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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 16—19. Dios se manifestó Él mismo y su favor a Jacob cuando éste dormía. El Espíritu,<br />

como el viento, sop<strong>la</strong> cuando y don<strong>de</strong> quiere, y <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios, como el rocío no se retrasa para<br />

los hijos <strong>de</strong> los hombres. Jacob procuró superarse a partir <strong>de</strong> <strong>la</strong> visita que Dios le hizo. Doquiera<br />

estemos, en <strong>la</strong> ciudad o en el <strong>de</strong>sierto, en <strong>la</strong> casa o en el campo, en <strong>la</strong> tienda o en <strong>la</strong> calle, po<strong>de</strong>mos<br />

mantener nuestra re<strong>la</strong>ción con el Cielo, si no es así, es nuestra propia falta. Pero mientras más<br />

veamos <strong>de</strong> Dios, más causa tendremos para un santo temblor <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> Él.<br />

Vv. 20—22. En esta ocasión Jacob formuló un solemne voto. Obsérvese lo siguiente: —1. La fe<br />

<strong>de</strong> Jacob. Él confía que Dios estará con él y que le guardará; él confía en esto. —2. La mo<strong>de</strong>ración<br />

<strong>de</strong> Jacob en sus <strong>de</strong>seos. No pi<strong>de</strong> ropa suave ni carne exquisita. Si Dios nos da mucho, tenemos que<br />

estar agra<strong>de</strong>cidos y usarlo para Él; si nos da poco, tenemos que estar contentos y disfrutar<br />

alegremente <strong>de</strong> Él en lo poco. —3. La piedad <strong>de</strong> Jacob y su consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> Dios, que se ven en lo<br />

que <strong>de</strong>seó, que Dios estuviera con Él y le guardara. No tenemos que <strong>de</strong>sear más para que nos haga<br />

cómodos y felices. También su resolución es aferrarse al Señor como su Dios <strong>de</strong>l pacto. Cuando<br />

recibimos más que <strong>la</strong> gracia común <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>bemos abundar en gratitud para Él. El diezmo es una<br />

proporción a<strong>de</strong>cuada para consagrar a Dios y emplear<strong>la</strong> para Él aunque pue<strong>de</strong> ser más o menos,<br />

según Dios nos prospere, 1 Corintios xvi, 2. Entonces, ¡recor<strong>de</strong>mos nuestros Beteles, cómo estamos<br />

comprometidos por votos solemnes a rendirnos al Señor, para tomarlo por nuestro Dios y consagrar<br />

todo lo que tenemos y somos para su gloria!<br />

CAPÍTULO XXIX<br />

Versículos 1—8. Jacob llega al pozo <strong>de</strong> Harán. 9—14. Su encuentro con Raquel—Labán lo atien<strong>de</strong>.<br />

15—30. El contrato <strong>de</strong> Jacob por Raquel—El engaño <strong>de</strong> Labán. 31—35. Los hijos <strong>de</strong> Lea.<br />

Vv. 1—8. Jacob prosiguió alegre su viaje <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> dulce comunión que tuvo con Dios en Betel.<br />

La provi<strong>de</strong>ncia lo llevó al campo don<strong>de</strong> tenían que abrevar los rebaños <strong>de</strong> su tío. Lo que se dice <strong>de</strong>l<br />

cuidado <strong>de</strong> los pastores por sus ovejas pue<strong>de</strong> recordarnos <strong>la</strong> tierna preocupación que nuestro Señor<br />

Jesús, el gran Pastor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ovejas, tiene por su rebaño, <strong>la</strong> iglesia; pues Él es el buen Pastor que<br />

conoce a sus ovejas y a quien el<strong>la</strong>s conocen. La piedra <strong>de</strong> <strong>la</strong> boca <strong>de</strong>l pozo era para cerrarlo; el agua<br />

era escasa, no estaba ahí para que cualquiera <strong>la</strong> usara: pero los intereses particu<strong>la</strong>res no nos <strong>de</strong>ben<br />

impedir que nos ayu<strong>de</strong>mos unos a otros. Cuando se juntaban todos los pastores con sus rebaños,<br />

entonces, juntos, como buenos vecinos, abrevaban a sus rebaños. La ley <strong>de</strong> clemencia al hab<strong>la</strong>r tiene<br />

un po<strong>de</strong>r obligatorio, Proverbios xxxi, 26. Jacob fue bien educado con estos extranjeros y halló que<br />

ellos eran bien educados con él.<br />

Vv. 9—14. Vea aquí <strong>la</strong> humildad y <strong>la</strong>boriosidad <strong>de</strong> Raquel. Nadie tiene que avergonzarse <strong>de</strong>l<br />

trabajo honesto y útil, ni <strong>de</strong>be impedírselo <strong>la</strong> preferencia <strong>de</strong> alguien. Cuando Jacob comprendió que<br />

ésta era su parienta, estuvo muy dispuesto a servir<strong>la</strong>. —Labán, aunque no <strong>de</strong>l mejor humor, le dio <strong>la</strong><br />

bienvenida y se dio por satisfecho con el re<strong>la</strong>to que Jacob le hizo <strong>de</strong> sí mismo. Aunque evitemos<br />

estar neciamente dispuestos a creer todo lo se nos diga, <strong>de</strong>bemos tener cuidado <strong>de</strong> ser suspicaces en<br />

forma poco caritativa.<br />

Vv. 15—30. En el mes que Jacob se pasó como huésped, no estuvo ocioso. Don<strong>de</strong>quiera estemos<br />

es bueno ocuparnos en algo útil. Labán estaba <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> que Jacob siguiera con él. No se <strong>de</strong>be<br />

sacar ventaja <strong>de</strong> <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones con los subordinados; es nuestro <strong>de</strong>ber recompensarlos. —Jacob hizo<br />

saber a Labán el afecto que tenía por su hija Raquel. Careciendo <strong>de</strong> bienes mundanos con los cuales<br />

dotar<strong>la</strong>, promete siete años <strong>de</strong> servicio. El amor hace cortos y fáciles los servicios <strong>la</strong>rgos y difíciles;

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