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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Lo engañoso <strong>de</strong> los corazones <strong>de</strong> los pecadores se manifiesta en que navegan corriente abajo por los<br />

torrentes <strong>de</strong> los pecados <strong>de</strong> su propio tiempo, mientras se jactan <strong>de</strong> haberse opuesto a los pecados <strong>de</strong><br />

días anteriores. A veces pensamos que si nosotros hubiésemos vivido cuando Cristo estuvo en <strong>la</strong><br />

tierra, no lo hubiésemos <strong>de</strong>spreciado ni rechazado, como entonces hicieron los hombres; pero Cristo<br />

en su Espíritu, en su pa<strong>la</strong>bra, en sus ministros aún no es tratado mejor. Justo es que Dios entregue a<br />

<strong>la</strong> lujuria <strong>de</strong> sus corazones a éstos que se obstinan en satisfacerse a sí mismos. Cristo da a los<br />

hombres su carácter verda<strong>de</strong>ro.<br />

Vv. 34—39. Nuestro Señor <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra <strong>la</strong>s miserias que estaban por acarrearse a sí mismos los<br />

habitantes <strong>de</strong> Jerusalén, pero no se fija en los sufrimientos que Él iba a pasar. Una gallina que junta a<br />

sus pollos bajo sus a<strong>la</strong>s, es un emblema a<strong>de</strong>cuado <strong>de</strong>l tierno amor <strong>de</strong>l Salvador por aquellos que<br />

confían en Él, y su fiel cuidado por ellos. Él l<strong>la</strong>ma a los pecadores a que se refugien en su tierna<br />

protección, los mantiene a salvo, y los nutre para <strong>la</strong> vida eterna. —Aquí se anuncian <strong>la</strong> dispersión y<br />

<strong>la</strong> incredulidad presente <strong>de</strong> los judíos, y su futura conversión a Cristo. Jerusalén y sus hijos tenían<br />

gran parte <strong>de</strong> culpa y su castigo ha sido una señal. Pero no antes <strong>de</strong> mucho, <strong>la</strong> venganza merecida<br />

caerá sobre cada iglesia que es cristiana sólo <strong>de</strong> nombre. Mientras tanto, el Salvador está listo para<br />

recibir a todos los que vayan a Él. Nada hay entre los pecadores y <strong>la</strong> dicha eterna, sino su orgullo y<br />

su incrédu<strong>la</strong> falta <strong>de</strong> voluntad.<br />

CAPÍTULO XXIV<br />

Versículos 1—3. Cristo anuncia <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l templo. 4—28. Desastres previos a <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén. 29—41. Cristo anuncia otras señales y <strong>de</strong>sgracias <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong>l mundo.<br />

42—51. Exhortaciones a ve<strong>la</strong>r.<br />

Vv. 1—3. Cristo predice <strong>la</strong> total ruina y <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción futura <strong>de</strong>l templo. Una crédu<strong>la</strong> visión en fe <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> toda gloria mundanal, nos servirá para que evitemos admirar<strong>la</strong> y sobrevalorar<strong>la</strong>.<br />

El cuerpo más bello será pronto comida para los gusanos, y el edificio más magnífico, un montón <strong>de</strong><br />

escombros. ¿No ve estas cosas? Nos hará bien que <strong>la</strong>s miremos como viendo a través <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s y<br />

viendo el fin <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s. —Nuestro Señor, habiéndose ido con sus discípulos al Monte <strong>de</strong> los Olivos,<br />

puso ante ellos el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los tiempos en cuanto a los judíos, hasta <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén, y en<br />

cuanto a los hombres en general hasta el fin <strong>de</strong>l mundo.<br />

Vv. 4—28. Los discípulos preguntaron acerca <strong>de</strong> los tiempos, ¿Cuándo serán estas cosas? Cristo<br />

no les contestó eso, pero ellos también habían preguntado: ¿Cuál será <strong>la</strong> señal? Esta pregunta <strong>la</strong><br />

contestó plenamente. La profecía trata primero los acontecimientos próximos, <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong><br />

Jerusalén, el fin <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia y <strong>de</strong>l estado judíos, el l<strong>la</strong>mado a los gentiles, y el establecimiento <strong>de</strong>l<br />

reino <strong>de</strong> Cristo en el mundo; pero también mira al juicio general; y al cercano, apunta más en <strong>de</strong>talle<br />

a este último. Lo que dijo aquí Cristo a sus discípulos, tendía más a fomentar <strong>la</strong> caute<strong>la</strong> que a<br />

satisfacer su curiosidad; más a prepararlos para los acontecimientos que suce<strong>de</strong>rían que a darles una<br />

i<strong>de</strong>a c<strong>la</strong>ra <strong>de</strong> los hechos. Este es el buen entendimiento <strong>de</strong> los tiempos que todos <strong>de</strong>bemos codiciar,<br />

para <strong>de</strong> eso inferir lo que Israel <strong>de</strong>be hacer. —Nuestro Salvador advierte a sus discípulos que estén<br />

en guardia contra los falsos maestros. Anuncia guerras y gran<strong>de</strong>s conmociones entre <strong>la</strong>s naciones.<br />

Des<strong>de</strong> el tiempo en que los judíos rechazaron a Cristo y Él <strong>de</strong>jó su casa <strong>de</strong>so<strong>la</strong>da, <strong>la</strong> espada nunca se<br />

ha apartado <strong>de</strong> ellos. Véase lo que pasa por rechazar el evangelio. A los que no oigan a los<br />

mensajeros <strong>de</strong> <strong>la</strong> paz, se les hará oír a los mensajeros <strong>de</strong> <strong>la</strong> guerra. Pero don<strong>de</strong> esté puesto el corazón,<br />

confiando en Dios, se mantiene en paz y no se asusta. Contrario a <strong>la</strong> mente <strong>de</strong> Cristo es que su<br />

pueblo tenga corazones perturbados aun en tiempos turbulentos. —Cuando miramos a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte a <strong>la</strong>

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