12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> <strong>11</strong>5<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

día, habría de disolverse, según la Constitución, su poder extinto.<br />

Convocamos a nuestros partidarios en casa de Raymond. A<br />

las cinco y media nos dirigimos al Parlamento. Idris se esforzaba<br />

por calmar a Perdita, pero la agitación de la pobre niña era<br />

tal que no lograba controlarse. Caminaba de un lado a otro de<br />

la sala, contemplaba con ojos desbocados a cualquiera que entrara,<br />

imaginando que tal vez le trajera la noticia de su condena.<br />

Para hacer justicia a mi dulce hermana, diré que no era por ella<br />

por quien agonizaba. Sólo ella sabía la importancia que Raymond<br />

otorgaba a su propio éxito. Fingía tanta alegría y esperanza,<br />

y las fingía tan bien, que nosotros no adivinábamos las<br />

secretas preocupaciones de su mente. A veces un temblor nervioso,<br />

una breve disonancia en la voz, o cierta abstracción pasajera<br />

revelaban a Perdita la violencia que ejercía contra sí mismo.<br />

Pero nosotros, concentrados en nuestros planes, observábamos<br />

sólo su risa siempre presta, las bromas que nos dedicaba a la<br />

menor ocasión, la marea alta de su buen humor, que parecía no<br />

retirarse nunca. Perdita, en cambio, seguía a su lado cuando se<br />

retiraba. <strong>El</strong>la era testigo del cambio de humor que llegaba tras<br />

su hilaridad. Sabía que le costaba dormir, que se mostraba irritable...<br />

En una ocasión lo descubrió llorando. Desde entonces,<br />

desde que fue testigo de aquel llanto causado por su orgullo herido,<br />

un orgullo que sin embargo era incapaz de desterrar, las lágrimas<br />

de ella apenas dejaban de asomar a sus ojos. No era de<br />

extrañar, entonces, que sus sentimientos hubieran alcanzado<br />

aquellos extremos. Al menos yo trataba de explicarme así su estado<br />

de agitación. Pero eso no era todo, y el desenlace nos reveló<br />

otra causa.<br />

Antes de partir nos demoramos un poco para despedirnos de<br />

nuestras amadas niñas. Yo albergaba pocas esperanzas de éxito,<br />

y rogué a Idris que se ocupara de mi hermana. Al acercarme a<br />

Perdita, ella me tomó de la mano y me llevó a otra estancia de la<br />

casa. Allí se arrojó en mis brazos y lloró largo rato, amargamente.<br />

Yo traté de calmarla. Apelé a su esperanza. Le pregunté qué<br />

era aquello tan tremendo que temía, incluso en el caso de que fracasáramos<br />

en nuestros planes.<br />

<strong>11</strong>5

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!