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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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embriaguez es un pecado que nunca va solo, porque lleva a los hombres a otros males; es un pecado<br />

que provoca mucho a Dios. El ebrio da a su familia y a todo el mundo el triste espectáculo <strong>de</strong> un<br />

pecador endurecido más allá <strong>de</strong> lo corriente, y que se precipita a <strong>la</strong> perdición. Cuando estemos<br />

afligidos o agotados, no procuremos levantar nuestro ánimo con bebidas embriagantes, porque es<br />

abominable y dañino y sólo termina haciendo que se sientan más <strong>la</strong>s tristezas. Procuremos, entonces,<br />

por medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> oración ferviente, ser llenos con el Espíritu, y evitemos todo lo que pueda contristar<br />

a nuestros benigno Conso<strong>la</strong>dor. —Todo el pueblo <strong>de</strong> Dios tiene razón para cantar <strong>de</strong> júbilo. Aunque<br />

no siempre estemos cantando, <strong>de</strong>bemos estar siempre dando <strong>la</strong>s gracias; nunca nos <strong>de</strong>be faltar <strong>la</strong><br />

disposición para este <strong>de</strong>ber, porque nunca nos faltará tema a través <strong>de</strong> todo el <strong>de</strong>curso <strong>de</strong> nuestras<br />

vidas. Siempre aun en <strong>la</strong>s pruebas y <strong>la</strong>s aflicciones, y por todas <strong>la</strong>s cosas; satisfechos con el amoroso<br />

propósito y <strong>la</strong> ten<strong>de</strong>ncia al bien. Dios resguarda a los creyentes <strong>de</strong> pecar contra Él y los hace<br />

someterse unos a otros en todo lo que manda, para promover su gloria y cumplir sus <strong>de</strong>beres mutuos.<br />

Vv. 22—33. El <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> <strong>la</strong>s esposas es <strong>la</strong> sumisión en el Señor a sus maridos, lo cual compren<strong>de</strong><br />

honrarlos y obe<strong>de</strong>cerles por un principio <strong>de</strong> amor a ellos. El <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> los esposos es amar a sus<br />

esposas. El amor <strong>de</strong> Cristo a <strong>la</strong> Iglesia es el ejemplo, porque es sincero, puro y constante a pesar <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s fal<strong>la</strong>s <strong>de</strong> el<strong>la</strong>. Cristo se dio por <strong>la</strong> Iglesia para santificar<strong>la</strong> en este mundo y glorificar<strong>la</strong> en el<br />

veni<strong>de</strong>ro, para otorgar a todos sus miembros el principio <strong>de</strong> santidad y librarlos <strong>de</strong> <strong>la</strong> culpa, <strong>la</strong><br />

contaminación y el dominio <strong>de</strong>l pecado, por <strong>la</strong> obra <strong>de</strong>l Espíritu Santo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales su señal exterior<br />

es el bautismo. La Iglesia y los creyentes no carecerán <strong>de</strong> manchas y arrugas hasta que lleguen a <strong>la</strong><br />

gloria. Pero sólo los que son santificados ahora serán glorificados en el más allá. —Las pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong><br />

Adán mencionadas por el apóstol, se dicen literalmente sobre el matrimonio, pero tienen también un<br />

sentido oculto en el<strong>la</strong>s en re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> unión entre Cristo y su Iglesia. Era una especie <strong>de</strong> tipo, por<br />

su semejanza. Habrá fal<strong>la</strong>s y <strong>de</strong>fectos por ambos <strong>la</strong>dos, en el estado presente <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza<br />

humana, pero esto no altera <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción. Todos los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong>l matrimonio están incluidos en <strong>la</strong><br />

unidad y el amor. Mientras adoramos y nos regocijamos en el amor con<strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Cristo, los<br />

maridos y <strong>la</strong>s esposas aprendan sus <strong>de</strong>beres recíprocos. Así, se impedirán los peores males y se<br />

evitarán muchos efectos penosos.<br />

CAPÍTULO VI<br />

Versículos 1—4. Los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> hijos y padres. 5—9. De los siervos y los amos. 10—18. Todos los<br />

cristianos <strong>de</strong>ben ponerse <strong>la</strong> armadura contra los enemigos <strong>de</strong> sus almas. 19—24. El apóstol<br />

<strong>de</strong>sea sus oraciones, y termina con su bendición apostólica.<br />

Vv. 1—4. El gran <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> los hijos es obe<strong>de</strong>cer a sus padres. La obediencia compren<strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

reverencia interna y los actos externos, y en toda época <strong>la</strong> prosperidad ha acompañado a los que se<br />

distinguen por obe<strong>de</strong>cer a sus padres. —El <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> los padres. No seáis impacientes ni uséis<br />

severida<strong>de</strong>s irracionales. Tratad a vuestos hijos con pru<strong>de</strong>ncia y sabiduría; convencedlos en sus<br />

juicios y obrad en <strong>la</strong> razón <strong>de</strong> ellos. Criadlos bien; bajo <strong>la</strong> corrección apropiada y compasiva, y en el<br />

conocimiento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber que Dios exige. Este <strong>de</strong>ber es frecuentemente <strong>de</strong>scuidado hasta entre los que<br />

profesan el evangelio. Muchos ponen a sus hijos en contra <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión, pero esto no excusa <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>sobediencia <strong>de</strong> los hijos aunque <strong>la</strong>mentablemente pueda ocasionar<strong>la</strong>. Dios solo pue<strong>de</strong> cambiar el<br />

corazón, pero Él da su bendición a <strong>la</strong>s buenas lecciones y ejemplos <strong>de</strong> los padres, y respon<strong>de</strong> sus<br />

oraciones. Pero no <strong>de</strong>ben esperar <strong>la</strong> bendición <strong>de</strong> Dios los que tienen como afán principal que sus<br />

hijos sean ricos y realizados, sin importar lo que suceda con sus almas.

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