12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 509<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

así vagaba por la ciudad vacía fui pergeñando un plan para mis<br />

operaciones futuras. Proseguiría viaje hasta Roma. Tras asegurarme,<br />

mediante una búsqueda exhaustiva, de que no dejaba<br />

atrás seres humanos en las ciudades por las que pasara, en todas<br />

ellas, en algún lugar visible, escribiría con pintura blanca y en tres<br />

idiomas: «Verney, el <strong>último</strong> de la raza inglesa, habita en Roma».<br />

Para llevar a cabo mi plan entré en el taller de un pintor y me<br />

procuré pintura. Resulta curioso que una ocupación tan trivial<br />

me hubiera consolado hasta el punto de animarme. Pero la pena<br />

dota de fantasía la infantil desesperación. A esa inscripción simple<br />

sólo añadí: «Ven, amigo Te espero», Deh, vieni! ti aspetto!<br />

A la mañana siguiente, con algo parecido a la esperanza por<br />

compañera, salí de Forli camino de Roma. Hasta ese momento<br />

los dolorosos recuerdos y las expectativas siniestras me atenazaban<br />

cuando despertaba y me acunaban en mi reposo. En muchas<br />

ocasiones me había rendido a la tiranía de la angustia; muchas<br />

veces había decidido poner fin a mis desgracias. La muerte infligida<br />

con mis propias manos era un remedio, un remedio práctico<br />

que me daba consuelo. ¿Qué podía temer en el otro mundo? Si<br />

existía el infierno y yo era condenado a él, me convertiría en<br />

adepto del sufrimiento de sus torturas. La acción sería fácil y<br />

constituiría el rápido y cierto fin de mi deplorable tragedia. Pero<br />

ahora esos pensamientos se desvanecían antes las nuevas expectativas.<br />

Proseguí mi camino pero no como antes, cuando sentía<br />

que cada hora, cada minuto, era una era llena de incalculable<br />

dolor.<br />

Al avanzar por las llanuras, a los pies de los Apeninos, a través<br />

de sus valles, sobre sus cumbres desoladas, mi camino me llevaba<br />

por un país que había sido hollado por héroes, visitado y<br />

admirado por miles. Todos ello se habían retirado como una marea,<br />

dejándome a mí desnudo y solo en el centro. Pero, ¿por qué<br />

lamentarse? ¿Acaso no mantenía la esperanza? Así me aleccionaba,<br />

incluso después de que el ánimo me hubiera abandonado y<br />

me viera obligado a hacer acopio de toda la fortaleza posible, que<br />

no era mucha, para impedir el regreso de mi desesperación, caótica<br />

e intolerable, que había seguido al triste naufragio, en el que<br />

se consumó todo miedo, en el que se aniquiló toda alegría.<br />

509

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!