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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—6. José presenta sus hermanos al faraón. 7—12. Jacob bendice al faraón. 13—26.<br />

Tratos <strong>de</strong> José con los egipcios durante el hambre. 27—31. La edad <strong>de</strong> Jacob—Su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ser<br />

enterrado en Canaán.<br />

Vv. 1—6. Aunque José era un gran hombre, especialmente en Egipto, él reconoció a sus hermanos.<br />

Que los ricos y gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo no pasen por alto ni <strong>de</strong>sprecien a los parientes pobres. Nuestro<br />

Señor Jesús no se avergüenza <strong>de</strong> l<strong>la</strong>marnos hermanos. Respondiendo a <strong>la</strong> pregunta <strong>de</strong>l faraón, ¿cuál<br />

es vuestro oficio? Ellos le dijeron que eran pastores, agregando que ellos venían a estar en <strong>la</strong> tierra<br />

por un tiempo, mientras durara el hambre en Canaán. El faraón ofreció emplearlos como pastores<br />

siempre y cuando fueran hombres activos. Cualquiera sea nuestro oficio o empleo, <strong>de</strong>bemos tratar <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>stacarnos en él y mostrarnos inteligentes y trabajadores.<br />

Vv. 7—12. Con <strong>la</strong> seriedad <strong>de</strong> <strong>la</strong> edad avanzada, <strong>la</strong> piedad <strong>de</strong>l creyente verda<strong>de</strong>ro y <strong>la</strong> autoridad<br />

<strong>de</strong> un patriarca y profeta, Jacob suplicó al Señor que otorgara una bendición al faraón. Actuó como<br />

hombre que no se avergüenza <strong>de</strong> su religión; y que expresa gratitud al benefactor suyo y <strong>de</strong> su<br />

familia. —Aquí tenemos una respuesta muy poco corriente a una pregunta muy común. Jacob l<strong>la</strong>ma<br />

peregrinaje a su vida; el paso <strong>de</strong> un forastero por un país extranjero, o patria pasajera a su propio<br />

país. No estaba cómodo en <strong>la</strong> tierra; su habitación, su herencia, sus tesoros estaban en el cielo.<br />

Cuenta su vida por días; hasta por días se cuenta <strong>la</strong> vida con celeridad y no estamos seguros <strong>de</strong> que<br />

continúe por un día más. Por tanto, contemos nuestros días. Sus días fueron pocos. Aunque había<br />

vivido ciento treinta años, parecían pocos días en comparación con los días <strong>de</strong> <strong>la</strong> eternidad y el<br />

estado eterno. Son malos; esto es verdad tocante al hombre. Vive pocos días y llenos <strong>de</strong> problemas;<br />

puesto que sus días son malos, es bueno que sean pocos. La vida <strong>de</strong> Jacob había estado llena <strong>de</strong> días<br />

malos. La vejez le llegó más pronto que a algunos <strong>de</strong> sus antepasados. Así como el joven no <strong>de</strong>be<br />

enorgullecerse <strong>de</strong> su fuerza o belleza, el viejo no <strong>de</strong>be enorgullecerse <strong>de</strong> su edad y <strong>de</strong> sus canas,<br />

aunque los <strong>de</strong>más <strong>la</strong>s reverencien con justicia; porque los que son consi<strong>de</strong>rados muy viejos no llegan<br />

a los años <strong>de</strong> los patriarcas. La cabeza b<strong>la</strong>nca sólo es corona <strong>de</strong> gloria, cuando se hal<strong>la</strong> en el camino<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia. Esa respuesta no podía <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> impresionar el corazón <strong>de</strong>l faraón recordándole que <strong>la</strong><br />

prosperidad y felicidad mundana no pue<strong>de</strong>n durar mucho y no bastan para satisfacer. Después <strong>de</strong> una<br />

vida <strong>de</strong> vanidad y vejaciones, el hombre va a <strong>la</strong> tumba, al igual <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un trono como <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una<br />

choza. Nada pue<strong>de</strong> hacernos felices sino <strong>la</strong> perspectiva <strong>de</strong> un hogar eterno en el cielo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

nuestro breve y agobiante peregrinaje sobre <strong>la</strong> tierra.<br />

Vv. 13—26. Habiéndose preocupado <strong>de</strong> Jacob y su familia, cuya misericordia fue especialmente<br />

concebida por <strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia en el progreso <strong>de</strong> José, se re<strong>la</strong>ta <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Egipto <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

ruina. No había pan y <strong>la</strong> gente estaba a punto <strong>de</strong> morir. Véase cómo <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>mos <strong>de</strong> <strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> Dios. Toda nuestra riqueza no nos libraría <strong>de</strong> pasar hambre si no lloviera por dos o tres años.<br />

Nótese hasta qué punto estamos a merced <strong>de</strong> Dios y mantengámonos siempre en su amor. También<br />

véase cuánto nos perjudicamos por nuestra propia falta <strong>de</strong> cuidado. Si todos los egipcios hubieran<br />

guardado trigo para ellos en los siete años <strong>de</strong> abundancia, no hubieran pasado estos aprietos; pero no<br />

consi<strong>de</strong>raron <strong>la</strong> advertencia. La p<strong>la</strong>ta y el oro no los iban a alimentar: ellos <strong>de</strong>bían tener trigo. Todo<br />

lo que el hombre tenga lo dará por su vida. —No po<strong>de</strong>mos juzgar esto según <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s mo<strong>de</strong>rnas. Es<br />

c<strong>la</strong>ro que los egipcios consi<strong>de</strong>raron a José como benefactor público. El todo es coherente con el<br />

carácter <strong>de</strong> José, que actuó con temor <strong>de</strong> Dios entre el faraón y sus súbditos. Los egipcios confesaron<br />

tocante a José: Nos has salvado <strong>la</strong> vida. ¿Qué le dirán a Jesús <strong>la</strong>s multitu<strong>de</strong>s agra<strong>de</strong>cidas en el día<br />

postrero? ¡Has salvado nuestras almas <strong>de</strong> <strong>la</strong> más horrible <strong>de</strong>strucción, y en tiempo <strong>la</strong> angustia más<br />

extrema! Los egipcios se <strong>de</strong>shicieron <strong>de</strong> todas sus propieda<strong>de</strong>s y hasta <strong>de</strong> su libertad por salvar sus<br />

vidas: ¿pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong>masiado, entonces, que nosotros contemos todo como pérdida y lo <strong>de</strong>jemos en<br />

cuanto Él lo or<strong>de</strong>na y por amor a Él, que salva nuestra alma y nos da cien veces tanto, aquí en este<br />

mundo? Ciertamente si somos salvados por Cristo <strong>de</strong>bemos estar dispuestos a ser Sus siervos.

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