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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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pecado introdujo <strong>la</strong> muerte al mundo: si Adán no hubiera pecado, no habría muerto. Él cedió a <strong>la</strong><br />

tentación pero el Salvador <strong>la</strong> resistió. ¡Cuán admirablemente <strong>la</strong> satisfacción <strong>de</strong> nuestro Señor Jesús,<br />

por su muerte y sufrimientos, respondió a <strong>la</strong> sentencia dictada contra nuestros primeros padres!<br />

¿Entraron los dolores <strong>de</strong> parto a causa <strong>de</strong>l pecado? Leemos <strong>de</strong>l fruto <strong>de</strong> <strong>la</strong> aflicción <strong>de</strong>l alma <strong>de</strong><br />

Cristo, Isaías, liii, 11; y los dolores <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte que lo retuvo, son así l<strong>la</strong>mados, Hechos ii, 24.<br />

¿Entró el quedar bajo <strong>la</strong> ley con el pecado? Cristo nació bajo <strong>la</strong> ley, Gá<strong>la</strong>tas iv, 4. ¿Entró <strong>la</strong><br />

maldición con el pecado? Cristo fue hecho maldición por nosotros, y murió una muerte maldita,<br />

Gá<strong>la</strong>tas iii, 13. ¿Vinieron <strong>la</strong>s espinas con el pecado? Él fue coronado con espinas por nosotros. ¿El<br />

sudor llega a causa <strong>de</strong>l pecado? Él sudó por nosotros, y su sudor fue como gran<strong>de</strong>s gotas <strong>de</strong> sangre.<br />

¿Llegó el dolor con el pecado? Él fue un varón <strong>de</strong> dolores; en su agonía su alma estuvo sobre manera<br />

dolorida. ¿Vino <strong>la</strong> muerte con el pecado? Él se hizo obediente hasta <strong>la</strong> muerte. Así, <strong>la</strong> venda es tan<br />

gran<strong>de</strong> como <strong>la</strong> herida. Bendito sea Dios por su Hijo nuestro Señor Jesucristo.<br />

Vv. 20, 21. Dios le puso nombre al hombre y lo l<strong>la</strong>mó Adán, que significa tierra roja; Adán le<br />

puso nombre a <strong>la</strong> mujer y <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mó Eva, esto es, vida. Adán lleva el nombre <strong>de</strong>l cuerpo mortal, Eva el<br />

<strong>de</strong>l alma viva. Probablemente Adán haya tenido en cuenta <strong>la</strong> bendición <strong>de</strong> un Re<strong>de</strong>ntor, <strong>la</strong> Simiente<br />

prometida, al l<strong>la</strong>mar Eva o vida a su esposa; pues Él sería <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> todos los creyentes, y en Él<br />

serían benditas todas <strong>la</strong>s familias <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra. —Véase, a<strong>de</strong>más, el cuidado <strong>de</strong> Dios por nuestros<br />

primeros padres a pesar <strong>de</strong> su pecado. La vestimenta se introdujo con el pecado. Poca razón tenemos<br />

al enorgullecernos <strong>de</strong> nuestras ropas que no son sino <strong>la</strong> insignia <strong>de</strong> nuestra vergüenza. Cuando Dios<br />

hizo ropa para nuestros primeros padres, <strong>la</strong>s hizo abrigadoras y fuertes, rústicas y muy sencil<strong>la</strong>s; no<br />

mantos <strong>de</strong> escar<strong>la</strong>ta sino túnicas <strong>de</strong> pieles. Que quienes están pobremente vestidos aprendan <strong>de</strong> aquí<br />

a no quejarse. Teniendo comida y abrigo, que estén contentos; ellos están tan bien como Adán y Eva.<br />

Que aquellos que están finamente vestidos, aprendan a no hacer <strong>de</strong> <strong>la</strong>s vestimentas su adorno. —Se<br />

supone que <strong>la</strong>s bestias, <strong>de</strong> cuyas pieles los vistió Dios, fueron muertas, no para comida <strong>de</strong>l hombre,<br />

sino para sacrificio, para tipificar a Cristo, el gran Sacrificio. Adán y Eva se hicieron <strong>de</strong><strong>la</strong>ntales <strong>de</strong><br />

hojas <strong>de</strong> higuera, cubierta <strong>de</strong>masiado estrecha para envolverlos, Isaías xxviii, 20. Tales son todos los<br />

trapos <strong>de</strong> nuestra justicia propia. Pero Dios les hizo túnicas <strong>de</strong> pieles, gran<strong>de</strong>s, firmes, durables y <strong>de</strong><br />

su medida: tal es <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Cristo; por tanto, vestíos <strong>de</strong>l Señor Jesucristo.<br />

Vv. 22—24. Dios expulsó al hombre; le dijo que ya no <strong>de</strong>bía ocupar ni disfrutar ese huerto: pero<br />

al hombre le gustaba el lugar y no estaba dispuesto a irse, por tanto, Dios lo hizo salir. Esto significó<br />

<strong>la</strong> exclusión <strong>de</strong> él y toda su raza culpable <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunión con Dios, que era <strong>la</strong> bendición y <strong>la</strong> gloria<br />

<strong>de</strong>l paraíso. Pero el hombre fue so<strong>la</strong>mente enviado a <strong>la</strong>brar el suelo <strong>de</strong>l cual fue tomado. Él fue<br />

enviado a un lugar <strong>de</strong> trabajo arduo, no a un lugar <strong>de</strong> tormento. Nuestros primeros padres fueron<br />

excluidos <strong>de</strong> los privilegios <strong>de</strong> su estado <strong>de</strong> inocencia, aunque no fueron librados a <strong>la</strong> <strong>de</strong>sesperación.<br />

—Se cerró el camino al árbol <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida. De ahí en a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte sería en vano que él y los suyos<br />

esperaran rectitud, vida y felicidad por el pacto <strong>de</strong> obras; porque al quebrantar el mandamiento <strong>de</strong><br />

ese pacto, su maldición cobra plena vigencia: somos todos <strong>de</strong>struidos si somos juzgados por ese<br />

pacto. Dios reveló esto a Adán, no para llevarlo a <strong>la</strong> <strong>de</strong>sesperación, sino para animarlo a buscar <strong>la</strong><br />

vida y <strong>la</strong> felicidad en <strong>la</strong> Simiente prometida, por quien se abre ante nosotros un camino nuevo y vivo<br />

hacia el lugar santísimo.<br />

CAPÍTULO IV<br />

Versículos 1—7. El nacimiento, <strong>la</strong>bor y religión <strong>de</strong> Caín y Abel. 8—15. Caín mata a Abel—La<br />

maldición <strong>de</strong> Caín. 16—18. La conducta <strong>de</strong> Caín—Su familia. 19—24. Lamec y sus esposas—La<br />

<strong>de</strong>streza <strong>de</strong> los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> Caín. 25, 26. El nacimiento <strong>de</strong> otro hijo y nieto <strong>de</strong> Adán.

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