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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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antiguos. Enseñan mejor quienes emiten pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> su corazón, que hab<strong>la</strong>n <strong>de</strong> <strong>la</strong> experiencia <strong>de</strong><br />

cosas espirituales y divinas. —Un junco que crece en un lodazal, parece muy ver<strong>de</strong>, pero se marchita<br />

en terreno seco; esto representa <strong>la</strong> profesión <strong>de</strong>l hipócrita que se mantiene sólo en tiempos <strong>de</strong><br />

prosperidad. La te<strong>la</strong>raña, hi<strong>la</strong>da con gran <strong>de</strong>streza, pero que se barre fácilmente, representa <strong>la</strong>s<br />

pretensiones religiosas <strong>de</strong>l hombre cuando no tiene <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios en su corazón. Un profesante<br />

formal se ha<strong>la</strong>ga a sus propios ojos, no duda <strong>de</strong> su salvación, está seguro, y engaña al mundo con su<br />

vana confianza. —El florecimiento <strong>de</strong> un árbol, p<strong>la</strong>ntado en el jardín, cuyas raíces chocan con <strong>la</strong><br />

roca, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un tiempo se corta y se <strong>de</strong>secha, representa a los hombres malos que, cuando<br />

están más firmemente establecidos, son súbitamente <strong>de</strong>sechados y olvidados. Esta doctrina <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

vanidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> confianza <strong>de</strong>l hipócrita o <strong>de</strong> <strong>la</strong> prosperidad <strong>de</strong>l hombre malo, es sana, pero no era<br />

aplicable al caso <strong>de</strong> Job, si se confinaba al mundo presente.<br />

Vv. 20—22. Aquí Bildad le asegura a Job, que como era, así <strong>de</strong>bía comportarse; por tanto,<br />

concluye, que como se comportaba, así era. Dios no <strong>de</strong>sechará al hombre recto; pue<strong>de</strong> que sea<br />

<strong>de</strong>sechado por un tiempo, pero no será <strong>de</strong>sechado para siempre. El pecado trae ruina a <strong>la</strong>s personas y<br />

a <strong>la</strong>s familias. Pero alegar que Job era un hombre malo e impío, era injusto y nada caritativo. El error<br />

<strong>de</strong> estos razonamientos surge <strong>de</strong> que los amigos <strong>de</strong> Job no distinguían entre el presente estado <strong>de</strong><br />

prueba y disciplina, y el estado futuro <strong>de</strong>l juicio final. —Elijamos <strong>la</strong> porción, poseamos <strong>la</strong> confianza,<br />

llevemos <strong>la</strong> cruz y muramos <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> los justos, pero, mientras tanto, tengamos cuidado <strong>de</strong> no<br />

herir a los <strong>de</strong>más con juicios precipitados, ni afligirnos innecesariamente por <strong>la</strong>s opiniones <strong>de</strong><br />

nuestros congéneres.<br />

CAPÍTULO IX<br />

Versículos 1—13. Job reconoce <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Dios. 14—21. No se atreve a conten<strong>de</strong>r con Dios.<br />

22—24. Los hombres no <strong>de</strong>ben ser juzgados por <strong>la</strong>s condiciones externas. 25—35. Job se queja<br />

<strong>de</strong> los problemas.<br />

Vv. 1—13. Job <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra en esta respuesta que no duda <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Dios, al negar que es un<br />

hipócrita, porque, ¿cómo podría el hombre ser justo ante Dios? Ante Él se <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra culpable <strong>de</strong> más<br />

pecados que los que se pue<strong>de</strong>n contar; y si Dios contendiera con él enjuiciándolo, él no podría<br />

justificar ni siquiera uno <strong>de</strong> los mil<strong>la</strong>res <strong>de</strong> todos los pensamientos, pa<strong>la</strong>bras y acciones <strong>de</strong> su vida;<br />

por tanto, merece algo peor que todos sus sufrimientos actuales. —Cuando Job menciona <strong>la</strong><br />

sabiduría y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios, olvida sus quejas. No somos aptos para juzgar los procedimientos <strong>de</strong><br />

Dios, porque no sabemos qué hace ni qué concibe. Dios actúa con un po<strong>de</strong>r que ninguna criatura<br />

pue<strong>de</strong> resistir. Los que piensan que tienen fuerzas suficientes para ayudar a otros, no podrán<br />

ayudarse a sí mismos contra eso.<br />

Vv. 14—21. Job sigue siendo justo ante sus propios ojos, capítulo xxxii, 1, y esta respuesta,<br />

aunque establece el po<strong>de</strong>r y <strong>la</strong> majestad <strong>de</strong> Dios, implica que <strong>la</strong> cuestión entre el afligido y el Señor<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia es cuestión <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y no <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho; y así empezamos a <strong>de</strong>scubrir los malos<br />

frutos <strong>de</strong>l orgullo y <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> justicia propia. Job empieza a manifestar una disposición a<br />

con<strong>de</strong>nar a Dios, para justificarse él, por lo cual <strong>de</strong>spués es reprobado. Job sabía tanto <strong>de</strong> sí mismo<br />

que no se atrevía a enfrentar un juicio. Si <strong>de</strong>cimos que no tenemos pecados, no sólo nos engañamos a<br />

nosotros mismos, sino afrentamos a Dios, porque pecamos al <strong>de</strong>cir eso, y acusamos <strong>de</strong> mentirosa a <strong>la</strong><br />

Escritura. Pero Job reflexiona sobre <strong>la</strong> bondad y justicia <strong>de</strong> Dios, al <strong>de</strong>cir que su aflicción era sin<br />

causa.

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