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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 1—11. Los hombres no llevar <strong>la</strong> culpa <strong>de</strong> sus padres, siempre que su vida no sea digna <strong>de</strong><br />

reproche. Dios había perdonado a Israel, por tanto, Jefté perdona. No hab<strong>la</strong> con confianza <strong>de</strong> su éxito<br />

sabiendo con cuánta justicia Dios podría <strong>de</strong>jar que prevalecieran los amonitas para prolongar el<br />

castigo <strong>de</strong> Israel. Tampoco hab<strong>la</strong> con confianza en sí mismo en lo absoluto. Si triunfa, es el Señor<br />

que los entrega en su mano; por eso recuerda a sus paisanos que miren a Dios como el dador <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

victoria. La misma pregunta se p<strong>la</strong>ntea a los que <strong>de</strong>sean <strong>la</strong> salvación en Cristo. Si Él te salva, ¿estás<br />

dispuesto a que Él te gobierne? Él no te salvará bajo ninguna otra condición. Si te hace feliz, ¿te hará<br />

santo? Si es tu ayudador, ¿será tu Cabeza?— Jefté estaba dispuesto a exponer su vida para obtener<br />

un poco <strong>de</strong> honra mundanal: ¿Nos <strong>de</strong>scorazonaremos nosotros en nuestra guerra cristiana por <strong>la</strong>s<br />

dificulta<strong>de</strong>s con que podamos encontrarnos, cuando Cristo ha prometido una corona <strong>de</strong> vida a los<br />

vencedores?<br />

Vv. 12—28. Un ejemplo <strong>de</strong>l honor y respeto que le <strong>de</strong>bemos a Dios, por ser nuestro Dios, es<br />

emplear correctamente lo que nos da como posesión. Recíbelo <strong>de</strong> Él, úsalo para Él y déjalo cuando<br />

Él te lo pida. Todo este mensaje muestra que Jefté conocía bien los libros <strong>de</strong> Moisés. Su argumento<br />

fue c<strong>la</strong>ro y su <strong>de</strong>manda, razonable. Quienes poseen <strong>la</strong> fe más valerosa son los más dispuestos a <strong>la</strong><br />

paz, y los más prontos para realizar progresos hacia su obtención; pero <strong>la</strong> rapacidad y <strong>la</strong> ambición a<br />

menudo escon<strong>de</strong>n sus propósitos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un alegato <strong>de</strong> equidad, y vuelven estériles a los esfuerzos<br />

pacificadores.<br />

Vv. 29—40. Hay varias lecciones importantes que apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l voto <strong>de</strong> Jefté. —1. Pue<strong>de</strong> haber<br />

vestigios <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconfianza y duda aun en los corazones <strong>de</strong> creyentes verda<strong>de</strong>ros y gran<strong>de</strong>s. —2.<br />

Nuestros votos a Dios no <strong>de</strong>ben ser <strong>la</strong> compra <strong>de</strong>l favor que <strong>de</strong>seamos, sino para expresarle nuestra<br />

gratitud. —3. Debemos estar bien <strong>de</strong>spiertos al hacer un voto, para no enredarnos. —4. Debemos<br />

cumplir lo que hayamos empeñado como voto solemne a Dios, si es posible y legal, aunque nos sea<br />

difícil y triste. —5. Correspon<strong>de</strong> bien que los hijos, obediente y alegremente, se sometan en el Señor<br />

a sus padres. —Duro es <strong>de</strong>cir lo que hizo Jefté para cumplir su voto, pero se piensa que no ofrendó a<br />

su hija en holocausto. Tal sacrificio hubiera sido una abominación para el Señor; se supone que <strong>la</strong><br />

obligó a permanecer soltera y apartada <strong>de</strong> su familia. Acerca <strong>de</strong> este y otros pasajes <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia<br />

sagrada, en que hombres doctos están divididos e inseguros, no tenemos que confundirnos; lo que es<br />

necesario para nuestra salvación está suficientemente c<strong>la</strong>ro gracias a Dios. —Si el lector recuerda <strong>la</strong><br />

promesa <strong>de</strong> Cristo referida a <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong>l Espíritu Santo, y se pone bajo este Maestro celestial, el<br />

Espíritu Santo le guiará a toda <strong>la</strong> verdad en cada pasaje, en <strong>la</strong> medida que sea necesario enten<strong>de</strong>rlo.<br />

CAPÍTULO XII<br />

Versículos 1—7. Los <strong>de</strong> Efraín pelean con Jefté. 8—15. Ibzán, Elón y Abdón, jueces <strong>de</strong> Israel.<br />

Vv. 1—7. Los hombres <strong>de</strong> Efraín tuvieron <strong>la</strong> misma pelea con Jefté que con Ge<strong>de</strong>ón. El orgullo se<br />

hal<strong>la</strong>ba en el fondo <strong>de</strong> <strong>la</strong> disputa; so<strong>la</strong>mente por el orgullo hay contienda. Es malo poner nombres <strong>de</strong><br />

reproche a <strong>la</strong>s personas o países, como se hace corrientemente, en especial a los que que están en<br />

<strong>de</strong>sventaja evi<strong>de</strong>nte. A menudo ocasiona peleas que resultan tener ma<strong>la</strong>s consecuencias, como pasó<br />

aquí. Ninguna contienda es tan amarga como <strong>la</strong> <strong>de</strong> hermanos o rivales por el honor. ¡Cuánto<br />

necesitamos ve<strong>la</strong>r y orar por los malos temperamentos! ¡Que el Señor incline a todo su pueblo a ir en<br />

pos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas que sirven para <strong>la</strong> paz!<br />

Vv. 8—15. Aquí tenemos un re<strong>la</strong>to corto <strong>de</strong> tres jueces más <strong>de</strong> Israel. La vida más dichosa <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

personas y el estado más feliz <strong>de</strong> <strong>la</strong> sociedad es el que permite que acontezcan los sucesos menos

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