12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 241<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

A Clara la miró con gesto torvo, pero no le habló. Cuando aparecí<br />

yo, apartó de mí su rostro, y en respuesta a mis preguntas se<br />

limitó a decir:<br />

–Sabes bien lo que has hecho.<br />

Quise creer que su laconismo se debía sólo a la batalla que libraba<br />

su decepción contra su afecto natural, y que en cuestión de<br />

días se reconciliaría con su destino.<br />

Al terminar la jornada, rogó a Clara que durmiera en otra cabina.<br />

Su criada, no obstante, permaneció con ella. Hacia la medianoche,<br />

Perdita le habló y le dijo que había tenido una pesadilla,<br />

tras lo que le rogó que fuera a ver a su hija y comprobara si<br />

dormía plácidamente. La mujer obedeció.<br />

La brisa, que había amainado con la puesta del sol, arreciaba<br />

de nuevo. Yo me hallaba en cubierta, disfrutando de nuestro rápido<br />

avance. <strong>El</strong> chapoteo de las aguas, que la quilla del barco separaba;<br />

el murmullo de las velas henchidas e inmóviles; el viento<br />

que soplaba entre las sogas, el rumor del motor, no lograban perturbar<br />

la quietud del momento. <strong>El</strong> mar, poco agitado, mostraba<br />

apenas alguna cresta blanca que se fundía pronto en el azul constante.<br />

Las nubes habían desaparecido y el éter oscuro se cernía<br />

sobre el vasto océano, en el que las constelaciones buscaban en<br />

vano su acostumbrado espejo. Nuestra velocidad debía rondar<br />

los ocho nudos.<br />

De pronto oí un chasquido en el agua. Los marineros de guardia<br />

se dirigieron a toda prisa a un costado del barco, al grito de<br />

«¡Hombre al agua!»<br />

–No ha sido desde cubierta –dijo el timonel–. Algo ha caído<br />

desde el camarote de popa.<br />

Más lejos, alguien pidió que se arriara el bote. Yo me dirigí corriendo<br />

al camarote de mi hermana. Estaba vacío.<br />

Con las velas contra el viento, los motores parados, el barco<br />

permaneció detenido a su pesar hasta que, tras una hora de búsqueda,<br />

la pobre Perdita fue devuelta a cubierta. Pero ningún cuidado<br />

bastó para reanimarla y ninguna medicina logró que volviera<br />

a abrir sus hermosos ojos, o que su sangre latiera de nuevo<br />

en su inmóvil corazón. En un puño cerrado sostenía un pedazo<br />

de papel en el que había escrito: «A Atenas». Para asegurar que<br />

241

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!