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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—5. ¡La fe, el amor y <strong>la</strong> paciencia <strong>de</strong> los tesalonisenses son señales evi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> su<br />

elección, <strong>la</strong> cual se manifiesta en el po<strong>de</strong>r con que el evangelio vino a ellos! 6—10. Sus efectos<br />

po<strong>de</strong>rosos y ejemp<strong>la</strong>res en sus corazones y vidas.<br />

Vv. 1—5. Como todo lo bueno viene <strong>de</strong> Dios no pue<strong>de</strong> esperarse nada bueno para los pecadores sino<br />

<strong>de</strong> Dios en Cristo. El mejor bien pue<strong>de</strong> esperarse <strong>de</strong> Dios, como Padre nuestro, por amor <strong>de</strong> Cristo.<br />

Debemos orar no sólo por nosotros mismos, sino también por el prójimo, recordándolo sin cesar.<br />

Don<strong>de</strong>quiera que hay una fe verda<strong>de</strong>ra, obra afectando el corazón y <strong>la</strong> vida. La fe obra en amor: se<br />

<strong>de</strong>muestra en amor a Dios y amor a nuestro prójimo. Don<strong>de</strong>quiera que haya una esperanza <strong>de</strong> vida<br />

eterna bien fundada, se verá por el ejercicio <strong>de</strong> <strong>la</strong> paciencia; y es señal <strong>de</strong> sinceridad, cuando en todo<br />

lo que hacemos procuramos ser aprobados por Dios. Por esto po<strong>de</strong>mos conocer nuestra elección si<br />

no sólo hab<strong>la</strong>mos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> Dios con nuestros <strong>la</strong>bios, sino sentimos su po<strong>de</strong>r en nuestros<br />

corazones, mortificando nuestras concupiscencias, apartándonos <strong>de</strong>l mundo, y elevándonos a <strong>la</strong>s<br />

cosas celestiales. A menos que el Espíritu <strong>de</strong> Dios venga, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios se nos volverá letra<br />

muerta. Así <strong>la</strong> recibieron por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Espíritu Santo. Ellos estaban plenamente convencidos <strong>de</strong><br />

su verdad como para no ser perturbados en su mente por objeciones y dudas, y estaban dispuestos a<br />

<strong>de</strong>jar todo por Cristo, y a arriesgar sus almas y su estado eterno en <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>l<br />

evangelio.<br />

Vv. 6—10. Cuando personas <strong>de</strong>scuidadas, ignorantes e indolentes son apartadas <strong>de</strong> sus esfuerzos<br />

y conexiones carnales, para creer en el Señor Jesús y obe<strong>de</strong>cerle, para vivir con sobriedad, rectitud y<br />

piedad, los hechos hab<strong>la</strong>n por sí mismos. —Los creyentes <strong>de</strong>l Antiguo Testamento esperaban <strong>la</strong><br />

venida <strong>de</strong>l Mesías y los creyentes esperan ahora su segunda venida. Él tiene que venir aún. Dios le<br />

levantó <strong>de</strong> entre los muertos, lo cual es <strong>la</strong> plena seguridad para todos los hombres <strong>de</strong> que Él vendrá a<br />

juzgar. Él vino a adquirir <strong>la</strong> salvación, y cuando vuelva otra vez, traerá salvación consigo, liberación<br />

plena y <strong>de</strong>finitiva <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira veni<strong>de</strong>ra. Todos, sin <strong>de</strong>mora, <strong>de</strong>ben huir <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira veni<strong>de</strong>ra y buscar<br />

refugio en Cristo y su salvación.<br />

CAPÍTULO II<br />

Versículos 1—12. El apóstol recuerda su predicación y conducta a los tesalonicenses. 13—16. Ellos<br />

recibieron el evangelio como <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios. 17—20. Su gozo por cuenta <strong>de</strong> ellos.<br />

Vv. 1—6. El apóstol no tenía motivación mundana para predicar. Sufrir en una buena causa <strong>de</strong>be<br />

aguzar <strong>la</strong> santa resolución. El evangelio <strong>de</strong> Cristo encontró primero mucha resistencia y fue<br />

predicado con contención, con esfuerzo al predicar, y en contra <strong>de</strong> <strong>la</strong> oposición. Como el tema <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

exhortación <strong>de</strong>l apóstol era verda<strong>de</strong>ro y puro, su manera <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r era sin maldad. El evangelio <strong>de</strong><br />

Cristo está concebido para mortificar los afectos corruptos, y para que los hombres puedan ser<br />

llevados a someterse al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe. Debemos recibir nuestra recompensa <strong>de</strong> este Dios que prueba<br />

nuestros corazones. Las pruebas <strong>de</strong> <strong>la</strong> sinceridad <strong>de</strong>l apóstol era que él evitaba el ha<strong>la</strong>go y <strong>la</strong> codicia.<br />

Evitaba <strong>la</strong> ambición y <strong>la</strong> vanagloria.<br />

Vv. 7—12. La suavidad y <strong>la</strong> ternura dan mucho prestigio a <strong>la</strong> religión y están en armonía con el<br />

trato bondadoso <strong>de</strong> Dios con los pecadores en el evangelio y por el evangelio. Esta es <strong>la</strong> manera <strong>de</strong><br />

ganar gente. No sólo <strong>de</strong>bemos ser fieles a nuestra vocación cristiana sino a nuestros l<strong>la</strong>mados y<br />

re<strong>la</strong>ciones particu<strong>la</strong>res. Nuestro gran privilegio en el evangelio es que Dios nos ha l<strong>la</strong>mado a su reino<br />

y gloria. El gran <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>l evangelio es que an<strong>de</strong>mos en forma digna <strong>de</strong> Dios. Debemos vivir como

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