12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 464<br />

Mary Shelley<br />

sencilla como era, se distinguía por su paciencia, su resignación y<br />

su dulzura. Aquellos dones, sumados a sus virtudes típicamente<br />

inglesas, ya no revivirían en nosotros, pues todo lo que en las<br />

campesinas de mi país era digno de admiración, quedaba sepultado<br />

bajo la tierra desolada de Francia. Perderla de vista para<br />

siempre fue como separarnos por segunda vez de nuestro país.<br />

La condesa de Windsor falleció asimismo durante nuestra estancia<br />

en Dijon. Una mañana me informaron de que deseaba<br />

verme, y sólo entonces caí en la cuenta de que llevaba varios días<br />

sin visitarla. Tal circunstancia había tenido lugar con frecuencia<br />

durante nuestro viaje, cuando yo quedaba algo rezagado para<br />

asistir a algún camarada desahuciado en sus <strong>último</strong>s momentos<br />

y el resto de la tropa me adelantaba. Pero algo en el tono del<br />

mensajero me llevó a sospechar que alguna cosa sucedía. A mi<br />

imaginación, caprichosa, le dio por temer que alguna desgracia<br />

se hubiera abatido sobre Clara o Evelyn, y no sobre la anciana<br />

dama. Nuestros miedos, siempre despiertos, exigían su alimento<br />

de horror. Y ya nos parecía demasiado natural, demasiado similar<br />

a lo que sucedía en los viejos tiempos, que un anciano muriera<br />

antes que un joven.<br />

Hallé a la venerable madre de mi Idris tendida en un sofá, corpulenta,<br />

demacrada, exangüe; el rostro ladeado, del que la nariz<br />

destacaba en pronunciado perfil, y sus ojos grandes, oscuros, vacíos<br />

y profundos, se iluminaban con la luz de una nube de tormenta<br />

al atardecer. Todo en ella, salvo aquellos dos luceros, se<br />

veía ajado y reseco. También se había operado un cambio siniestro<br />

en su voz, cuando me hablaba a intervalos.<br />

–Me temo –dijo– que es egoísta por mi parte haberte pedido<br />

que vuelvas a visitar a esta anciana antes de que muera. Y sin embargo<br />

tal vez te habría causado mayor sorpresa oír de pronto que<br />

había muerto sin haberme visto antes así.<br />

Le tomé la mano temblorosa.<br />

–¿De veras se siente tan enferma? –le pregunté.<br />

–¿No percibes la muerte en mi rostro? Es extraño. Debería haber<br />

esperado esto, pero confieso que me ha tomado por sorpresa.<br />

Jamás me aferré a la vida, ni la disfruté, hasta estos <strong>último</strong>s momentos,<br />

en que me hallo entre aquéllos a quienes tan insensata-<br />

464

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!