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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO XI<br />

Versículos 1—11. Jabes <strong>de</strong> Ga<strong>la</strong>ad liberada. 12—15. Saúl confirmado en su reino.<br />

Vv. 1—11. El primer fruto <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Saúl fue el rescate <strong>de</strong> Jabes <strong>de</strong> Ga<strong>la</strong>ad <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> los<br />

amonitas. Para salvar <strong>la</strong> vida los hombres renuncian a su libertad y hasta consienten en que les<br />

arranquen los ojos; entonces, ¿no es sabiduría <strong>de</strong>jar el pecado que nos es tan querido como nuestro<br />

ojo <strong>de</strong>recho, antes que ser echado al fuego <strong>de</strong>l infierno? Véase <strong>la</strong> fe y confianza <strong>de</strong> Saúl y,<br />

cimentados en el<strong>la</strong>, su valor y resolución. Obsérvese a<strong>de</strong>más su actividad en este asunto. Cuando el<br />

Espíritu <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> sobre los hombres, los convierte en expertos, aunque no tengan<br />

experiencia. Cuando el celo por <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> Dios, y el amor por los hermanos impulsa a los hombres<br />

a esfuerzos serios, y cuando Dios se comp<strong>la</strong>ce en ayudar, rápidamente pue<strong>de</strong>n producirse gran<strong>de</strong>s<br />

efectos.<br />

Vv. 12—15. Ahora honraban a Saúl, a quien habían <strong>de</strong>spreciado; si <strong>de</strong> un enemigo se hace un<br />

amigo, es mayor ventaja que matarlo. —El una vez <strong>de</strong>spreciado Salvador será reconocido finalmente<br />

por todos como el Rey ungido por Jehová. Hasta ahora, en el trono <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia, Él recibe <strong>la</strong> sumisión<br />

<strong>de</strong> los rebel<strong>de</strong>s, y hasta interce<strong>de</strong> por ellos; pero <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su tribunal <strong>de</strong> justicia, Él<br />

con<strong>de</strong>nará a todos los que persisten en oponérsele.<br />

CAPÍTULO XII<br />

Versículos 1—5. Samuel atestigua <strong>de</strong> su integridad. 6—15. Samuel repren<strong>de</strong> al pueblo. 16—25.<br />

Truenos en <strong>la</strong> época <strong>de</strong> cosecha.<br />

Vv. 1—5. Samuel no sólo <strong>de</strong>speja <strong>la</strong>s dudas sobre su propio carácter, a<strong>de</strong>más sienta un prece<strong>de</strong>nte<br />

ejemp<strong>la</strong>r ante Saúl, y muestra al pueblo que han sido ingratos con Dios y con él mismo. Hay una<br />

<strong>de</strong>uda <strong>de</strong> justicia que todos los hombres tienen con su buen nombre, especialmente los hombres en<br />

puestos públicos, que consiste en resguardarlos contra culpa y sospechas injustas, para que terminen<br />

su carrera con honor y gozo. El haber vivido honestamente en nuestros puestos, será nuestro<br />

consuelo ante cualquier <strong>de</strong>saire y <strong>de</strong>sprecio que se nos pueda tirar encima.<br />

Vv. 6—15. La obra <strong>de</strong> los ministros es razonar con <strong>la</strong> gente, no sólo exhortar y dirigir sino<br />

persuadir, convencer el juicio <strong>de</strong> los hombres y, así, ganar sus voluntad y afecto. Samuel razona<br />

sobre los actos justos <strong>de</strong>l Señor. A los que siguen a Dios con fi<strong>de</strong>lidad, se les capacitará para que<br />

continúen siguiéndole. —La <strong>de</strong>sobediencia sería ciertamente <strong>la</strong> ruina <strong>de</strong> Israel. Erramos si pensamos<br />

que po<strong>de</strong>mos escapar <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Dios tratando <strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> su dominio. Aunque<br />

resolvemos que Dios no nos gobierne, <strong>de</strong> todos modos nos juzgará.<br />

Vv. 16—25. Dichas <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> Samuel, Dios envió truenos y lluvia en una época <strong>de</strong>l año en<br />

que en ese país, no ocurría tal cosa. Era para convencerlos que habían actuado inicuamente al pedir<br />

un rey; no sólo por su ocurrencia en una estación <strong>de</strong>sacostumbrada, en <strong>la</strong> cosecha <strong>de</strong>l trigo, y en un<br />

día c<strong>la</strong>ro, sino porque el profeta lo anunció. Mostró <strong>la</strong> necedad <strong>de</strong> ellos al <strong>de</strong>sear un rey para<br />

salvarlos antes que Dios, o Samuel; se habían prometido más <strong>de</strong> un brazo <strong>de</strong> carne que <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong><br />

Dios o <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> oración. ¿Podía su príncipe comandar fuerzas simi<strong>la</strong>res a <strong>la</strong>s que podía dirigir<br />

el profeta por sus oraciones? Los inquietó muchísimo. Algunos no logran ver sus pecados por<br />

métodos más suaves que <strong>la</strong>s tormentas y los truenos. Pidieron a Samuel que orara por ellos. Ahora

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