12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 147<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

Tras la escena descrita en las páginas precedentes, Perdita había<br />

asistido a un cambio radical en las maneras y la conducta de<br />

su esposo. <strong>El</strong>la esperaba volver a la libertad de comunicación y al<br />

afecto en su relación, un afecto que había constituido la delicia de<br />

su vida. Pero Raymond no se había unido a ella en sus advocaciones.<br />

Se ocupaba de sus asuntos cotidianos lejos de ella, se ausentaba<br />

de casa y ella no sabía adónde iba. <strong>El</strong> dolor infligido por<br />

aquella decepción era intenso y le daba tormento. <strong>El</strong>la lo veía<br />

como un sueño engañoso y trataba de apartarlo de su conciencia.<br />

Pero como la camisa de Neso,* se aferraba a su carne y ávidamente<br />

consumía su principio vital. Poseía aquello (aunque tal<br />

afirmación pueda parecer una paradoja) que pertenece sólo a<br />

unos pocos, la capacidad de ser feliz. Su delicada estructura y su<br />

imaginación creativa la hacían especialmente susceptible de sentir<br />

emociones placenteras. La calidez desbordante de su corazón,<br />

que convertía el amor en una planta de raíces profundas y majestuoso<br />

crecimiento, había dispuesto su alma toda para la recepción<br />

de la felicidad, y entonces había encontrado en Raymond<br />

todo lo que podía adornar el amor y satisfacer su imaginación.<br />

Pero si el sentimiento sobre el que se apoyaba el tejido de su existencia<br />

se volvía algo manido por culpa de la participación, de la<br />

interminable sucesión de atenciones y acciones benéficas depositadas<br />

en otros –el universo de amor de Raymond arrancado de<br />

ella–, entonces la felicidad se ausentaba de ella y se convertía en<br />

su contrario. Las mismas peculiaridades de su carácter convertían<br />

sus penas en agonías; su imaginación las magnificaba, su<br />

sensibilidad la dejaba siempre expuesta a la misma impresión renovada;<br />

el amor envenenaba el aguijón que se clavaba en el corazón.<br />

No había sumisión, paciencia ni entrega en su dolor. <strong>El</strong>la lo<br />

combatía, luchaba contra él, y con su resistencia volvía más duros<br />

los zarpazos. La idea de que él amaba a otra regresaba a ella<br />

* En Las metamorfosis de Ovidio, Heracles dispara al centauro Neso una flecha<br />

envenenada. Antes de morir, éste regala una camisa empapada con su sangre<br />

envenenada a Deyanira, esposa de Heracles. Cuando éste se la pone, la<br />

camisa se pega a su carne causándole un dolor intolerable y la muerte. Shakespeare<br />

usa esta imagen de ira y desesperación en Antonio y Cleopatra, acto IV,<br />

escena 12. (N. del T.)<br />

147

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!