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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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mendigo. V. 14. Necedad es ser hal<strong>la</strong>do digno <strong>de</strong> elogio; es una tentación a enorgullecerse. Vv. 15,<br />

16. Las contiendas <strong>de</strong> un prójimo pue<strong>de</strong>n ser como una lluvia fuerte, que crea problemas por un<br />

tiempo; <strong>la</strong>s rencil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> esposa son como lluvia continua. V. 17. Se nos advierte que nos fijemos<br />

con quién conversamos. Se nos manda que tengamos en cuenta, al conversar, el hacernos<br />

mutuamente más sabios y mejores. V. 18. Aunque un l<strong>la</strong>mado sea <strong>la</strong>borioso y <strong>de</strong>spreciado, los que lo<br />

escuchan, hal<strong>la</strong>rán que hay algo que obtener por él. Dios es un Amo que se ha comprometido a<br />

honrar a los que le sirvan fielmente. V. 19. Un corazón corrupto es como otro; así son los corazones<br />

santificados: el primero lleva <strong>la</strong> misma imagen <strong>de</strong>l terrenal; el último, <strong>la</strong> misma imagen <strong>de</strong>l celestial.<br />

Vigilemos cuidadosamente nuestros corazones comparándolos con <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios. V. 20. Dos<br />

cosas se dicen aquí que nunca se satisfacen: <strong>la</strong> muerte y el pecado. Los apetitos <strong>de</strong> <strong>la</strong> mente carnal<br />

por el provecho o el p<strong>la</strong>cer siempre están <strong>de</strong>seando más. Aquellos cuyos ojos están vueltos al Señor,<br />

están satisfechos en Él y por siempre lo estarán. V. 21. La p<strong>la</strong>ta y el oro son probados metiéndolos<br />

en el horno y en el crisol; así es probado un hombre por el elogio. V. 22. Algunos son tan malos que<br />

hasta los métodos severos no logran su fin; ¿qué queda sino que sean rechazados? Solo el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

crear <strong>de</strong> nuevo <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios es capaz <strong>de</strong> efectuar un cambio. Vv. 23—27. Debemos tener<br />

algo que hacer en este mundo, y no vivir en ociosidad, y no meternos en lo que no enten<strong>de</strong>mos.<br />

Debemos ser diligentes y esforzanos mucho. Hagamos lo que podamos, pero aún así no se pue<strong>de</strong><br />

asegurar el mundo para nosotros, por tanto <strong>de</strong>bemos optar por una porción más dura<strong>de</strong>ra; pero por <strong>la</strong><br />

bendición <strong>de</strong> Dios para nuestro trabajo honesto, po<strong>de</strong>mos esperar disfrutar <strong>de</strong> <strong>la</strong>s bendiciones<br />

terrenales tanto como sea bueno para nosotros.<br />

CAPÍTULO XXVIII<br />

V. 1. El pecado acobarda a los hombres. Sean cuales sean <strong>la</strong>s dificulta<strong>de</strong>s que el justo encuentre en<br />

el camino <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber, no le intimidn. V. 2. Los pecados nacionales perturban el reposo público. V. 3.<br />

Si <strong>la</strong>s personas necesitadas tienen oportunidad para oprimir, su extorsión será más severa que <strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

los más ricos. V. 4. La gente ma<strong>la</strong> <strong>de</strong> ma<strong>la</strong> manera se fortalecen mutuamente. V. 5. Si un hombre<br />

busca al Señor es buena señal <strong>de</strong> que entien<strong>de</strong> mucho y es un buen medio para enten<strong>de</strong>r más. V. 6.<br />

El hombre pobre, piadoso y honesto es mejor que un rico impío y malo; pue<strong>de</strong> dar más consuelo y es<br />

una bendición más gran<strong>de</strong> para el mundo. V. 7. Los compañeros <strong>de</strong> los hombres revoltosos no sólo<br />

entristecen a sus padres; los avergüenzan. V. 8. Lo que es mal obtenido, aunque aumente mucho, no<br />

durará mucho. Así son recompensados los pobres y Dios es glorificado. V. 9. El pecador con cuyas<br />

oraciones Dios está airado, es uno que obstinadamente se niega a obe<strong>de</strong>cer los mandamientos <strong>de</strong><br />

Dios. V. 10. El éxito <strong>de</strong> los impíos es su propia miseria. V. 11. Los ricos son tan adu<strong>la</strong>dos que se<br />

creen superiores a los <strong>de</strong>más. V. 12. Hay gloria en <strong>la</strong> tierra cuando el justo tiene libertad. V. 13.<br />

Necedad es dar el gusto al pecado y excusarlo. El que oculta sus pecados no tendrá paz verda<strong>de</strong>ra. El<br />

que confiesa humil<strong>de</strong>mente sus pecados, con arrepentimiento y fe verda<strong>de</strong>ros, encontrará <strong>la</strong><br />

misericordia <strong>de</strong> Dios. El Hijo <strong>de</strong> Dios es una gran expiación. Bajo una profunda convicción <strong>de</strong> culpa<br />

y <strong>de</strong> peligro, po<strong>de</strong>mos pedir salvación <strong>de</strong> <strong>la</strong> misericordia que reina a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia para vida<br />

eterna por nuestro Señor Jesucristo. V. 14. Hay un temor que causa felicidad. La fe y el amor<br />

librarán <strong>de</strong>l temor a <strong>la</strong> <strong>de</strong>sgracia eterna, pero siempre <strong>de</strong>bemos tener temor <strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>r a Dios y<br />

temor <strong>de</strong> pecar contra Él. V. 15. A un gobernante malo, como lo l<strong>la</strong>memos, este versículo lo l<strong>la</strong>ma<br />

león rugiente y oso hambriento. V. 16. A los opresores les falta entendimiento: ellos no consi<strong>de</strong>ran<br />

su propia honra, tranquilidad y seguridad. V. 17. El asesino será acosado con terrores. Nadie <strong>de</strong>seará<br />

salvarlo <strong>de</strong>l merecido castigo, ni lo compa<strong>de</strong>cer. V. 18. La rectitud dará a los hombres una santa<br />

seguridad en los peores momentos, pero el falso y <strong>de</strong>shonesto nunca está seguro. V. 19. Los<br />

diligentes toman el camino para vivir cómodamente. V. 20. El camino verda<strong>de</strong>ro para ser feliz es ser<br />

santo y honesto; no formar repentinamente un patrimonio sin consi<strong>de</strong>rar bien ni mal. V. 21. El juicio

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