12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 249<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

La situación política de Inglaterra se complicaba ante la proximidad<br />

de la nueva elección del Protector. <strong>El</strong> acontecimiento<br />

suscitaba gran interés, pues se decía que si el candidato popular<br />

(Ryland), resultaba ganador, la abolición de los rangos hereditarios<br />

y demás vestigios del pasado se sometería a la consideración<br />

del Parlamento. Durante nuestra reunión de aquel día no se pronunció<br />

una palabra sobre ninguno de aquellos asuntos. Todo<br />

dependía de la elección del Protector y de las elecciones del año<br />

siguiente. Y sin embargo aquel silencio resultaba terrible y demostraba<br />

el gran peso que se atribuía a la cuestión, así como el<br />

temor de los partidos a lanzar un ataque prematuro y de que, una<br />

vez iniciado, la contienda resultara feroz.<br />

Pero aunque Saint Stephen no resonaba con la voz que llenaba<br />

todos los corazones, los periódicos no se ocupaban de nada<br />

más, y los corros privados las conversaciones, versaran sobre lo<br />

que versasen, no tardaban en converger sobre aquel aspecto central,<br />

mientras las voces se convertían en susurros y los interlocutores<br />

arrimaban más sus sillas. Los nobles no dudaban en expresar<br />

sus temores. <strong>El</strong> otro partido intentaba abordar la cuestión con<br />

ligereza.<br />

–Vergüenza debería sentir un país –afirmó Ryland– que se<br />

preocupa tanto por las palabras y la naderías. La cuestión es del<br />

todo fútil; se reduce a la pintura de los emblemas de los carruajes,<br />

al bordado de las levita de los lacayos.<br />

Y sin embargo, ¿podía Inglaterra realmente despojarse de sus<br />

arreos de nobleza y conformarse con el estilo democrático de<br />

América? ¿Debían el orgullo de los ancestros, el espíritu patricio,<br />

la gentil cortesía y las metas refinadas –atributos espléndidos del<br />

rango–, borrarse de nosotros? Nos decían que ello no sucedería,<br />

que éramos por naturaleza un pueblo poético, una nación fácilmente<br />

engañada por las palabras, dispuesta a organizar las nubes<br />

de forma esplendorosa, a conceder honores al polvo. Jamás perderíamos<br />

ese espíritu; y era para difundir ese espíritu concentrado<br />

en la cuna por lo que debía aprobarse la nueva ley. Se nos aseguraba<br />

que cuando el nombre y el título de inglés fuera la única<br />

patente de nobleza, todos seríamos nobles; que cuando ningún<br />

<strong>hombre</strong> nacido bajo el influjo inglés sintiera que otro era superior<br />

249

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!