12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 141<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

mente ni sus pliegues más recónditos. Así, un día llegó una carta<br />

inesperada y Perdita la abrió. De haber contenido la confirmación,<br />

ella habría quedado aniquilada. Pero la misiva no era tan<br />

explícita y ella, temblorosa, fría y pálida, fue en busca de Raymond,<br />

que se encontraba solo, estudiando unas peticiones presentadas<br />

últimamente al gobierno. Entró sin hacer ruido, se sentó<br />

en un sofá, frente a él, y lo observó con tal expresión de desesperación<br />

que los gritos más estridentes y los lamentos más descarnados<br />

habrían sido desvaídas demostraciones de dolor comparadas<br />

con la encarnación viva de éste que mostraba ella.<br />

En un primer momento, él no levantó la vista de los documentos.<br />

Pero cuando lo hizo, le asustó la zozobra dibujada en sus<br />

mejillas y, olvidando por un instante sus propios actos y temores,<br />

le preguntó, consternado:<br />

–¿Qué ocurre, querida? ¿Qué te sucede?<br />

–Nada –respondió ella al momento–. Aunque en realidad<br />

sí... –Pronunciaba sus palabras cada vez más atropelladamente–.<br />

Tienes secretos, Raymond. ¿Dónde has estado últimamente? ¿A<br />

quién has visto, qué me ocultas? ¿Por qué ya no gozo de tu confianza?<br />

Pero no es esto lo que... No pretendo acorralarte con preguntas.<br />

Una me basta... ¿Tan mala soy?<br />

Con mano temblorosa le alargó la carta y volvió a sentarse,<br />

pálida e inmóvil, observándolo mientras él la leía. Raymond reconoció<br />

al instante la letra de Evadne y se ruborizó. A gran velocidad<br />

imaginó el contenido de la carta. Ahora todo pendía de un<br />

hilo. La falsedad y el artificio eran minucias comparadas con su<br />

inminente ruina. Debía disipar de un plumazo las sospechas de<br />

Perdita o abandonarla para siempre.<br />

–Querida niña –dijo–, soy culpable, pero debes perdonarme.<br />

No debí iniciar este engaño, pero lo hice para ahorrarte sufrimientos,<br />

y cada día se me hacía más difícil alterar mi plan. Además,<br />

la infortunada autora de estas pocas líneas me inspiraba discreción.<br />

Perdita ahogó un grito.<br />

–¡Continúa! –exclamó–. ¡Continúa!<br />

–Eso es todo... esta carta lo dice todo. Me encuentro en la más<br />

difícil de las circunstancias. He obrado lo mejor que he sabido, y<br />

141

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!