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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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caso es muy diferente cuando se tienen sirvientes en casa, y <strong>la</strong>s familias se vuelven escenario <strong>de</strong><br />

apresuramientos y confusión en el día <strong>de</strong>l Señor, para dar un festín a los visitantes o para darse un<br />

gusto. Cabe con<strong>de</strong>nar cosas como esas y muchas otras que son comunes entre los profesantes. El<br />

<strong>de</strong>scanso <strong>de</strong>l día <strong>de</strong> reposo fue or<strong>de</strong>nado para bien <strong>de</strong>l hombre, Deuteronomio, v, 14. No se <strong>de</strong>be<br />

enten<strong>de</strong>r ninguna ley en forma tal que contradiga su propia finalidad. Como Cristo es el Señor <strong>de</strong>l<br />

día <strong>de</strong> reposo, es apropiado que <strong>de</strong>dique para sí el día y su obra.<br />

Vv. 9—13. Cristo <strong>de</strong>muestra que <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> misericordia son lícitas y propias para hacer<strong>la</strong>s en<br />

el día <strong>de</strong>l Señor. Hay otras maneras <strong>de</strong> hacer el bien en los días <strong>de</strong> reposo a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> adoración: aten<strong>de</strong>r al enfermo, aliviar al pobre, ayudar a los que necesitan alivio urgente, enseñar<br />

a los jóvenes a cuidar sus almas; estas obras hacen el bien: y <strong>de</strong>ben hacerse por amor y caridad, con<br />

humildad y abnegación, y serán aceptadas, Génesis iv, 7. —Esto tiene un significado espiritual,<br />

como otras sanida<strong>de</strong>s que obró Cristo. Por naturaleza nuestras manos están secas y por nosotros<br />

mismos somos incapaces <strong>de</strong> hacer nada que sea bueno. Sólo Cristo nos cura por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su<br />

gracia; Él sana <strong>la</strong> mano seca poniendo vida en el alma muerta; obra en nosotros tanto el querer como<br />

el hacer: porque, con el mandamiento, hay una promesa <strong>de</strong> gracia dada por <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra.<br />

Vv. 14—21. Los fariseos hicieron consulta para hal<strong>la</strong>r alguna acusación contra Jesús para<br />

con<strong>de</strong>narlo a muerte. Consciente <strong>de</strong> <strong>la</strong> intención <strong>de</strong> ellos, Él se retiró <strong>de</strong> ese lugar, porque su tiempo<br />

no había llegado. —El rostro no correspon<strong>de</strong> más exactamente al rostro reflejado en el agua, que el<br />

carácter <strong>de</strong> Cristo esbozado por el profeta con su temperamento y conducta <strong>de</strong>scrito por los<br />

evangelistas. Encomen<strong>de</strong>mos con alegre confianza nuestras almas a un Amigo tan bueno y fiel.<br />

Lejos <strong>de</strong> romper<strong>la</strong>, fortalecerá <strong>la</strong> caña quebrada; lejos <strong>de</strong> apagar el pábilo humeante, o casi<br />

extinguido, más bien Él sop<strong>la</strong>rá para avivar <strong>la</strong> l<strong>la</strong>ma. Desechemos <strong>la</strong>s contiendas y los <strong>de</strong>bates<br />

airados; recibámonos unos a otros como Cristo nos recibe. Y mientras estemos animados por <strong>la</strong><br />

bondad <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> nuestro Señor, <strong>de</strong>bemos orar que su Espíritu repose en nosotros y nos haga<br />

capaces <strong>de</strong> imitar su ejemplo.<br />

Vv. 22—30. Un alma sometida al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Satanás, y cautivada por él, está ciega a <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong><br />

Dios y muda ante el trono <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia; nada ve y nada dice a propósito. Satanás ciega los ojos con <strong>la</strong><br />

incredulidad; y sel<strong>la</strong> los <strong>la</strong>bios <strong>de</strong> <strong>la</strong> oración. Mientras más gente magnificaba a Cristo, más <strong>de</strong>seosos<br />

<strong>de</strong> injuriarlo estaban los fariseos. Era evi<strong>de</strong>nte que si Satanás ayudaba a Jesús a expulsar <strong>de</strong>monios,<br />

¡el reino <strong>de</strong>l infierno estaba dividido contra sí mismo, entonces, cómo podría resistir! Y si <strong>de</strong>cían que<br />

Jesús echaba fuera <strong>de</strong>monios por el príncipe <strong>de</strong> los <strong>de</strong>monios, no podían probar que sus hijos los<br />

echaran por algún otro po<strong>de</strong>r. Hay dos gran<strong>de</strong>s intereses en el mundo; y cuando los espíritus<br />

inmundos son expulsados por el Espíritu Santo, en <strong>la</strong> conversión <strong>de</strong> los pecadores a una vida <strong>de</strong> fe y<br />

obediencia, ha llegado a nosotros el reino <strong>de</strong> Dios. Todos los que no ayudan, ni se regocijan con esa<br />

c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> cambio, están contra Cristo.<br />

Vv. 31, 32. He aquí una bondadosa seguridad <strong>de</strong>l perdón <strong>de</strong> todo pecado en <strong>la</strong>s condiciones <strong>de</strong>l<br />

evangelio. Cristo sienta aquí el ejemplo para que los hijos <strong>de</strong> los hombres estén dispuestos para<br />

perdonar <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que se dicen contra ellos. Pero los creyentes humil<strong>de</strong>s y conscientes son<br />

tentados, a veces, para que piensen que han cometido el pecado imperdonable, mientras los que más<br />

se aproximan a eso, rara vez tienen algún temor por ello. Po<strong>de</strong>mos tener <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong> que los que<br />

indudablemente se arrepienten y creen el evangelio, no han cometido este pecado o algún otro <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

misma c<strong>la</strong>se; porque el arrepentimiento y <strong>la</strong> fe son dones especiales <strong>de</strong> Dios que no otorgaría a<br />

ningún hombre si estuviera <strong>de</strong>cidido a no perdonarle; los que temen haber cometido este pecado, dan<br />

una buena señal <strong>de</strong> que no. El pecador tembloroso y contrito tiene en sí mismo el testimonio <strong>de</strong> que<br />

no es así en su caso.

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