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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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discípulos <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong>ben ser estimu<strong>la</strong>dos a darse a conocer mutuamente sus experiencias <strong>de</strong><br />

comunión con su Señor, y <strong>de</strong>ben contar a los <strong>de</strong>más lo que Dios ha hecho por sus almas.<br />

Vv. 9, 10. Las visitas <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios suelen hal<strong>la</strong>rnos en el camino <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber; y más será<br />

dado a los que usan lo que tienen para provecho <strong>de</strong>l prójimo. Esta entrevista con Cristo era<br />

inesperada, pero Cristo estaba cerca <strong>de</strong> ellos y aún está cerca <strong>de</strong> nosotros en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. El saludo<br />

hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> buena voluntad <strong>de</strong> Cristo para con el hombre, aun <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que entró a su estado <strong>de</strong><br />

exaltación. Es <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Cristo que su pueblo sea un pueblo alegre y jubiloso, y su resurrección<br />

da abundante material para el gozo. —No temáis. Cristo resucitó <strong>de</strong> entre los muertos para acal<strong>la</strong>r<br />

los temores <strong>de</strong> su pueblo y hay suficiente en ello para acal<strong>la</strong>rlos. Los discípulos lo habían<br />

abandonado, vergonzosamente en sus sufrimientos, pero para mostrar que pue<strong>de</strong> perdonar, y para<br />

enseñarnos a hacerlo así, los l<strong>la</strong>ma hermanos. A pesar <strong>de</strong> su majestad y pureza, y <strong>de</strong> nuestra bajeza e<br />

indignidad, Él aun con<strong>de</strong>scien<strong>de</strong> a l<strong>la</strong>mar sus hermanos a los creyentes.<br />

Vv. 11—15. ¡Qué maldad es <strong>la</strong> que los hombres no cometerán por amor al dinero! Aquí se dio<br />

mucho dinero a los soldados por <strong>de</strong>cir a sabiendas una mentira, pero muchos refunfuñan porque es<br />

poco el dinero por <strong>de</strong>cir lo que saben que es <strong>la</strong> verdad. Nunca <strong>de</strong>jemos morir una buena causa<br />

cuando vemos a los malos tan generosamente sostenidos. Los sacerdotes se <strong>de</strong>dicaron a protegerse<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> espada <strong>de</strong> Pi<strong>la</strong>to, pero no protegieron a los soldados <strong>de</strong> <strong>la</strong> espada <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Dios, que<br />

pen<strong>de</strong> sobre <strong>la</strong>s cabezas <strong>de</strong> quienes aman y hacen una mentira. Prometen más <strong>de</strong> lo que pue<strong>de</strong>n hacer<br />

los que tratan <strong>de</strong> sacar inerme a un hombre que comete pecado voluntario. —Pero esta falsedad se<br />

refuta a sí misma. Si todos los soldados hubieran estado dormidos, no hubieran podido saber lo que<br />

pasó. Si alguno hubiera estado <strong>de</strong>spierto, hubiera <strong>de</strong>spertado a los otros e impedido el robo; si<br />

hubieran estado dormidos, por cierto que nunca se hubieran atrevido a confesarlo; porque los<br />

gobernantes judíos hubieran sido los primeros en pedir su castigo. De nuevo, si hubiera habido algo<br />

<strong>de</strong> verdad en el informe, los dirigentes hubieran juzgado con severidad a los apóstoles por eso. El<br />

todo muestra que <strong>la</strong> historia era falsa por completo. No <strong>de</strong>bemos culpar <strong>de</strong> tales cosas a <strong>la</strong> <strong>de</strong>bilidad<br />

<strong>de</strong>l entendimiento, sino a <strong>la</strong> maldad <strong>de</strong>l corazón. Dios los <strong>de</strong>jó <strong>de</strong><strong>la</strong>tar su propio curso. —El gran<br />

argumento para probar que Cristo es el Hijo <strong>de</strong> Dios es su resurrección; y nadie podía dar pruebas<br />

más convincentes <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad que aquel<strong>la</strong> <strong>de</strong> los soldados; pero ellos aceptaron el soborno para<br />

impedir que otros creyeran. La evi<strong>de</strong>ncia más c<strong>la</strong>ra no afectará a los hombres, sin <strong>la</strong> obra <strong>de</strong>l Espíritu<br />

Santo.<br />

Vv. 16—20. Este evangelista pasa por alto otras apariciones <strong>de</strong> Cristo registradas por Lucas y<br />

Juan, y se apresura a re<strong>la</strong>tar <strong>la</strong> más solemne; una establecida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> su muerte, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

su resurrección. Todos los que miran al Señor Jesús con los ojos <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe, lo adorarán. Pero <strong>la</strong> fe <strong>de</strong>l<br />

sincero pue<strong>de</strong> ser muy débil e inestable. Pero Cristo dio pruebas tan convincentes <strong>de</strong> su resurrección,<br />

para hacer que su fe triunfara sobre <strong>la</strong>s dudas. Ahora encarga solemnemente a los apóstoles y a sus<br />

ministros que vayan a todas <strong>la</strong>s naciones. La salvación que iban a predicar es salvación común;<br />

quien <strong>la</strong> quiera, que venga y tome el beneficio; todos son bienvenidos a Cristo Jesús. —El<br />

cristianismo es <strong>la</strong> religión <strong>de</strong> un pecador que pi<strong>de</strong> salvación <strong>de</strong> <strong>la</strong> merecida ira y <strong>de</strong>l pecado; recurre<br />

a <strong>la</strong> misericordia <strong>de</strong>l Padre por medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> expiación hecha por el Hijo encarnado y por <strong>la</strong><br />

santificación <strong>de</strong>l Espíritu Santo, y se entrega a ser adorador y siervo <strong>de</strong> Dios, como Padre, Hijo y<br />

Espíritu Santo, tres Personas, pero un solo Dios, en todas sus or<strong>de</strong>nanzas y mandamientos. —El<br />

bautismo es una señal externa <strong>de</strong>l <strong>la</strong>vamiento interno o santificación <strong>de</strong>l Espíritu, que sel<strong>la</strong> y<br />

<strong>de</strong>muestra <strong>la</strong> justificación <strong>de</strong>l creyente. Examinémonos si realmente poseemos <strong>la</strong> gracia espiritual<br />

interna <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte al pecado y el nuevo nacimiento a <strong>la</strong> justicia, por los cuales los que eran hijos <strong>de</strong><br />

ira llegan a ser los hijos <strong>de</strong> Dios. —Los creyentes tendrán siempre <strong>la</strong> presencia constante <strong>de</strong> su<br />

Señor; todos los días, cada día. No hay día, ni hora <strong>de</strong>l día en que nuestro Señor Jesús no esté<br />

presente en sus iglesias y con sus ministros; si lo hubiera, en ese día, en esa hora, ellos serían

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