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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—5. Cristo ante Pi<strong>la</strong>to. 6—12. Cristo ante Hero<strong>de</strong>s. 13—25. Barrabás preferido a<br />

Cristo. 26—31. Cristo hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén. 32—43. La crucifixión.—El<br />

malhechor arrepentido. 44—49. La muerte <strong>de</strong> Cristo. 50—56. El entierro <strong>de</strong> Cristo.<br />

Vv. 1—5. Pi<strong>la</strong>to tenía bien c<strong>la</strong>ra <strong>la</strong> diferencia entre sus fuerzas armadas y los seguidores <strong>de</strong> nuestro<br />

Señor. Pero, en lugar <strong>de</strong> ab<strong>la</strong>ndarse por <strong>la</strong> <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ración <strong>de</strong> inocencia dada por Pi<strong>la</strong>to, y <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar<br />

si no estaban echándose encima <strong>la</strong> culpa <strong>de</strong> sangre inocente, los judíos se enojaron más. El Señor<br />

lleva sus <strong>de</strong>signios a un glorioso final, aun por medio <strong>de</strong> los que siguen <strong>la</strong>s invenciones <strong>de</strong> su propio<br />

corazón. Así, todos los partidos se unieron, como para probar <strong>la</strong> inocencia <strong>de</strong> Jesús, que era el<br />

sacrificio expiatorio por nuestros pecados.<br />

Vv. 6—12. Hero<strong>de</strong>s había oído muchas cosas <strong>de</strong> Jesús en Galilea y, por curiosidad, anhe<strong>la</strong>ba<br />

verlo. El mendigo más pobre que haya pedido un mi<strong>la</strong>gro para el alivio <strong>de</strong> su necesidad, nunca fue<br />

rechazado; pero este príncipe orgulloso, que pedía un mi<strong>la</strong>gro sólo para satisfacer su curiosidad, es<br />

rechazado. Podría haber visto a Cristo y sus prodigios en Galilea y no quiso; por tanto, se dice con<br />

justicia: Ahora que <strong>de</strong>sea ver<strong>la</strong>s, no <strong>la</strong>s verá. Hero<strong>de</strong>s mandó a Cristo <strong>de</strong> vuelta a Pi<strong>la</strong>to: <strong>la</strong>s<br />

amista<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los hombres impíos se forman a menudo <strong>de</strong> <strong>la</strong> unión en <strong>la</strong> maldad. En poco estaban <strong>de</strong><br />

acuerdo, salvo en <strong>la</strong> enemistad contra Dios, y el <strong>de</strong>sprecio por Cristo.<br />

Vv. 13—25. El temor al hombre mete a muchos en <strong>la</strong> trampa <strong>de</strong> hacer algo injusto aún contra su<br />

conciencia para no meterse en problemas. Pi<strong>la</strong>to <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra inocente a Jesús y tiene <strong>la</strong> intención <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>jarlo libre, pero, para comp<strong>la</strong>cer al pueblo, lo castiga como a malhechor. Si no halló falta en Él,<br />

¿por qué castigarlo? Pi<strong>la</strong>to se rindió a <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga; no tuvo el valor <strong>de</strong> ir contra una corriente tan fuerte.<br />

Dejó a Jesús librado a <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> ellos para ser crucificado.<br />

Vv. 26—31. Aquí tenemos al bendito Jesús, el Cor<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Dios, llevado como cor<strong>de</strong>ro al<br />

mata<strong>de</strong>ro, al sacrificio. Aunque muchos le reprocharon e insultaron, algunos lo compa<strong>de</strong>cieron, pero<br />

<strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Cristo fue su victoria y triunfo sobre sus enemigos: fue nuestra liberación, <strong>la</strong> compra <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> vida eterna para nosotros. Por tanto, no lloremos por Él sino por nuestros propios pecados, y los<br />

pecados <strong>de</strong> nuestros hijos, que causaron su muerte; y lloremos por temor a <strong>la</strong>s miserias que nos<br />

acarrearemos si tomamos su amor a <strong>la</strong> ligera, y rechazamos su gracia. Si Dios lo <strong>de</strong>jó librado a<br />

sufrimientos como estos, porque era sacrificio por el pecado, ¡qué hará con los pecadores mismos<br />

que se hicieron árbol seco, generación corrupta y ma<strong>la</strong> y buena para nada! Los amargos sufrimientos<br />

<strong>de</strong> nuestro Señor Jesús <strong>de</strong>ben hacernos estar sobrecogidos ante <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Dios. Los mejores<br />

santos, comparados con Cristo, son árboles secos; si Él sufrió, ¿por qué ellos tendrían <strong>la</strong> expectativa<br />

<strong>de</strong> no sufrir? ¡Cómo será, entonces, <strong>la</strong> con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> los pecadores! Hasta los sufrimientos <strong>de</strong><br />

Cristo predican terror a los transgresores obstinados.<br />

Vv. 32—43. Tan pronto como Cristo fue c<strong>la</strong>vado en <strong>la</strong> cruz, oró por los que lo crucificaron. Él<br />

murió para comprarnos y conseguirnos <strong>la</strong> gran cosa que es el perdón <strong>de</strong> pecados. Por esto oró. —<br />

Jesús fue crucificado entre dos <strong>la</strong>drones; en ellos se muestran los diferentes efectos que <strong>la</strong> cruz <strong>de</strong><br />

Cristo tiene sobre los hijos <strong>de</strong> los hombres por <strong>la</strong> predicación <strong>de</strong>l evangelio. Un malhechor se<br />

endureció hasta el fin. Ninguna aflicción cambiará <strong>de</strong> por sí un corazón endurecido. El otro se<br />

ab<strong>la</strong>ndó al fin: fue sacado como tizón <strong>de</strong> <strong>la</strong> hoguera y fue hecho monumento a <strong>la</strong> misericordia divina.<br />

Esto no estimu<strong>la</strong> a nadie a postergar el arrepentimiento hasta el lecho <strong>de</strong> muerte, o esperar hal<strong>la</strong>r<br />

entonces misericordia. Cierto es que el arrepentimiento verda<strong>de</strong>ro nunca es <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>, pero es<br />

tan cierto que el arrepentimiento tardío rara vez es verda<strong>de</strong>ro. Nadie pue<strong>de</strong> estar seguro <strong>de</strong> tener<br />

tiempo para arrepentirse en <strong>la</strong> muerte, pero nadie pue<strong>de</strong> tener <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong> tener <strong>la</strong>s ventajas que<br />

tuvo este <strong>la</strong>drón penitente. —Veremos que este caso es único si observamos los efectos nada<br />

comunes <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios en este hombre. Él reprochó al otro por reírse <strong>de</strong> Cristo. Reconoció que

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