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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO XXIV<br />

Versículos 1—12. La impiedad a menudo no es castigada. 13—17. El malo odia <strong>la</strong> luz. 18—25.<br />

Juicios para el impío.<br />

Vv. 1—12. Job vuelve a hab<strong>la</strong>r sobre <strong>la</strong> prosperidad <strong>de</strong>l impío. Ya había <strong>de</strong>mostrado que muchos<br />

impíos y profanos viven cómodamente, capítulo xxi. Aquí seña<strong>la</strong> que muchos que viven <strong>de</strong>safiando<br />

abiertamente todas <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia, triunfan con <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s costumbres; y no los vemos que son<br />

l<strong>la</strong>mados a cuenta en este mundo. Destaca a los que hacen lo malo so pretexto <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley y <strong>la</strong><br />

autoridad, y a los <strong>la</strong>drones, aquellos que hacen el mal por <strong>la</strong> fuerza. Dice: ―pero Dios no hace caso a<br />

su oración‖, esto es, Él no envía <strong>de</strong> inmediato Sus juicios ni los hace ejemplos, y así manifiesta a<br />

todo el mundo <strong>la</strong> necedad <strong>de</strong> ellos. Pero el que obtiene riquezas, no por <strong>de</strong>recho, será un necio en su<br />

final, Jeremías xvii, 11.<br />

Vv. 13—17. Nótese a cuántos cuidados y dolores <strong>de</strong>ben someterse los impíos para lograr sus<br />

malos <strong>de</strong>signios; que esto avergüence nuestra negligencia y pereza al hacer el bien. Véase cuántos<br />

trabajos pasan los que hacen provisión para <strong>la</strong> carne, para dar gusto a sus lujurias: trabajos para<br />

llevar<strong>la</strong>s a cabo y, luego, para escon<strong>de</strong>r lo que terminará en muerte e infierno. La vergüenza vino con<br />

el pecado y <strong>la</strong> vergüenza eterna está al final <strong>de</strong>l camino. Véase <strong>la</strong> miseria <strong>de</strong> los pecadores; están<br />

expuestos a continuos temores: hasta ven su necedad; temen quedar al <strong>de</strong>scubierto ante los hombres,<br />

pero no temen al ojo <strong>de</strong> Dios, que siempre está sobre ellos: no temen hacer cosas que tienen miedo<br />

se sepa que ellos <strong>la</strong>s hacen.<br />

Vv. 18—25. A veces, cuan gradual es <strong>la</strong> corrupción, que silenciosa <strong>la</strong> partida <strong>de</strong> una persona<br />

ma<strong>la</strong>, cuánta su honra, y ¡cuánta <strong>la</strong> prontitud con que se olvidan todas sus cruelda<strong>de</strong>s y opresiones!<br />

Son arrancados como los otros hombres, como el segador corta y junta <strong>la</strong>s espigas <strong>de</strong> trigo a medida<br />

que le vienen a <strong>la</strong> mano. Con frecuencia habrá mucho que haga parecer que Job toma un enfoque<br />

errado <strong>de</strong> <strong>la</strong> Provi<strong>de</strong>ncia en este capítulo, pero <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra inspirada nos enseña que tales conceptos se<br />

forman por ignorancia a partir <strong>de</strong> opiniones parciales. La provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios en los asuntos <strong>de</strong> los<br />

hombres es en todo una provi<strong>de</strong>ncia justa y sabia. Apliquemos esto cada vez que el Señor nos<br />

pruebe. Él no pue<strong>de</strong> equivocarse. Las penas sin igual <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios, cuando estuvo en <strong>la</strong> tierra,<br />

<strong>de</strong>jan perpleja a <strong>la</strong> mente, a menos que se enfoquen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> vista. Pero cuando le<br />

contemp<strong>la</strong>mos como garante <strong>de</strong>l pecador, llevando <strong>la</strong> maldición, po<strong>de</strong>mos explicar por qué Él tuvo<br />

que soportar <strong>la</strong> ira <strong>de</strong>bida por el pecado, para que <strong>la</strong> justicia divina sea satisfecha y su pueblo sea<br />

salvo.<br />

CAPÍTULO XXV<br />

Bildad muestra que el hombre no pue<strong>de</strong> justificarse ante Dios.<br />

Bildad <strong>de</strong>ja el cuestionamiento acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> prosperidad <strong>de</strong> los impíos, pero muestra <strong>la</strong> distancia<br />

infinita que hay entre Dios y el hombre. Representa a Job algunas verda<strong>de</strong>s que éste había pasado<br />

por alto con <strong>de</strong>masía. La justicia y <strong>la</strong> santidad <strong>de</strong>l hombre en el mejor <strong>de</strong> los casos son nada en<br />

comparación con <strong>la</strong>s <strong>de</strong> Dios, Salmo lxxxix, 6. Como Dios es tan gran<strong>de</strong> y glorioso, ¿cómo pue<strong>de</strong> el<br />

hombre, culpable e impuro, comparecer ante Él? Tenemos que nacer <strong>de</strong> nuevo <strong>de</strong>l agua y <strong>de</strong>l<br />

Espíritu Santo, y ser <strong>la</strong>vados continuamente en <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> Cristo, esa Fuente abierta, Zacarías xiii,<br />

1. Debemos ser humil<strong>la</strong>dos porque somos criaturas contaminadas, culpables y ma<strong>la</strong>s,y tenemos que

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