12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 274<br />

Mary Shelley<br />

nos ante el destino. ¿Cuáles son sus planes, señor Protector, para<br />

el bien del país?<br />

–Por el amor de Dios, Windsor –exclamó Ryland–. No se<br />

mofe de mí con ese título. La muerte y la enfermedad igualan a<br />

todos los <strong>hombre</strong>s. Ni pretendo proteger a nadie ni dirijo un hospital...<br />

que es en lo que pronto se convertirá Inglaterra.<br />

–¿Pretende entonces abandonar sus deberes en esta hora de<br />

peligro?<br />

–¿Deberes? Hable cabalmente, milord. Cuando sea un cadáver<br />

carcomido por la peste, ¿cuáles serán mis deberes? ¡Que cada<br />

palo aguante su vela! Que el diablo asuma el Protectorado, si<br />

asumiéndolo yo voy a ponerme en peligro.<br />

–¡Hombre débil de espíritu! –dijo Adrian, presa de la indignación–.<br />

Sus conciudadanos depositan su confianza en usted, y usted<br />

los traiciona.<br />

–¿Los traiciono? –inquirió Ryland–. Es la peste la que me traiciona<br />

a mí. ¿Débil de espíritu? Está bien. Usted, encerrado en su<br />

castillo, se jacta de no conocer el temor. Que asuma quien quiera<br />

el Protectorado. Yo renuncio a él ante Dios.<br />

–¡Y ante Dios –exclamó su contrincante con fervor– yo lo recibo!<br />

Nadie se postulará para el cargo en estas circunstancias,<br />

nadie envidiará el peligro que he de correr ni las tareas a las que<br />

voy a entregarme. Deposite su poder en mis manos. Largo tiempo<br />

he luchado con la muerte, y mucho (extendió una mano escuálida),<br />

mucho he sufrido en la batalla. No es huyendo del enemigo,<br />

sino enfrentándose a él, como podremos conquistarlo. Si<br />

ahora estoy a punto de iniciar mi <strong>último</strong> combate, si voy a perderlo,<br />

que así sea.<br />

»Pero Ryland, reconsidere su posición. Los <strong>hombre</strong>s, hasta<br />

ahora, lo han tenido por magnánimo y sabio. ¿Arrojará esos títulos<br />

por la borda? Piense en el pánico que causará su huida. Regrese<br />

a Londres. Yo le acompañaré. Aliente al pueblo con su mera<br />

presencia. Yo incurriré en el peligro. Vergüenza debería darle ser<br />

el primero en desatender sus deberes, siendo como es el primer<br />

mandatario del país.<br />

Entretanto el ánimo festivo había desaparecido por completo<br />

de los invitados que poblaban el jardín. Como las moscas a<br />

274

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!