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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 9—12. Se pi<strong>de</strong>n juicios <strong>de</strong>so<strong>la</strong>dores, y esta severa reprimenda <strong>de</strong> los reyes y maestros <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Iglesia judía es aplicable a otras épocas y lugares. Malo es que un pueblo tenga pastores que<br />

dormitan y que andan ansiosos en pos <strong>de</strong>l mundo. Oremos que el Gran Pastor nos man<strong>de</strong> pastores<br />

según su corazón que nos alimenten con conocimiento, para que podamos regocijarnos en su santo<br />

nombre y que nuevos creyentes sean sumados diariamente a <strong>la</strong> Iglesia.<br />

CAPÍTULO LVII<br />

Versículos 1, 2. La ben<strong>de</strong>cida muerte <strong>de</strong>l justo. 3—12. Ido<strong>la</strong>trías abominable <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación judía.<br />

13—21. Promesas para el contrito y humil<strong>la</strong>do.<br />

Vv. 1, 2. Los justos son librados <strong>de</strong>l aguijón <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, no <strong>de</strong> su ataque. El mundo <strong>de</strong>scuidado no<br />

consi<strong>de</strong>ra esto. Pocos lo <strong>la</strong>mentan como pérdida pública y muy pocos se fijan en ello como<br />

advertencia pública. Son llevados por compasión para que no vean el mal, ni lo compartan, ni sean<br />

tentados. El justo entra en <strong>la</strong> paz y el reposo cuando muere.<br />

Vv. 3—12. Aquí el Señor convoca a apóstatas e hipócritas para que comparezcan ante Él.<br />

Cuando fueron reprobados por sus pecados y amenazados con juicios, ridiculizaron <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong><br />

Dios. Los judíos eran culpables <strong>de</strong> ido<strong>la</strong>tría antes <strong>de</strong>l cautiverio; pero no <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esa aflicción. Su<br />

celo en <strong>la</strong> adoración <strong>de</strong> dioses falsos avergüenza nuestra indiferencia por adorar al Dios verda<strong>de</strong>ro.<br />

El servicio <strong>de</strong>l pecado es una esc<strong>la</strong>vitud miserable. Los que así se rebajan al infierno tendrán ahí en<br />

justicia su porción. —Los hombres se inclinan a una religión que inf<strong>la</strong>me sus impías pasiones. Son<br />

guiados a hacer el mal por gran<strong>de</strong> o vil que sea, si piensan que expiará los <strong>de</strong>litos o comprará<br />

indulgencia para alguna lujuria preferida. Esto explica <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría sea pagana, judía o anticristiana.<br />

Pero quienes insta<strong>la</strong>n cualquier cosa en el lugar <strong>de</strong> Dios como esperanza y confianza suyas, nunca<br />

llegarán a un buen fin. Los que abandonan el único camino recto vagan por caminos extraviados.<br />

Los p<strong>la</strong>ceres <strong>de</strong>l pecado cansan pronto, pero nunca satisfacen. Los que no se preocupan por <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> sus provi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>muestran no temer a Dios. El pecado no aprovecha: arruina<br />

y <strong>de</strong>struye.<br />

Vv. 13—21. Los ídolos y sus adoradores llegarán a nada, pero los que confían en <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong><br />

Dios serán llevados a disfrutar <strong>de</strong>l cielo. Con el Señor no hay principio <strong>de</strong> días ni fin <strong>de</strong> vida, ni<br />

cambio <strong>de</strong> tiempo. Su nombre es santo y todos <strong>de</strong>ben conocerlo como santo Dios. Tendrá tierno<br />

cuidado <strong>de</strong> quienes reflexionan en su condición y temen su ira. Hará su morada en aquellos cuyo<br />

corazón ha humil<strong>la</strong>do para vivificarlos y conso<strong>la</strong>rlos. Cuando los problemas duran mucho aun los<br />

hombres buenos son tentados a pensar mal <strong>de</strong> Dios. Por tanto, Él no conten<strong>de</strong>rá para siempre, porque<br />

no abandonará <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> sus manos ni <strong>de</strong>rrotará lo comprado por <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> Su Hijo. —La codicia<br />

es un pecado que pone en particu<strong>la</strong>r a los hombres bajo el <strong>de</strong>sagrado divino. Véase <strong>la</strong> pecaminosidad<br />

<strong>de</strong>l pecado. Véase también que los problemas no pue<strong>de</strong>n reformar a los hombres a menos que <strong>la</strong><br />

gracia <strong>de</strong> Dios obre en ellos. —Se publicará paz, <strong>la</strong> paz perfecta. Frutos <strong>de</strong> <strong>la</strong>bios que predican y<br />

oran. Cristo vino y predicó paz a los gentiles y a los judíos; a épocas futuras aún lejanas en el<br />

tiempo, y a los <strong>de</strong> su misma era. —Pero los impíos no quieren ser sanados por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios, por<br />

tanto no serán sanados por sus conso<strong>la</strong>ciones. Sus concupiscencias y pasiones sin gobierno los hacen<br />

como el mar tempestuoso. También, los temores <strong>de</strong> conciencia les turban sus goces. Dios lo dijo, y<br />

no pue<strong>de</strong> todo el mundo <strong>de</strong>s<strong>de</strong>cirlo: no hay paz para los que se permiten cualquier pecado. Si somos<br />

recuperados <strong>de</strong> un estado tan espantoso, es sólo por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios. La influencia <strong>de</strong>l Espíritu<br />

Santo y el nuevo corazón <strong>de</strong>l cual brota a<strong>la</strong>banza agra<strong>de</strong>cida, fruto <strong>de</strong> nuestros <strong>la</strong>bios, son su dádiva.<br />

La salvación, con todos sus frutos, esperanzas y consuelos es obra suya y toda <strong>la</strong> gloria le pertenece.

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