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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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puerta, y l<strong>la</strong>ma, Apocalipsis iii, 20. Los pórticos y <strong>la</strong>s puertas <strong>de</strong>l corazón tiene que ser abiertas para<br />

Él, como posesión que es entregada legítimamente a su dueño. —Po<strong>de</strong>mos aplicarlo a su segunda<br />

venida con po<strong>de</strong>r y gloria. Señor, abre <strong>la</strong>s puertas eternas <strong>de</strong> nuestra alma por tu gracia, para que<br />

ahora podamos recibirte y ser totalmente tuyos; y que, al final, seamos contados con tus santos en<br />

gloria.<br />

SALMO XXV<br />

Versículos 1—7. Confianza en <strong>la</strong> oración. 8—14. Oración por <strong>la</strong> remisión <strong>de</strong> los pecados. 15—22.<br />

Por ayuda en <strong>la</strong> aflicción.<br />

Vv. 1—7. Al adorar a Dios <strong>de</strong>bemos elevar nuestra alma a Él. Cierto es que nadie será avergonzado<br />

que, asistido por <strong>la</strong> fe, espere en Dios, y que por una esperanza <strong>de</strong> fe, espere por Él. El creyente más<br />

maduro necesita y <strong>de</strong>sea que Dios le enseñe. Si <strong>de</strong>seamos sinceramente conocer nuestro <strong>de</strong>ber, con<br />

<strong>la</strong> resolución <strong>de</strong> hacerlo, po<strong>de</strong>mos estar seguros que Dios nos dirigirá. —El salmista <strong>de</strong>sea<br />

fervientemente el perdón <strong>de</strong> sus pecados. Se dice que cuando Dios perdona el pecado, no lo recuerda<br />

más, lo cual <strong>de</strong>nota remisión plena. Es <strong>la</strong> bondad <strong>de</strong> Dios, no <strong>la</strong> nuestra, su misericordia, no nuestro<br />

mérito, lo que <strong>de</strong>be ser nuestro ruego al pedir el perdón <strong>de</strong> pecados, y todo el bien que necesitamos.<br />

Debemos <strong>de</strong>scansar en este argumento, sintiento nuestra propia indignidad y satisfechos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

riquezas <strong>de</strong> <strong>la</strong> misericordia y <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios. —¡Cuán ilimitada es <strong>la</strong> misericordia que cubre por<br />

siempre los pecados y <strong>la</strong>s neceda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una juventud pasada sin Dios y sin esperanza! Bendito sea el<br />

Señor que <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong>l gran Sacrificio pue<strong>de</strong> limpiar toda mancha.<br />

Vv. 8—14. Todos somos pecadores; y Cristo vino al mundo a salvar pecadores, a enseñar a los<br />

pecadores, a l<strong>la</strong>mar a los pecadores al arrepentimiento. Valoramos una promesa por el carácter <strong>de</strong><br />

quien <strong>la</strong> haga; por tanto, confiamos en <strong>la</strong>s promesas <strong>de</strong> Dios. Todas <strong>la</strong>s sendas <strong>de</strong>l Señor, esto es,<br />

todas sus promesas y todas sus provi<strong>de</strong>ncias, son misericordia y verdad. El pueblo <strong>de</strong> Dios pue<strong>de</strong> ver<br />

todos sus tratos el <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> su misericordia y el cumplimiento <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>bra, cualquiera sean <strong>la</strong>s<br />

aflicciones por <strong>la</strong>s cuales estén ahora siendo ejercitados. Todas <strong>la</strong>s sendas <strong>de</strong>l Señor son misericordia<br />

y verdad; y así será cuando lleguen al final <strong>de</strong> su jornada. Quienes son humil<strong>de</strong>s, que <strong>de</strong>sconfían <strong>de</strong><br />

sí mismos, y <strong>de</strong>sean ser enseñados y seguir <strong>la</strong> dirección divina, a estos guiará en juicio, esto es, por<br />

<strong>la</strong> reg<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra escrita, para hal<strong>la</strong>r el <strong>de</strong>scanso para sus almas en el Salvador. Aun cuando el<br />

cuerpo esté enfermo y dolorido, el alma pue<strong>de</strong> estar cómoda en Dios.<br />

Vv. 15—22. El salmista concluye, como empezó, expresando <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

Él. Bueno es esperar así y aguardar cal<strong>la</strong>damente <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong>l Señor. Y si Dios se vuelve a<br />

nosotros, no importa quien se vuelva <strong>de</strong> nosotros. Él alega su propia integridad. Aunque culpable<br />

ante Dios, para sus enemigos tenía el testimonio <strong>de</strong> conciencia <strong>de</strong> no haberles hecho mal. A <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga<br />

Dios dará a Israel <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> todos los enemigos que le ro<strong>de</strong>an. El Israel <strong>de</strong> Dios será<br />

perfectamente redimido en el cielo <strong>de</strong> todo problema. Bendito Salvador, nos has enseñado<br />

bondadosamente que sin ti nada po<strong>de</strong>mos hacer. Enséñanos a orar, a comparecer <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> ti en <strong>la</strong><br />

manera que elijas, y a elevar nuestro corazón y todos nuestros <strong>de</strong>seos hacia ti, porque tú eres el<br />

Señor, nuestra justicia.<br />

SALMO XXVI

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