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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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pue<strong>de</strong> hacer que el peor <strong>de</strong> los lugares sirva al mejor <strong>de</strong> los propósitos. Esta fue una prueba <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe<br />

<strong>de</strong> José y María. Pero <strong>la</strong> fe <strong>de</strong> ellos, siendo probada, fue hal<strong>la</strong>da firme. Si nosotros y nuestros<br />

infantes estamos en problemas en cualquier tiempo, recor<strong>de</strong>mos los apremios en que estuvo Cristo<br />

cuando era un infante.<br />

Vv. 16—18. Hero<strong>de</strong>s mató todos los niños varones, no sólo <strong>de</strong> Belén, sino <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s al<strong>de</strong>as <strong>de</strong><br />

esa ciudad. La ira <strong>de</strong>senfrenada, armada con un po<strong>de</strong>r ilícito, a menudo lleva a los hombres a<br />

cruelda<strong>de</strong>s absurdas. No fue cosa injusta que Dios permitiera esto; cada vida es entregada a su<br />

justicia tan pronto como empieza. Las enfermeda<strong>de</strong>s y <strong>la</strong>s muertes <strong>de</strong> los pequeños son prueba <strong>de</strong>l<br />

pecado original. Pero el asesinato <strong>de</strong> estos niños fue su martirio. ¡Qué temprano empezó <strong>la</strong><br />

persecución contra Cristo y su reinado! —Hero<strong>de</strong>s creía que había obstruido <strong>la</strong>s profecías <strong>de</strong>l<br />

Antiguo Testamento, y los esfuerzos <strong>de</strong> los magos para hal<strong>la</strong>r a Cristo; pero el consejo <strong>de</strong>l Señor<br />

permanecerá por astutas y crueles que sean <strong>la</strong>s artimañas <strong>de</strong>l corazón <strong>de</strong> los hombres.<br />

Vv. 19—23. Egipto pue<strong>de</strong> servir por un tiempo como estadía o refugio, pero no para quedarse a<br />

vivir. Cristo fue enviado a <strong>la</strong>s ovejas perdidas <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> Israel, y a el<strong>la</strong>s <strong>de</strong>be retornar. Si miramos<br />

al mundo como a nuestro Egipto, el lugar <strong>de</strong> nuestra esc<strong>la</strong>vitud y exilio, y sólo al cielo como nuestro<br />

Canaán, nuestro hogar, nuestro reposo, <strong>de</strong>beremos levantarnos rápido y partir <strong>de</strong> aquí cuando seamos<br />

l<strong>la</strong>mados, como José salió <strong>de</strong> Egipto. —La familia <strong>de</strong>be establecerse en Galilea. Nazaret era lugar<br />

tenido en pobre estima, y Cristo fue crucificado con esta acusación, Jesús Nazareno. Don<strong>de</strong> quiera<br />

nos asigne <strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia los límites <strong>de</strong> nuestra habitación, <strong>de</strong>bemos esperar compartir el reproche<br />

<strong>de</strong> Cristo; aunque po<strong>de</strong>mos gloriarnos en ser l<strong>la</strong>mados por su nombre, seguros <strong>de</strong> que si sufrimos<br />

con Él también seremos glorificados con Él.<br />

CAPÍTULO III<br />

Versículos 1—6. Juan el Bautista.—Su predicación, su estilo <strong>de</strong> vida, y el bautismo. 7—12. Juan<br />

reprueba a los fariseos y a los saduceos. 13—17. El bautismo <strong>de</strong> Jesús.<br />

Vv. 1—6. Después <strong>de</strong> Ma<strong>la</strong>quías no hubo profeta hasta Juan el Bautista. Apareció primero en el<br />

<strong>de</strong>sierto <strong>de</strong> Ju<strong>de</strong>a. No era un <strong>de</strong>sierto <strong>de</strong>shabitado, sino parte <strong>de</strong>l país, no <strong>de</strong>nsamente pob<strong>la</strong>do ni<br />

muy ais<strong>la</strong>do. Ningún lugar es tan remoto como para excluirnos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s visitas <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia divina. —<br />

Predicaba <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong>l arrepentimiento: ―Arrepentíos‖. La pa<strong>la</strong>bra aquí usada implica un cambio<br />

total <strong>de</strong> modo <strong>de</strong> pensar: un cambio <strong>de</strong> juicio, <strong>de</strong> <strong>la</strong> disposición, y <strong>de</strong> los afectos, una inclinación<br />

diferente y mejor <strong>de</strong>l alma. Consi<strong>de</strong>ren sus caminos, cambien sus sus pensamientos: han pensado<br />

mal; piensen <strong>de</strong> nuevo y piensen bien. Los penitentes verda<strong>de</strong>ros tienen pensamientos <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong><br />

Cristo, <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> <strong>la</strong> santidad, <strong>de</strong> este mundo y <strong>de</strong>l otro, diferentes <strong>de</strong> los que que tuvieron. El<br />

cambio <strong>de</strong>l pensamiento produce un cambio <strong>de</strong> camino. Este es el arrepentimiento <strong>de</strong>l evangelio, el<br />

cual se produce al ver a Cristo, al captar su amor, y <strong>de</strong> <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> perdón por medio <strong>de</strong> Él. Es un<br />

gran estímulo para que nosotros nos arrepintamos; arrepentíos, porque vuestros pecados serán<br />

perdonados si os arrepentís. Volveos a Dios por el camino <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber, y Él, por medio <strong>de</strong> Cristo, se<br />

volverá a vosotros por el camino <strong>de</strong> <strong>la</strong> misericordia. Ahora es tan necesario que nos arrepintamos y<br />

nos humillemos para preparar el camino <strong>de</strong>l Señor, como lo era entonces. Hay mucho que hacer para<br />

abrir camino para Cristo en un alma, y nada más necesario que el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l pecado, y <strong>la</strong><br />

convicción <strong>de</strong> que no po<strong>de</strong>mos ser salvados por nuestra propia justicia. El camino <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong><br />

Satanás es un camino retorcido, pero para preparar un camino para Cristo es necesario en<strong>de</strong>rezar <strong>la</strong>s<br />

sendas, Hebreos xii, 13. —Quienes tienen por actividad l<strong>la</strong>mar a los <strong>de</strong>más a <strong>la</strong>mentar el pecado y a<br />

mortificarlo, <strong>de</strong>ben llevar una vida seria, una vida <strong>de</strong> abnegación y <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong>l mundo. Dando a

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