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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 1—4. Apresúrate a mí. Quienes saben valorar <strong>la</strong> presencia graciosa <strong>de</strong> Dios, serán más<br />

fervientes en sus oraciones. Cuando <strong>la</strong>s oraciones se presentan a través <strong>de</strong>l sacrificio y <strong>la</strong> intercesión<br />

<strong>de</strong>l Salvador, ellos serán tan aceptables a Dios como lo eran los sacrificios diarios y <strong>la</strong> quema <strong>de</strong><br />

incienso. La oración es un sacrificio espiritual, es ofrendar el alma y sus mejores afectos. —Los<br />

hombres buenos conocen el mal <strong>de</strong> los pecados <strong>de</strong> <strong>la</strong> lengua. Cuando los enemigos provocan,<br />

estamos en peligro <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r impru<strong>de</strong>ntemente. Mientras vivamos en un mundo malo, y tengamos<br />

corazones tan malos, tenemos que orar para no ser arrastrados ni empujados a hacer nada<br />

pecaminoso. Los pecadores preten<strong>de</strong>n encontrar exquisiteces en el pecado, pero los que consi<strong>de</strong>ran<br />

cuán pronto el pecado se pone amargo, aborrecerán esas exquisiteces y rogarán a Dios que se <strong>la</strong>s<br />

saque <strong>de</strong> <strong>la</strong> vista, y por su gracia vuelva sus corazones contra el<strong>la</strong>s. Los hombres buenos oran contra<br />

<strong>la</strong> dulzura <strong>de</strong>l pecado.<br />

Vv. 5—10. Debemos estar preparados para acoger bien <strong>la</strong> reprimenda <strong>de</strong> nuestro Padre celestial<br />

y también el reproche <strong>de</strong> nuestros hermanos. No quebrará mi cabeza, si sólo ayuda a romper mi<br />

corazón: <strong>de</strong>bemos mostrar que lo tomamos bien. —Los que antes <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñaron <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios, se<br />

alegrarán <strong>de</strong> el<strong>la</strong> cuando estén afligidos, porque abre el oído a <strong>la</strong> instrucción. Cuando el mundo es<br />

amargo, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra es dulce. Elevemos nuestra oración a Dios. Pidámosle que nos rescate <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

trampas <strong>de</strong> Satanás y <strong>de</strong> todos los hacedores <strong>de</strong> iniquidad. —En pa<strong>la</strong>bras como <strong>la</strong>s <strong>de</strong> este salmo, oh<br />

Señor, rogamos que nuestras pobres oraciones establezcan en ti a nuestra única esperanza, nuestra<br />

única <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. Concé<strong>de</strong>nos tu gracia, para que estemos preparados para esta tarea, estando<br />

vestidos con tu justicia y teniendo todos los dones <strong>de</strong> tu Espíritu imp<strong>la</strong>ntados en nuestro corazón.<br />

SALMO CXLII<br />

El consuelo <strong>de</strong> David al orar.<br />

No pue<strong>de</strong> haber una situación tan inquietante o peligrosa en que <strong>la</strong> fe no reciba consuelo <strong>de</strong> Dios en<br />

oración. Somos muy dados a mostrarnos nuestros problemas a nosotros mismos, y repasarlos, lo cual<br />

no nos hace ningún servicio; pero mostrándoselos a Dios po<strong>de</strong>mos echar <strong>la</strong>s preocupaciones sobre<br />

Aquel que tiene cuidado <strong>de</strong> nosotros y, por tanto, recibir alivio. Tampoco <strong>de</strong>bemos permitir queja<br />

alguna a nosotros mismos o a los <strong>de</strong>más, que no podamos presentar a Dios. Cuando nuestro espíritu<br />

está abrumado por <strong>la</strong> angustia y muy <strong>de</strong>sanimado; cuando vemos <strong>la</strong>s trampas que nos tien<strong>de</strong>n en<br />

todos <strong>la</strong>dos, mientras andamos en su camino, po<strong>de</strong>mos reflexionar con consuelo que el Señor conoce<br />

nuestro sen<strong>de</strong>ro. —Quienes sinceramente toman al Señor como su Dios, lo encuentran todo<br />

suficiente, como su Refugio y su porción: todo lo <strong>de</strong>más es refugio <strong>de</strong> mentiras y porción sin valor.<br />

—En esta situación, David ora fervientemente a Dios. Po<strong>de</strong>mos aplicarlo espiritualmente; <strong>la</strong>s almas<br />

<strong>de</strong> los creyentes suelen ser angustiadas por <strong>la</strong>s dudas y los temores. Entonces es <strong>de</strong>ber e interés <strong>de</strong><br />

ellos rogar a Dios que los ponga en libertad, para correr por el camino <strong>de</strong> sus mandamientos. El<br />

Señor libró así a David <strong>de</strong> sus po<strong>de</strong>rosos perseguidores, y lo trató con generosidad. Así, al Re<strong>de</strong>ntor<br />

crucificado lo levantó al trono <strong>de</strong> gloria y lo hizo Cabeza sobre todas <strong>la</strong>s cosas para su iglesia. Así, el<br />

pecador convicto c<strong>la</strong>ma socorro y es llevado a a<strong>la</strong>bar al Señor en <strong>la</strong> compañía <strong>de</strong> su pueblo redimido;<br />

y, así, todos los creyentes, en el <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo, serán librados <strong>de</strong> este mundo malo, <strong>de</strong>l pecado y <strong>la</strong><br />

muerte, y a<strong>la</strong>barán por siempre a su Salvador.<br />

SALMO CXLIII

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