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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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merecía lo que le hacían. Creyó que Jesús sufría injustamente. Observe su fe en esta oración. Cristo<br />

estaba sumido en lo hondo <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>sgracia, sufriendo como un engañador sin ser librado por su<br />

Padre. Hizo esta profesión antes que mostrara los prodigios, que dieron honra a los sufrimientos <strong>de</strong><br />

Cristo, y asombraron al centurión. Creyó en una vida veni<strong>de</strong>ra, y <strong>de</strong>seó ser feliz en esa vida; no<br />

como el otro <strong>la</strong>drón, que solo quería ser salvado <strong>de</strong> <strong>la</strong> cruz. Véase su humildad en esta oración. Todo<br />

lo que pi<strong>de</strong> es, Señor, acuérdate <strong>de</strong> mí, <strong>de</strong>jando enteramente en manos <strong>de</strong> Jesús el cómo recordarlo.<br />

Así fue humil<strong>la</strong>do en el arrepentimiento verda<strong>de</strong>ro, y dio todos los frutos <strong>de</strong>l arrepentimiento que<br />

permitieron sus circunstancias. —Cristo en <strong>la</strong> cruz muestra como Cristo en el trono. Aunque estaba<br />

en <strong>la</strong> lucha y agonía más gran<strong>de</strong>s, aun así, tuvo piedad <strong>de</strong> un pobre penitente. Por este acto <strong>de</strong> gracia<br />

tenemos que compren<strong>de</strong>r que Jesucristo murió para abrir el cielo a todos los creyentes penitentes y<br />

obedientes. Es un solo caso en <strong>la</strong> Escritura; <strong>de</strong>be enseñarnos a no <strong>de</strong>sesperar <strong>de</strong> nada, y que nadie<br />

<strong>de</strong>biera <strong>de</strong>sesperar; pero, para que no se cometa abuso se pone en contraste con el estado espantoso<br />

<strong>de</strong>l otro <strong>la</strong>drón que se endureció en <strong>la</strong> incredulidad, aunque tenía tan cerca al Salvador crucificado.<br />

Téngase <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong> que, en general, los hombres mueren como viven.<br />

Vv. 44—49. Aquí tenemos <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Cristo magnificada por los prodigios que <strong>la</strong><br />

acompañaron, y su muerte explicada por <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras con que expiró su alma. Estaba dispuesto a<br />

ofrendarse. Procuremos glorificar a Dios por el arrepentimiento verda<strong>de</strong>ro y <strong>la</strong> conversión;<br />

protestando contra los que crucificaron al Salvador; por una vida santa, justa y sobria; y empleando<br />

nuestros talentos al servicio <strong>de</strong> aquel que murió y resucitó por nosotros.<br />

Vv. 50—56. Aunque no se jacten <strong>de</strong> una profesión <strong>de</strong> fe externa hay muchos que como José <strong>de</strong><br />

Arimatea, cuando se presenta <strong>la</strong> ocasión están más dispuestos que otros que hacen mucho ruido, a<br />

efectuar un servicio verda<strong>de</strong>ro. —Cristo fue sepultado con prisa, porque se acercaba el día <strong>de</strong> reposo.<br />

Llorar no <strong>de</strong>be estorbar al sembrar. Aunque estaban llorando <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> su Señor aun así, <strong>de</strong>bían<br />

prepararse para mantener santo el día <strong>de</strong> reposo. Cuando se acerca el día <strong>de</strong> reposo <strong>de</strong>be haber<br />

preparativos. Nuestros asuntos mundanos <strong>de</strong>ben ser or<strong>de</strong>nados en forma tal que no nos impidan<br />

hacer <strong>la</strong> obra <strong>de</strong>l día <strong>de</strong> reposo; y nuestros afectos santos <strong>de</strong>ben ser tan estimu<strong>la</strong>dos que nos guíen a<br />

cumplir<strong>la</strong>. Cualquiera sea <strong>la</strong> obra que emprendamos, o como sean afectados nuestros corazones, no<br />

fallemos en prepararnos para el santo día <strong>de</strong> reposo y mantenerlo santo, porque es el día <strong>de</strong>l Señor.<br />

CAPÍTULO XXIV<br />

Versículos 1—12. La resurrección <strong>de</strong> Cristo. 13—27. Se aparece a dos discípulos en el camino a<br />

Emaús. 28—35. Se da a conocer a ellos. 36—49. Cristo se aparece a otros discípulos. 50—53.<br />

Su ascensión.<br />

Vv. 1—12. Véase el afecto y el respeto que <strong>la</strong>s mujeres <strong>de</strong>mostraron hacia Cristo, <strong>de</strong>spués que murió<br />

y fue sepultado. Obsérvese <strong>la</strong> sorpresa cuando hal<strong>la</strong>ron removida <strong>la</strong> piedra y vacía <strong>la</strong> tumba. Los<br />

cristianos suelen quedar confundidos con lo que <strong>de</strong>biera conso<strong>la</strong>rlos y animarlos. Esperaban hal<strong>la</strong>r a<br />

su Maestro en su sudario, en vez <strong>de</strong> ángeles en ropajes refulgentes. Los ángeles les aseguraron que<br />

había resucitado <strong>de</strong> entre los muertos; ha resucitado por su po<strong>de</strong>r. Estos ángeles <strong>de</strong>l cielo no traen un<br />

evangelio nuevo, pero recuerdan a <strong>la</strong>s mujeres <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> Cristo, y les enseñan a aplicar<strong>la</strong>s. —<br />

Po<strong>de</strong>mos maravil<strong>la</strong>rnos <strong>de</strong> estos discípulos, que creían que Jesús es el Hijo <strong>de</strong> Dios y el Mesías<br />

verda<strong>de</strong>ro, a los que tan a menudo les había dicho que <strong>de</strong>bía morir y resucitar, y luego entrar en su<br />

gloria, y que en más <strong>de</strong> una ocasión le habían visto resucitar muertos, pudieran tardar tanto en creer<br />

en su resurrección por su po<strong>de</strong>r. Todos nuestros errores en <strong>la</strong> religión surgen <strong>de</strong> ignorar u olvidar <strong>la</strong>s<br />

pa<strong>la</strong>bras que Cristo ha dicho. —Ahora Pedro corre al sepulcro, él que tan recientemente había huido

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