <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los que confían en Él, y les<br />

da todas <strong>la</strong>s bendiciones en <strong>la</strong> más rica abundancia. Siendo partícipes en Cristo mismo llegamos a<br />

ser llenos con <strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia y <strong>la</strong> gloria en Él. Entonces, ¡cómo pue<strong>de</strong>n olvidarse a sí<br />

mismos esos que andan buscando <strong>la</strong> justicia fuera <strong>de</strong> Él! Esto nos enseña a ir a Cristo. Si supiéramos<br />

a qué estamos l<strong>la</strong>mados, qué po<strong>de</strong>mos hal<strong>la</strong>r en Él, con toda seguridad que iríamos y seríamos parte<br />

<strong>de</strong> Él. Cuando sentimos nuestra <strong>de</strong>bilidad y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> nuestros enemigos, es cuando más notamos<br />

<strong>la</strong> gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> ese po<strong>de</strong>r que efectúa <strong>la</strong> conversión <strong>de</strong>l creyente y que está <strong>de</strong>dicado a perfeccionar<br />

su salvación. Ciertamente esto nos constreñirá por amor para vivir para <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> nuestro<br />

Re<strong>de</strong>ntor.<br />

CAPÍTULO II<br />

Versículos 1—10. Las riquezas <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia gratuita <strong>de</strong> Dios para con los hombres, son seña<strong>la</strong>das<br />

por su <strong>de</strong>plorable estado natural, y el dichoso cambio que <strong>la</strong> gracia divina efectúa en ellos. 11—<br />

13. Los efesios son l<strong>la</strong>mados a reflexionar en su estado <strong>de</strong> paganismo. 14—22. Los privilegios y<br />

<strong>la</strong>s bendiciones <strong>de</strong>l evangelio.<br />

Vv. 1—10. El pecado es <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong>l alma. Un hombre muerto en <strong>de</strong>litos y pecados no siente<br />

<strong>de</strong>seos por los p<strong>la</strong>ceres espirituales. Cuando miramos un cadáver, da una sensación espantosa. El<br />

espíritu que nunca muere se ha ido, y nada ha <strong>de</strong>jado sino <strong>la</strong>s ruinas <strong>de</strong> un hombre. Pero si viéramos<br />

bien <strong>la</strong>s cosas, <strong>de</strong>beríamos sentirnos mucho más afectados con el pensamiento <strong>de</strong> un alma muerta, un<br />

espíritu perdido y caído. —El estado <strong>de</strong> pecado es el estado <strong>de</strong> conformidad con este mundo. Los<br />

hombres impíos son esc<strong>la</strong>vos <strong>de</strong> Satanás que es el autor <strong>de</strong> esa disposición carnal orgullosa que hay<br />

en los hombres impíos; él reina en los corazones <strong>de</strong> los hombres. De <strong>la</strong> Escritura queda c<strong>la</strong>ro que si<br />

los hombres han sido más dados a <strong>la</strong> iniquidad espiritual o sensual, todos los hombres, siendo<br />

naturalmente hijos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sobediencia, son también por naturaleza hijos <strong>de</strong> ira. Entonces, ¡cuánta<br />

razón tienen los pecadores para procurar fervorosamente <strong>la</strong> gracia que los hará hijos <strong>de</strong> Dios y<br />

here<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria, habiendo sido hijos <strong>de</strong> ira! —El amor eterno o <strong>la</strong> buena voluntad <strong>de</strong> Dios para<br />

con sus criaturas es <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> don<strong>de</strong> fluyen todas sus misericordias para nosotros; ese amor <strong>de</strong><br />

Dios es amor gran<strong>de</strong>, y su misericordia es misericordia rica. Todo pecador convertido es un pecador<br />

salvado; librado <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira. La gracia que salva es <strong>la</strong> bondad y el favor libre e inmerecido<br />

<strong>de</strong> Dios; Él salva, no por <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley, sino por <strong>la</strong> fe en Cristo Jesús. —La gracia en el alma es<br />

vida nueva en el alma. Un pecador regenerado llega a ser un ser viviente; vive una vida <strong>de</strong> santidad,<br />

siendo nacido <strong>de</strong> Dios: vive, siendo librado <strong>de</strong> <strong>la</strong> culpa <strong>de</strong>l pecado, por <strong>la</strong> gracia que perdona y<br />

justifica. Los pecadores se revuelcan en el polvo; <strong>la</strong>s almas santificadas se sientan en los lugares<br />

celestiales, levantadas por sobre este mundo por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Cristo. —La bondad <strong>de</strong> Dios al<br />

convertir y salvar pecadores aquí y ahora, estimu<strong>la</strong> a los <strong>de</strong>más a esperar, en el futuro, en su gracia y<br />

misericordia. Nuestra fe, nuestra conversión, y nuestra salvación eterna no son por <strong>la</strong>s obras, para<br />

que ningún hombre se jacte. Estas cosas no suce<strong>de</strong>n por algo que nosotros hagamos, por tanto, toda<br />

jactancia queda excluida. Todo es dádiva libre <strong>de</strong> Dios y efecto <strong>de</strong> ser vivificado por su po<strong>de</strong>r. Fue<br />

su propósito para lo cual nos preparó bendiciéndonos con el conocimiento <strong>de</strong> su voluntad, y su<br />

Espíritu Santo produce tal cambio en nosotros que glorificaremos a Dios por nuestra buena

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