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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO III<br />

Versículos 1—7. Las cualida<strong>de</strong>s y <strong>la</strong> conducta <strong>de</strong> los obispos <strong>de</strong>l evangelio. 8—13. De los diáconos<br />

y sus esposas. 14—16. La razón para escribir sobre estos y otros asuntos <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia.<br />

Vv. 1—7. Si un hombre <strong>de</strong>sea el oficio pastoral, y por amor a Cristo y a los hombres, está dispuesto<br />

a negarse a sí mismo, y pasar privaciones para <strong>de</strong>dicarse a ese servicio, <strong>de</strong>biera tratar <strong>de</strong> <strong>de</strong>dicarse a<br />

<strong>la</strong> buena obra, y su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>be ser aprobado, siempre y cuando estuviera preparado para el oficio. El<br />

ministro <strong>de</strong>be dar tan poca ocasión para ser culpado, para que su oficio no sufra reproche. Debe ser<br />

sobrio, pru<strong>de</strong>nte, <strong>de</strong>coroso en todos sus actos, y en el uso <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s bendiciones terrenales. La<br />

sobriedad y <strong>la</strong> vigi<strong>la</strong>ncia van juntas en <strong>la</strong> Escritura, porque se asisten una a <strong>la</strong> otra. Las familias <strong>de</strong><br />

los ministros <strong>de</strong>ben ser ejemplos <strong>de</strong>l bien para todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más familias. Debemos cuidarnos <strong>de</strong>l<br />

orgullo; es un pecado que volvió en diablos a los ángeles. Debe tener buena reputación entre sus<br />

vecinos, y ser irreprensible en su vida anterior. —Para estimu<strong>la</strong>r a todos los ministros fieles tenemos<br />

<strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> <strong>la</strong> promesa <strong>de</strong> Cristo: He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin <strong>de</strong>l<br />

mundo, Mateo xxviii, 20. Él equipará a sus ministros para su obra y los hará pasar en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

dificulta<strong>de</strong>s con consuelo y recompensará su fi<strong>de</strong>lidad.<br />

Vv. 8—13. Los diáconos fueron primeramente nombrados para distribuir <strong>la</strong> caridad <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia<br />

y administrar sus intereses, aunque había entre ellos pastores y evangelistas. Los diáconos tenían el<br />

encargo <strong>de</strong> una tarea importante. Deben ser hombres serios, responsables, pru<strong>de</strong>ntes. No es bueno<br />

que <strong>la</strong> confianza pública sea <strong>de</strong>positada en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> cualquiera hasta que sean hal<strong>la</strong>dos aptos<br />

para el negocio que se les confiará. —Todos los emparentados con los ministros <strong>de</strong>ben poner gran<br />

cuidado <strong>de</strong> andar como correspon<strong>de</strong> al evangelio <strong>de</strong> Cristo.<br />

Vv. 14—16. La iglesia es <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> Dios, Él habita ahí. La iglesia sostiene <strong>la</strong> Escritura y <strong>la</strong><br />

doctrina <strong>de</strong> Cristo como una columna sostiene una proc<strong>la</strong>ma. Cuando <strong>la</strong> iglesia <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser columna<br />

y baluarte <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad, po<strong>de</strong>mos y <strong>de</strong>bemos abandonar<strong>la</strong>, porque nuestra consi<strong>de</strong>ración por <strong>la</strong><br />

verdad <strong>de</strong>be estar primero y ser muy gran<strong>de</strong>. El misterio <strong>de</strong> <strong>la</strong> piedad es Cristo. Él es Dios que fue<br />

hecho carne y fue manifestado en carne. Agradó a Dios manifestarse a los hombres por su propio<br />

Hijo que tomó <strong>la</strong> naturaleza humana. Aunque reprochado como pecador y se dio <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> un<br />

malhechor, Cristo resucitó por el Espíritu, y así fue justificado <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s acusaciones falsas con<br />

que fue cargado. Los ángeles le atendieron, porque Él es el Señor <strong>de</strong> los ángeles. Los gentiles<br />

acogieron bien el evangelio que los judíos rechazaron. Recor<strong>de</strong>mos que Dios fue manifiesto en carne<br />

para quitar nuestros pecados, para redimirnos <strong>de</strong> toda iniquidad y purificar para sí un pueblo<br />

peculiar, celoso <strong>de</strong> buenas obras. Estas doctrinas <strong>de</strong>ben ser exhibidas por el fruto <strong>de</strong>l Espíritu en<br />

nuestras vidas.<br />

CAPÍTULO IV<br />

Versículos 1—5. De los <strong>de</strong>svíos <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe que ya empezaban a surgir. 6—16. Varias instrucciones<br />

con los motivos para el cumplimiento <strong>de</strong> los <strong>de</strong>beres.<br />

Vv. 1—5. En el Antiguo Testamento y en el Nuevo el Espíritu Santo habló <strong>de</strong> una apostasía general<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> fe en Cristo y <strong>de</strong> <strong>la</strong> pura adoración <strong>de</strong> Dios. Esto <strong>de</strong>bería ocurrir durante <strong>la</strong> dispensación<br />

cristiana, porque es l<strong>la</strong>mada los postreros tiempos. Los falsos maestros prohíben por malo lo que<br />

Dios ha permitido, y mandan como <strong>de</strong>ber lo que Él <strong>de</strong>jó como indiferente. Encontramos ocasión

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