12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 171<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

rácter débil, o carentes por completo de él, deshechos de alta<br />

cuna, deshonra de su país.<br />

–Permítanme instar a Adrian –exclamé– a que no acepte, y a<br />

que se una a mi intento de apartar a lord Raymond de este escenario<br />

y devolverlo a otras compañías.<br />

–Querido camarada –dijo Raymond–. Este no es momento ni<br />

lugar para pronunciar una lección de moral. Deberá bastarte<br />

mi palabra si te aseguro que mis diversiones y mis compañías no<br />

son tan malas como imaginas. Nosotros no somos hipócritas ni<br />

necios. En cuanto a los demás, «¿crees acaso que, por ser tú virtuoso,<br />

no ha de haber más pasteles ni cerveza?»*<br />

Aparté la vista de él, airado.<br />

–Verney –dijo Adrian–, te muestras muy cínico, siéntate. O no<br />

lo hagas, pues, como no eres un visitante asiduo, tal vez lord Raymond<br />

te complazca y, tal como habíamos acordado ya, nos<br />

acompañe al Parlamento. –Raymond lo miró fijamente; sólo veía<br />

bondad en sus dulces rasgos. Se volvió hacia mí, observando burlón<br />

mi gesto adusto y serio–. Vamos –prosiguió Adrian–. Me he<br />

comprometido por ti, así que permíteme cumplir mi palabra. Ven<br />

con nosotros.<br />

Raymond se revolvió en su silla, incomodado.<br />

–¡No iré! –fue su respuesta.<br />

Entretanto el grupo se había dispersado. Unos miraban las<br />

pinturas que colgaban de las paredes, otros se trasladaban a otros<br />

aposentos, sugerían una partida de billar... Uno a uno fueron desapareciendo.<br />

Raymond caminaba por la estancia de un lado a<br />

otro, enfurecido. Yo estaba dispuesto a soportar sus reproches y<br />

a devolvérselos. Adrian se apoyó en la pared.<br />

–Esto es del todo ridículo –exclamó–. Ni siendo colegiales podríais<br />

comportaros de modo más absurdo. No comprendéis<br />

–prosiguió– que esto forma parte de un sistema, de un plan de tiranía<br />

al que no me someteré nunca. ¿Acaso por ser el Protector<br />

de Inglaterra debo ser el único esclavo del imperio? ¿Mi privacidad<br />

ha de verse invadida? ¿Mis acciones censuradas, mis amigos<br />

insultados? Pero pienso librarme de todo esto. Vosotros seréis<br />

* Noche de Reyes, acto II, escena III, William Shakespeare. (N. del T.)<br />

171

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!