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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO XVIII<br />

Versículos 1—6. La importancia <strong>de</strong> <strong>la</strong> humildad. 7—14. Advertencia contra <strong>la</strong>s ofensas. 15—20. La<br />

remoción <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ofensas. 21—35. Conducta para con los hermanos.—La parábo<strong>la</strong> <strong>de</strong>l siervo sin<br />

misericordia.<br />

Vv. 1—6. Cristo habló muchas pa<strong>la</strong>bras sobre sus sufrimientos, pero sólo una <strong>de</strong> su gloria; sin<br />

embargo, los discípulos se aferraron <strong>de</strong> esta y olvidaron <strong>la</strong>s otras. A muchos que les gusta oír y<br />

hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> privilegios y <strong>de</strong> gloria están dispuestos a sos<strong>la</strong>yar los pensamientos acerca <strong>de</strong> trabajos y<br />

problemas. Nuestro Señor puso ante ellos un niñito, asegurándoles con solemnidad que no podrían<br />

entrar en su reino si no eran convertidos y hechos como los pequeñuelos. Cuando los niños son muy<br />

pequeños no <strong>de</strong>sean <strong>la</strong> autoridad, no consi<strong>de</strong>ran <strong>la</strong>s distinciones externas, están libres <strong>de</strong> maldad, son<br />

enseñables y dispuestos a confiar en sus padres. Verdad es que pronto empiezan a mostrar otras<br />

disposiciones y a edad temprana se les enseñan otras i<strong>de</strong>as, pero son características <strong>de</strong> <strong>la</strong> infancia <strong>la</strong>s<br />

que los convierten en ejemplos a<strong>de</strong>cuados <strong>de</strong> <strong>la</strong> mente humil<strong>de</strong> <strong>de</strong> los cristianos verda<strong>de</strong>ros.<br />

Ciertamente necesitamos ser renovados diariamente en el espíritu <strong>de</strong> nuestra mente para que<br />

lleguemos a ser simples y humil<strong>de</strong>s como los pequeñuelos, y dispuestos a ser el menor <strong>de</strong> todos.<br />

Estudiemos diariamente este tema y examinemos nuestro espíritu.<br />

Vv. 7—14. Consi<strong>de</strong>rando <strong>la</strong> astucia y maldad <strong>de</strong> Satanás, y <strong>la</strong> <strong>de</strong>bilidad y <strong>de</strong>pravación <strong>de</strong> los<br />

corazones <strong>de</strong> los hombres, no es posible que no haya sino ofensas. Dios <strong>la</strong>s permite para fines sabios<br />

y santos, para que sean dados a conocer los que son sinceros y los que no lo son. Habiéndosenos<br />

dicho antes que habrá seductores, tentadores, perseguidores y malos ejemplos, permanezcamos <strong>de</strong><br />

guardia. Debemos apartarnos, tan lícitamente como podamos, <strong>de</strong> lo que pue<strong>de</strong> enredarnos en el<br />

pecado. Hay que evitar <strong>la</strong>s ocasiones externas <strong>de</strong> pecado. —Si vivimos conforme a <strong>la</strong> carne,<br />

<strong>de</strong>bemos morir. Si mortificamos, a través <strong>de</strong>l Espíritu, a <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne, viviremos. Cristo vino<br />

al mundo a salvar almas y tratará severamente a los que estorban el progreso <strong>de</strong> otros que están<br />

orientando su rostro al cielo. ¿Y, alguno <strong>de</strong> nosotros rehusará aten<strong>de</strong>r a los que el Hijo <strong>de</strong> Dios vino<br />

a buscar y salvar? Un padre cuida a todos sus hijos, pero es particu<strong>la</strong>rmente tierno con los pequeños.<br />

Vv. 15—20. Si alguien hace mal a un cristiano confeso, éste no <strong>de</strong>be quejarse a los <strong>de</strong>más, como<br />

suele hacerse, sino ir en forma privada a quien le ofendió, tratar el asunto con amabilidad, y<br />

repren<strong>de</strong>r su conducta. Esto tendrá en el cristiano verda<strong>de</strong>ro, por lo general, el efecto <strong>de</strong>seado y <strong>la</strong>s<br />

partes se reconciliarán. Los principios <strong>de</strong> estas reg<strong>la</strong>s pue<strong>de</strong>n practicarse en todas partes y en todas<br />

<strong>la</strong>s circunstancias, aunque son <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>scuidados por todos. ¡Cuán pocos son los que prueban el<br />

método que Cristo mandó expresamente a todos sus discípulos! —En todos nuestros procedimientos<br />

<strong>de</strong>bemos buscar <strong>la</strong> dirección orando; nunca podremos apreciar <strong>de</strong>masiado <strong>la</strong>s promesas <strong>de</strong> Dios. en<br />

cualquier tiempo o lugar que nos encontremos en el nombre <strong>de</strong> Cristo, <strong>de</strong>bemos consi<strong>de</strong>rar que Él<br />

está presente en medio nuestro.<br />

Vv. 21—35. Aunque vivamos totalmente <strong>de</strong> <strong>la</strong> misericordia y el perdón, nos <strong>de</strong>moramos para<br />

perdonar <strong>la</strong>s ofensas <strong>de</strong> nuestros hermanos. Esta parábo<strong>la</strong> seña<strong>la</strong> cuánta provocación ve Dios <strong>de</strong> su<br />

familia en <strong>la</strong> tierra y cuán indóciles somos sus siervos. —Hay tres cosas en <strong>la</strong> parábo<strong>la</strong>: —1. La<br />

maravillosa clemencia <strong>de</strong>l amo. La <strong>de</strong>uda <strong>de</strong>l pecado es tan enorme que no somos capaces <strong>de</strong><br />

pagar<strong>la</strong>. Véase aquí lo que merece todo pecado; esta es <strong>la</strong> paga <strong>de</strong>l pecado, ser vendido como<br />

esc<strong>la</strong>vo. Necedad <strong>de</strong> muchos que están fuertemente convictos <strong>de</strong> sus pecados es fantasear que<br />

pue<strong>de</strong>n dar satisfacción a Dios por el mal que le han hecho. —2. La severidad irracional <strong>de</strong>l siervo<br />

hacia su consiervo, a pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong> clemencia <strong>de</strong> su señor con él. No se trata <strong>de</strong> que nos tomemos a <strong>la</strong><br />

ligera hacerle mal a nuestro prójimo, puesto que también es pecado ante Dios, sino que no <strong>de</strong>bemos

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