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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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significó que <strong>la</strong> persona <strong>de</strong> Pedro era <strong>la</strong> roca. Sin duda que el mismo Cristo es <strong>la</strong> Roca, el<br />

fundamento probado <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia; y ¡ay <strong>de</strong> aquel que intente poner otro! La confesión <strong>de</strong> Pedro es<br />

esta roca en cuanto doctrina. Si Jesús no fuera el Cristo, los que Él posee no son <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia, sino<br />

engañadores y engañados. Nuestro Señor <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra luego <strong>la</strong> autoridad con que Pedro sería investido. Él<br />

habló en nombre <strong>de</strong> sus hermanos y esto lo re<strong>la</strong>cionaba a ellos con Él. Ellos no tenían conocimiento<br />

certero <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> los hombres, y estaban propensos a errores y pecados en su conducta; pero<br />

ellos fueron guardados libres <strong>de</strong> error al establecer el camino <strong>de</strong> aceptación y <strong>de</strong> salvación, <strong>la</strong> reg<strong>la</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> obediencia, el carácter y <strong>la</strong> experiencia <strong>de</strong>l creyente, y <strong>la</strong> con<strong>de</strong>nación final <strong>de</strong> los incrédulos e<br />

hipócritas. En tales materias su <strong>de</strong>cisión era recta y confirmada en el cielo. Pero todas <strong>la</strong>s<br />

pretensiones <strong>de</strong> cualquier hombre, sean <strong>de</strong> <strong>de</strong>satar o atar los pecados <strong>de</strong> los hombres, son b<strong>la</strong>sfemas<br />

y absurdas. Nadie pue<strong>de</strong> perdonar pecados sino so<strong>la</strong>mente Dios. Y este atar y <strong>de</strong>satar en el lenguaje<br />

corriente <strong>de</strong> los judíos, significaba prohibir y permitir, o enseñar lo que es legal o ilegal.<br />

Vv. 21—23. Cristo reve<strong>la</strong> pau<strong>la</strong>tinamente su pensamiento a su pueblo. Des<strong>de</strong> esa época, cuando<br />

los apóstoles hicieron <strong>la</strong> confesión completa <strong>de</strong> Cristo, que era el Hijo <strong>de</strong> Dios, empezó a hab<strong>la</strong>rles<br />

<strong>de</strong> sus sufrimientos. Dijo esto para corregir los errores <strong>de</strong> sus discípulos sobre <strong>la</strong> pompa y po<strong>de</strong>r<br />

externos <strong>de</strong> su reino. Quienes sigan a Cristo no <strong>de</strong>ben esperar cosas gran<strong>de</strong>s ni elevadas en este<br />

mundo. Pedro quería que Cristo aborreciera el sufrimiento tanto como él, pero nos equivocamos si<br />

medimos el amor y <strong>la</strong> paciencia <strong>de</strong> Cristo por los nuestros. No leemos <strong>de</strong> nada que haya dicho o<br />

hecho alguno <strong>de</strong> sus discípulos, en algún momento, que <strong>de</strong>jara ver que Cristo se resintió tanto como<br />

al oír esto. Quienquiera que nos saque <strong>de</strong> lo que es bueno y nos haga temer que hacemos <strong>de</strong>masiado<br />

por Dios, hab<strong>la</strong> el lenguaje <strong>de</strong> Satanás. Lo que parezca ser tentación a pecar <strong>de</strong>be ser resistido con<br />

horror y no ser consi<strong>de</strong>rado. Los que renuncian a sufrir por Cristo, saborean más <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong>l<br />

hombre que <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> Dios.<br />

Vv. 24—28. Un verda<strong>de</strong>ro discípulo <strong>de</strong> Cristo es aquel que lo sigue en el <strong>de</strong>ber y lo seguirá a <strong>la</strong><br />

gloria. Es uno que anda en el mismo camino que anduvo Cristo, guiado por su Espíritu, y va en sus<br />

pasos, don<strong>de</strong>quiera que vaya. —―Niéguese a sí mismo‖. Si negarse a sí mismo es lección dura, no es<br />

más <strong>de</strong> lo que aprendió y practicó nuestro Maestro, para redimirnos y enseñarnos. ―Tome su cruz‖.<br />

Aquí se pone cruz por todo problema que nos sobrevenga. Somos buenos para pensar que po<strong>de</strong>mos<br />

llevar mejor <strong>la</strong> cruz ajena que <strong>la</strong> propia; pero mejor es lo que nos está asignado, y <strong>de</strong>bemos hacer lo<br />

mejor <strong>de</strong> ello. No <strong>de</strong>bemos, por nuestra precipitación y necedad, acarrearnos cruces a nuestras<br />

cabezas, sino tomar<strong>la</strong>s cuando estén en nuestro camino. —Si un hombre tiene el nombre y crédito <strong>de</strong><br />

un discípulo, siga a Cristo en <strong>la</strong> obra y el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>l discípulo. Si todas <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong>l mundo nada<br />

valen cuando se comparan con <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l cuerpo, ¡qué fuerte el mismo argumento acerca <strong>de</strong>l alma y<br />

su estado <strong>de</strong> dicha o miseria eterna! Miles pier<strong>de</strong>n sus almas por <strong>la</strong> ganancia más frívo<strong>la</strong> o <strong>la</strong><br />

indulgencia más indigna, sí, a menudo por solo pereza o negligencia. Cualquiera sea el objeto por el<br />

cual los hombres <strong>de</strong>jan a Cristo, ese es el precio con que Satanás compra sus almas. Pero un alma es<br />

más valiosa que todo el mundo. Este es el juicio <strong>de</strong> Cristo para <strong>la</strong> materia; conocía el precio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

almas, porque <strong>la</strong>s rescató; ni hubiera subvalorado al mundo, porque lo hizo. El transgresor<br />

moribundo no pue<strong>de</strong> comprar una hora <strong>de</strong> alivio para buscar misericordia para su alma que perece.<br />

Entonces, aprendamos justamente a valorar nuestra alma, y a Cristo como el único Salvador <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s.<br />

CAPÍTULO XVII<br />

Versículos 1—13. La transfiguración <strong>de</strong> Cristo. 14—21. Jesús expulsa un espíritu sordomudo. 22,<br />

23. Nuevamente predice sus sufrimientos. 24—27. Él obra un mi<strong>la</strong>gro para pagar el dinero <strong>de</strong>l<br />

tributo.

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