12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 223<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

tiempo. Raymond me había pedido que regresara a mediodía.<br />

Era imposible concretar nada en tan corto intervalo. Debía permanecer<br />

allí hasta el día siguiente. O regresar tras haber informado<br />

del estado de las cosas al general. No me costó decidirme.<br />

La inquietud, el miedo por lo que estaba a punto de suceder, la<br />

duda sobre las intenciones de Raymond, me instaban a regresar<br />

sin demora a su cuartel general. Abandoné las Siete Torres y me<br />

dirigí al este, hacia las Dulces Aguas. Me desvié al llegar al monte<br />

antes mencionado, para divisar la ciudad desde lo alto. Llevaba<br />

conmigo el catalejo. La ciudad recibía el azote del sol del mediodía<br />

y las viejas murallas delimitaban su pintoresco perfil.<br />

Frente a mí, en la distancia, se alzaba Top Kapou, la puerta junto<br />

a la que Mehmet abrió la brecha que le permitió entrar en al<br />

ciudad. Cerca crecían unos árboles gigantescos y centenarios.<br />

Ante la puerta distinguí a varias figuras humanas en movimiento,<br />

y con gran curiosidad miré por el anteojo. Vi a lord Raymond<br />

montado a su caballo albardón. A su alrededor se había congregado<br />

una pequeña compañía de oficiales y tras él se distinguía un<br />

variopinto grupo de soldados y subalternos sin la menor disciplina<br />

y en posición de descanso. No sonaba ninguna música ni ondeaban<br />

estandartes. La única bandera la portaba Raymond, y<br />

con ella señalaba la puerta de la ciudad. <strong>El</strong> círculo congregado a<br />

su alrededor se retiró. Con gestos airados Raymond bajó del caballo<br />

y, tomando un hacha que colgaba de la silla, se dirigió a la<br />

puerta con aparente intención de derribarla. Unos pocos <strong>hombre</strong>s<br />

acudieron en su ayuda, y progresivamente su número aumentó.<br />

La unión de sus esfuerzos logró vencer el obstáculo, y la<br />

puerta, el peine y la reja fueron demolidas. Iluminado por el sol,<br />

el camino que conducía a la ciudad quedaba expedito frente a<br />

ellos. Los <strong>hombre</strong>s retrocedieron. Parecían asustados por lo que<br />

habían hecho, como si temieran que un Fantasma Poderoso se alzara,<br />

ofendido, majestuoso, ante la entrada. Raymond montó de<br />

un salto en su caballo, agarró el estandarte y, con palabras que yo<br />

no oía (aunque los gestos que las acompañaban eran enérgicos,<br />

apasionados), pareció invocar su ayuda y compañía. Pero a pesar<br />

de sus palabras, los <strong>hombre</strong>s seguían retrocediendo. Presa de la<br />

indignación, y con expresiones que yo suponía airadas y desde-<br />

223

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!