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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 1—4. Cuando Israel era muy presionado, c<strong>la</strong>maba a Dios pidiendo protección, pero esta era<br />

<strong>de</strong>jada <strong>de</strong> <strong>la</strong>do. ¿De qué servirá <strong>de</strong>cir: Mi Dios, te conozco, si no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir: Mi Dios, te amo, te<br />

sirvo, ni aferrarnos sólo a Él?<br />

Vv. 5—10. Ellos se prometían abundancia, paz y victoria adorando ídolos, pero sus expectativas<br />

a nada llegaron. Lo que sembraban carecía <strong>de</strong> tallo, <strong>de</strong> hoja, o, si los tenían, el brote no daba fruto,<br />

nada había en ellos. Las obras <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s son infructuosas; sí, el fin <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s es <strong>la</strong> muerte. Las<br />

esperanzas <strong>de</strong> los pecadores los engañan y sus ganancias serán su trampa. Todos <strong>la</strong>s artimañas<br />

carnales fal<strong>la</strong>rán en tiempos <strong>de</strong> peligro, en el día <strong>de</strong>l juicio especialmente. Ellos toman un rumbo por<br />

sí mismos y, como un asno salvaje por sí mismos, serán <strong>la</strong> presa más fácil y segura <strong>de</strong>l león. El<br />

hombre en nada se parece más al pollino <strong>de</strong>l asno salvaje que cuando busca en <strong>la</strong> criatura el socorro<br />

y <strong>la</strong> satisfacción que únicamente pue<strong>de</strong>n tenerse en Dios. Aunque los hombres puedan sufrir un<br />

poco, si no proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> piedad, serán llevados al sufrimiento eterno.<br />

Vv. 11—14. Gran pecado es corromper <strong>la</strong> adoración <strong>de</strong> Dios y será cobrado como pecado a<br />

todos los que lo hacen, por convincentes que sean sus excusas. El Señor ha hecho que su ley esté<br />

escrita para ellos, pero a ellos no les importó ni <strong>la</strong> obe<strong>de</strong>cieron. El hombre parece preocuparse <strong>de</strong> su<br />

Hacedor por los templos que construye, pero, en realidad, lo ha olvidado, porque ha <strong>de</strong>sechado todo<br />

temor; pero jamás nadie endureció su corazón contra Dios y prosperó. En <strong>la</strong> medida que los hombres<br />

<strong>de</strong>sprecien <strong>la</strong>s verda<strong>de</strong>s y los preceptos <strong>de</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios, y <strong>la</strong>s or<strong>de</strong>nanzas para su adoración,<br />

todas <strong>la</strong>s observancias y ofrendas <strong>de</strong> su propia invención, por costosas que sean, serán pecado para<br />

ellos, porque sólo son aceptables para Dios los servicios que se realizan conforme a su pa<strong>la</strong>bra, y por<br />

medio <strong>de</strong> Jesucristo.<br />

CAPÍTULO IX<br />

Versículos 1—6. La angustia veni<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Israel. 7—10. El acercamiento <strong>de</strong>l día <strong>de</strong> <strong>la</strong> angustia.<br />

11—17. Juicios contra Israel.<br />

Vv. 1—6. Israel recompensaba a sus ídolos en <strong>la</strong>s ofrendas presentadas a ellos. Corriente es que los<br />

avaros en <strong>la</strong> religión sean generosos en sus lujurias. Los reconocidos como idó<strong>la</strong>tras son los que<br />

aman <strong>la</strong> recompensa en harina más que <strong>la</strong> recompensa <strong>de</strong>l favor <strong>de</strong> Dios y <strong>la</strong> vida eterna. —Están<br />

llenos <strong>de</strong>l gozo <strong>de</strong> <strong>la</strong> cosecha y no tienen disposición a dolerse por el pecado. Cuando hacemos <strong>de</strong>l<br />

mundo y sus cosas nuestro ídolo y porción, justo es que Dios señale nuestra necedad y nos corrija.<br />

Nadie pue<strong>de</strong> tener <strong>la</strong> expectativa <strong>de</strong> habitar en <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong>l Señor si no está sujeto a <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong><br />

Jehová o influido por su amor. Cuando disfrutamos <strong>de</strong> los medios <strong>de</strong> gracia <strong>de</strong>bemos consi<strong>de</strong>rar qué<br />

haríamos si nos fueran quitados. Los p<strong>la</strong>ceres <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunión con Dios no pue<strong>de</strong>n ser quitados, los<br />

lugares <strong>de</strong>leitosos comprados con p<strong>la</strong>ta o en que los hombres <strong>de</strong>positan p<strong>la</strong>ta, quedarán en ruinas.<br />

Ningún hambre es tan espantosa como <strong>la</strong> <strong>de</strong>l alma.<br />

Vv. 7—10. Hubo un tiempo en que los centine<strong>la</strong>s espirituales <strong>de</strong> Israel estaban con el Señor,<br />

pero ahora eran como <strong>la</strong>zo <strong>de</strong>l cazador, puesto para atrapar personas y llevar<strong>la</strong>s a <strong>la</strong> ruina. El pueblo<br />

se había vuelto tan corrupto como los <strong>de</strong> Gabaa, Jueces xix; y sus <strong>de</strong>litos <strong>de</strong>berían ser castigados <strong>de</strong><br />

manera simi<strong>la</strong>r. Primero Dios había hal<strong>la</strong>do que Israel le era agradable, como <strong>la</strong>s uvas al viajero en<br />

el <strong>de</strong>sierto. Los miró con p<strong>la</strong>cer como a los primeros higos maduros. Esto muestra <strong>la</strong> comp<strong>la</strong>cencia<br />

que Dios tenía en ellos; pero ellos se fueron tras <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría.

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