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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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será para ventaja nuestra, aunque ahora se piense que es contrario a nuestros intereses. Saúl se<br />

enfureció. ¡En qué bestias salvajes, y peor aún, convierte a los hombres <strong>la</strong> ira!<br />

Vv. 35—42. La separación <strong>de</strong> los dos amigos fieles fue triste para ambos, pero el caso <strong>de</strong> David<br />

era más <strong>la</strong>mentable, porque <strong>de</strong>jaba todas sus comodida<strong>de</strong>s, aun <strong>la</strong>s <strong>de</strong>l santuario <strong>de</strong> Dios. Los<br />

cristianos no <strong>de</strong>ben entristecerse como los que no tienen esperanza; puesto que son uno con Cristo,<br />

son uno mutuamente, y se encontrarán en su presencia <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> no mucho tiempo, para no separarse<br />

nunca más, y encontrarse don<strong>de</strong> enjugará Dios toda lágrima <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> ellos.<br />

CAPÍTULO XXI<br />

Versículos 1—9. David con Ahimelec. 10—15. David se finge loco en Gat.<br />

Vv. 1—9. David, en problemas, huyó al tabernáculo <strong>de</strong> Dios. Gran consuelo en el día difícil es que<br />

tengamos un Dios al cual acudir, al cual po<strong>de</strong>mos presentar nuestro caso y al cual po<strong>de</strong>mos pedir y<br />

esperar dirección. —David le dijo a Ahimelec una tremenda mentira. ¿Qué diremos a esto? La<br />

Escritura no lo oculta, y no nos atrevamos a justificarlo; estuvo mal hecho y tuvo ma<strong>la</strong>s<br />

consecuencias, porque ocasionó <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> los sacerdotes <strong>de</strong>l Señor. David, <strong>de</strong>spués reflexionó<br />

sobre esto con arrepentimento. David tenía gran fe y valor, pero ambos le fal<strong>la</strong>ron; cayó torpemente<br />

por temor y cobardía, y <strong>de</strong>bido a <strong>la</strong> <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> su fe. Si hubiera confiado correctamente en Dios, no<br />

hubiera usado ese cuento triste y pecaminoso para su supervivencia. Está escrito, no para que lo<br />

imitemos, ni siquiera en los mayores aprietos, sino como advertencia para nosotros. David pidió pan<br />

y espada a Ahimelec. Este supuso que podían comer <strong>de</strong>l pan <strong>de</strong> <strong>la</strong> proposición. El Hijo <strong>de</strong> David<br />

enseña, a partir <strong>de</strong> esto, que <strong>la</strong> misericordia es mejor que los sacrificios; que <strong>la</strong>s observancias rituales<br />

<strong>de</strong>ben dar preferencia a los <strong>de</strong>beres morales. —Doeg entró en el tabernáculo tanto como David. Poco<br />

sabemos con qué corazón viene <strong>la</strong> gente a <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> Dios, ni <strong>de</strong>l uso que harán <strong>de</strong> <strong>la</strong> pretendida<br />

<strong>de</strong>voción. Si muchos vienen con corazón sencillo a servir a su Dios, otros vienen a observar a sus<br />

maestros y se convierten en acusadores. Sólo Dios y lo que ocurra pue<strong>de</strong>n distinguir entre un David<br />

y un Doeg cuando ambos están en el tabernáculo.<br />

Vv. 10—15. El perseguido pueblo <strong>de</strong> Dios ha hal<strong>la</strong>do a menudo un mejor trato <strong>de</strong> los filisteos,<br />

que <strong>de</strong> los israelitas. David tenía razón para poner su confianza en Aquis, pero empezó a temer. Su<br />

conducta fue <strong>de</strong>gradante y se mostró vaci<strong>la</strong>nte en su fe y valor. Mientras más sencil<strong>la</strong>mente<br />

confiemos en Dios y le obe<strong>de</strong>zcamos, más cómoda y seguramente caminaremos por este<br />

problemático mundo.<br />

CAPÍTULO XXII<br />

Versículos 1—5. David en Adu<strong>la</strong>m—Muchos recurren a él. 6—19. Saúl <strong>de</strong>struye a los sacerdotes <strong>de</strong><br />

Nob. 20—23. Abiatar huye tras David.<br />

Vv. 1—5. Obsérvese los instrumentos débiles que a veces usa Dios para realizar sus propósitos. El<br />

Hijo <strong>de</strong> David está preparado para recibir a <strong>la</strong>s almas angustiadas que quedarán bajo su mando. Él<br />

recibe a todos los que acu<strong>de</strong>n a Él, por viles y miserables que sean; los transforma en un pueblo<br />

santo y los pone a su servicio: quienes reinarán con Él primero <strong>de</strong>ben conformarse con sufrir con Él

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