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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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pesada para que <strong>la</strong> soporte un hombre. Que Dios nos ayu<strong>de</strong> a oír <strong>la</strong> advertencia, a ser rectos <strong>de</strong><br />

corazón, y a perseverar en sus caminos hasta el final.<br />

CAPÍTULO XXV<br />

Versículos 1—13. Amasías, rey <strong>de</strong> Judá. 14—16. Amasías adora los ídolos <strong>de</strong> Edom. 17—28. El<br />

abrupto <strong>de</strong>safío <strong>de</strong> Amasías.<br />

Vv. 1—13. Amasías no era enemigo <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión, sino un amigo frío e indiferente. Muchos hacen<br />

lo que es bueno, pero no con un corazón perfecto. La impetuosidad obra para arrepentimiento. Pero<br />

<strong>la</strong> obediencia <strong>de</strong> Amasías al mandamiento <strong>de</strong> Dios fue para su honra. La creencia firme en <strong>la</strong><br />

completa suficiencia <strong>de</strong> Dios para sostenernos en nuestro <strong>de</strong>ber y compensar toda pérdida y daño en<br />

que incurramos en su servicio, hará muy ligero su yugo y liviana su carga. Cuando somos l<strong>la</strong>mados a<br />

<strong>de</strong>jar cualquier cosa por Dios y por nuestra fe, <strong>de</strong>be satisfacernos que Dios sea capaz <strong>de</strong> darnos<br />

mucho más que esto. —Los pecadores convictos, que no tienen <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra fe, siempre objetan <strong>la</strong><br />

obediencia abnegada. Son como Amasías; dicen: pero, ¿qué, pues, se hará <strong>de</strong> los cien talentos? ¿Qué<br />

haremos si, por santificar el día <strong>de</strong> reposo, per<strong>de</strong>mos tan buenos clientes? ¿Qué haremos sin esta<br />

ganancia? ¿Qué haremos si per<strong>de</strong>mos <strong>la</strong> amistad <strong>de</strong>l mundo? Muchos preten<strong>de</strong>n aquietar sus<br />

conciencias con el pretexto <strong>de</strong> que son necesarias <strong>la</strong>s costumbres prohibidas. La respuesta, como<br />

aquí, es: el Señor es capaz <strong>de</strong> darte mucho más que esto. Él compensa aun en este mundo todo lo que<br />

se rin<strong>de</strong> a su causa.<br />

vv. 14—16. Adorar los dioses <strong>de</strong> los que Amasías había conquistado, que no podían ayudar ni a<br />

sus propios adoradores, fue el absurdo más gran<strong>de</strong>. Si los hombres consi<strong>de</strong>raran cuán incapaces <strong>de</strong><br />

socorrerles son todas esas cosas a <strong>la</strong>s que recurren cada vez que abandonan a Dios, no serían tan<br />

enemigos <strong>de</strong> sí mismos. La reprensión que Dios envió por medio <strong>de</strong> un profeta era muy justa para<br />

ser refutada, pero se le prohibió <strong>de</strong>cir una pa<strong>la</strong>bra más. El pecador seguro se regocija por haber<br />

silenciado a quienes los repren<strong>de</strong>n y contro<strong>la</strong>n, pero, ¿qué surge <strong>de</strong> eso? Los que son sordos al<br />

reproche maduran para su <strong>de</strong>strucción.<br />

Vv. 17—28. Nunca un príncipe orgulloso fue más mortificado que Amasías a manos <strong>de</strong> Joás, rey<br />

<strong>de</strong> Israel. La soberbia <strong>de</strong>l hombre le abate, Proverbios xxix, 23; se a<strong>de</strong><strong>la</strong>nta a su <strong>de</strong>strucción y<br />

merecidamente <strong>la</strong> acarrea. El que se enaltece será humil<strong>la</strong>do. El que entra apresuradamente en pleito,<br />

no sabe qué hacer al fin, <strong>de</strong>spués que su prójimo lo haya avergonzado, Proverbios xxv, 8. ¿Y qué<br />

somos cuando preten<strong>de</strong>mos establecer nuestra propia justicia o presumimos <strong>de</strong> justificarnos ante el<br />

Altísimo Dios, sino cardos <strong>de</strong>spreciables que se creen cedros majestuosos? ¿Y <strong>la</strong>s diversas<br />

tentaciones, toda corrupción, no son sino como una bestia salvaje <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto que pisoteará al<br />

jactancioso <strong>de</strong>sgraciado y hará polvo <strong>de</strong> sus altivas pretensiones? El orgullo <strong>de</strong>l hombre lo humil<strong>la</strong>rá;<br />

su ruina pue<strong>de</strong> fecharse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se alejó <strong>de</strong>l Señor.<br />

CAPÍTULO XXVI<br />

Versículos 1—15. Reinado bueno <strong>de</strong> Uzías en Judá. 16—23. Uzías intenta quemar incienso.

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