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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 3—7. Las consi<strong>de</strong>raciones más tranquilizantes en <strong>la</strong> aflicción hay que buscar<strong>la</strong>s en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra<br />

<strong>de</strong> Dios. ¿Qué fue lo que dijo Dios? Aunque el corazón <strong>de</strong> Aarón <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haber estado lleno <strong>de</strong><br />

angustia y consternación, en silenciosa sumisión honró <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong>l golpe. Cuando Dios nos<br />

corrige, a nosotros o a los nuestros, por el pecado es <strong>de</strong>ber nuestro aceptar el castigo y <strong>de</strong>cir, Jehová<br />

es; haga lo que bien le pareciere. —Cada vez que adoramos a Dios, nos acercamos a Él como<br />

sacerdotes espirituales. Esto <strong>de</strong>be ponernos muy serios en todos los actos <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción. Cuando nos<br />

acercamos a Dios, nos concierne a todos hacer todo ejercicio religioso, como quienes creen que el<br />

Dios con quien tenemos que ver, es el Dios santo. Él se vengará <strong>de</strong> aquellos que profanan su sagrado<br />

nombre usándolo livianamente.<br />

Vv. 8—11. No bebáis vino ni bebidas fuertes. Estaban prohibidas a los sacerdotes durante el<br />

tiempo en que ministraban. Se exige <strong>de</strong> los ministros <strong>de</strong>l evangelio que no sean dados al vino, 1<br />

Timoteo iii, 3. Dice: Para que no muráis; muráis mientras estéis bebidos. El riesgo <strong>de</strong> muerte al cual<br />

estamos expuestos continuamente <strong>de</strong>be comprometernos a todos a ser sobrios.<br />

Vv. 12—20. Las aflicciones <strong>de</strong>bieran estimu<strong>la</strong>rnos a cumplir nuestro <strong>de</strong>ber, en vez <strong>de</strong> alejarnos.<br />

Pero nuestra ineptitud para el <strong>de</strong>ber, cuando es natural y no pecaminosa, nos permitirá que tengamos<br />

gran<strong>de</strong>s concesiones a causa <strong>de</strong> el<strong>la</strong>; Dios tendrá misericordia y no sacrificio. —Aprovechemos <strong>la</strong><br />

solemne advertencia que transmite esta historia. Cuando los profesantes vienen a adorador con celo<br />

sin conocimiento, con afecto carnal y pensamientos triviales, vanos, ligeros y terrenales, artificios<br />

todos <strong>de</strong> <strong>la</strong> adoración según <strong>la</strong> propia voluntad, en lugar <strong>de</strong> ofrendar alma y espíritu, entonces es<br />

cuando se encien<strong>de</strong> el incienso con un fuego que no vino <strong>de</strong>l cielo, que el Espíritu <strong>de</strong>l santo Dios<br />

nunca puso a<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su corazón.<br />

CAPÍTULO XI<br />

Animales limpios e inmundos<br />

Estas leyes parecen haberse concebido: —1. Como prueba <strong>de</strong> <strong>la</strong> obediencia <strong>de</strong>l pueblo, <strong>de</strong> <strong>la</strong> manera<br />

que se prohibió a Adán comer <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia; a<strong>de</strong>más, para enseñarles a negarse a sí mismos<br />

y a gobernar sus apetitos. —2. Para que los israelitas se conservaran diferentes <strong>de</strong> otras naciones.<br />

Muchos <strong>de</strong> los animales prohibidos eran también objeto <strong>de</strong> superstición e ido<strong>la</strong>tría entre los paganos.<br />

—3. El pueblo aprendía a hacer distinción entre lo santo e impío en sus amista<strong>de</strong>s y en <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones<br />

más cercanas. —4. La ley prohibía no sólo comer animales inmundos; tampoco <strong>de</strong>bían tocarlos. Los<br />

que <strong>de</strong>ben guardarse <strong>de</strong> todo pecado <strong>de</strong>ben ser cuidadosos para evitar todas <strong>la</strong>s tentaciones o<br />

acercarse a lo que pue<strong>de</strong> tentarlos. —Las excepciones son muy minuciosas, y todas tienen el<br />

objetivo <strong>de</strong> pedir cuidado y exactitud constante en <strong>la</strong> obediencia, y enseñarnos a obe<strong>de</strong>cer. Aunque<br />

disfrutamos <strong>de</strong> nuestra libertad cristiana y estamos libres <strong>de</strong> tales observancias abrumadoras,<br />

<strong>de</strong>bemos tener cuidado para no abusar <strong>de</strong> nuestra libertad. Porque el Señor ha redimido y l<strong>la</strong>mado a<br />

su pueblo para que sea santo, como Él es santo. Debemos salir <strong>de</strong>l mundo y apartarnos <strong>de</strong> él;<br />

tenemos que <strong>de</strong>jar <strong>la</strong> compañía <strong>de</strong> los impíos y todas <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones innecesarias con quienes están<br />

muertos en pecado; tenemos que ser celosos <strong>de</strong> buenas obras, seguidores <strong>de</strong>votos <strong>de</strong> Dios y<br />

compañeros <strong>de</strong> su pueblo.<br />

CAPÍTULO XII

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