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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—8. Enfermedad y recuperación <strong>de</strong> Ezequías. 9—22. Su acción <strong>de</strong> gracias.<br />

Vv. 1—8. Cuando oramos en nuestra enfermedad, aunque Dios no nos man<strong>de</strong> una respuesta como <strong>la</strong><br />

que aquí envió a Ezequías, nos insta, por su Espíritu, a tener buen ánimo, nos asegura que nuestros<br />

pecados son perdonados y que, sea que vivamos o muramos, somos suyos, y no oramos en vano.<br />

Véase 2 Reyes xx, 1–11.<br />

Vv. 9—22. Tenemos aquí <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> gracias <strong>de</strong> Ezequías. Bueno es que recor<strong>de</strong>mos <strong>la</strong>s<br />

misericordias que recibimos en <strong>la</strong> enfermedad. Ezequías narra <strong>la</strong> condición en que estaba. Insiste en<br />

esto: No veré a JAH. El hombre bueno no <strong>de</strong>sea vivir para ningún otro fin que po<strong>de</strong>r servir a Dios y<br />

tener comunión con Él. —Nuestra resi<strong>de</strong>ncia presente es como <strong>la</strong> <strong>de</strong> un pastor en su choza,<br />

alojamiento pobre, bajo y frío, y con un encargo comisionado a nuestra cuenta, como lo tiene el<br />

pastor. —Nuestros días son comparados con <strong>la</strong> <strong>la</strong>nza<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l tejedor, Job vii, 6, pasa y repasa<br />

velozmente, y cada hilera <strong>de</strong>ja un hilo; y, cuando está terminada, se corta <strong>la</strong> pieza, se saca <strong>de</strong>l te<strong>la</strong>r y<br />

se muestra a nuestro Señor para ser juzgada. Cuando se corta <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l hombre bueno, se le cortan<br />

sus cuidados y fatigas, y reposa <strong>de</strong> sus <strong>la</strong>bores. Pero nuestros tiempos están en <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Dios; Él<br />

ha <strong>de</strong>signado cuál será el <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> <strong>la</strong> pieza. —Cuando estamos enfermos, somos muy buenos para<br />

calcu<strong>la</strong>r nuestro tiempo, pero aún tenemos incertidumbre. Debiéramos cuidar más cómo llegar a<br />

salvo al otro mundo. Mientras más saboreemos <strong>la</strong> paciencia amorosa <strong>de</strong> Dios más le amará nuestro<br />

corazón y vivirá para Él. Cristo libró con amor nuestras pobres almas perece<strong>de</strong>ras. El perdón no hace<br />

que el pecado <strong>de</strong>je <strong>de</strong> ser pecado, si no es castigado como merece. Agradable es pensar en nuestra<br />

recuperación <strong>de</strong> <strong>la</strong> enfermedad cuando <strong>la</strong>s vemos fluir <strong>de</strong>l perdón <strong>de</strong>l pecado. La oportunidad <strong>de</strong><br />

Ezequías para glorificar a Dios en este mundo, <strong>la</strong> convirtió en <strong>la</strong> actividad, p<strong>la</strong>cer y finalidad <strong>de</strong> su<br />

vida. Estando recuperado, resuelve abundar en a<strong>la</strong>banzas y servir a Dios. —Las promesas <strong>de</strong> Dios no<br />

son para quitar el uso <strong>de</strong> los medios, sino para vivificar y estimu<strong>la</strong>r su uso. La vida y <strong>la</strong> salud son<br />

dadas para que glorifiquemos a Dios y hagamos el bien.<br />

CAPÍTULO XXXIX<br />

Este capítulo es igual que 2 Reyes xx, 12–19.<br />

CAPÍTULO XL<br />

Versículos 1—11. La predicación <strong>de</strong>l evangelio y <strong>la</strong> buena nueva <strong>de</strong> <strong>la</strong> venida <strong>de</strong> Cristo. 12—17. El<br />

todopo<strong>de</strong>roso po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios. 18—26. La necedad <strong>de</strong> <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría. 27—31. Contra <strong>la</strong><br />

incredulidad.<br />

Vv. 1—11. Toda vida humana es una guerra; <strong>la</strong> vida cristiana lo es más; pero <strong>la</strong> lucha no durará<br />

siempre. Los problemas son quitados por amor cuando se perdona el pecado. En <strong>la</strong> gran expiación <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Cristo, Dios ejerció su misericordia para <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> su justicia. En Cristo y en sus<br />

sufrimientos, los verda<strong>de</strong>ros arrepentidos reciben <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano <strong>de</strong>l Señor el doble por todos sus<br />

pecados; porque <strong>la</strong> satisfacción hecha por Cristo en su muerte fue <strong>de</strong> valor infinito. —El profeta<br />

tiene alguna referencia al retorno <strong>de</strong> los judíos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Babilonia. Pero este es un suceso pequeño<br />

comparado con lo seña<strong>la</strong>do por el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, cuando Juan el Bautista<br />

proc<strong>la</strong>ma <strong>la</strong> cercanía <strong>de</strong> Cristo. Cuando los príncipes orientales marchaban por los países <strong>de</strong>sérticos,

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