12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 162<br />

Mary Shelley<br />

nión de un todo que no tenía partes. Es de la despreocupación con<br />

que te has despojado del manto de divinidad con que a mis ojos<br />

te hallabas investido, y te has convertido en uno entre tantos. No<br />

sueñes siquiera con alterar esto. ¿Acaso no es el amor una divinidad,<br />

pues es inmortal? ¿Acaso no me veía yo santificada, incluso ante mí<br />

misma, porque este amor había escogido mi corazón por templo? Yo<br />

te he contemplado mientras dormías, me he emocionado hasta las lágrimas<br />

al pensar que todo lo que poseía yacía acurrucado en aquellos<br />

rasgos idealizados pero mortales que aparecían ante mí. E incluso<br />

entonces reprimía mis crecientes temores con una idea: no he de<br />

temer la muerte, pues las emociones que nos unen deben ser inmortales.<br />

Y ahora no temo la muerte. Cerraré con gusto los ojos y no volveré<br />

a abrirlos más. Más sí la temo, como siento temor de todo, pues<br />

en cualquier estado del ser encadenado a este recuerdo, la felicidad<br />

no ha de regresar. Incluso en el paraíso debo sentir que tu amor era<br />

menos duradero que los latidos mortales de mi frágil corazón, cuyos<br />

mazazos golpean con fuerza.<br />

162<br />

La nota fúnebre del amor<br />

bien enterrado, sin resurrección.*<br />

No, no, miserable de mí. ¡Para el amor extinto no hay resurrección!<br />

Y sin embargo te amo. Y sin embargo, y por siempre, contribuiré<br />

con todo lo que tengo para lograr tu bien. Por las habladurías.<br />

Por el bien de mi... de nuestra hija, me quedaría a tu lado,<br />

Raymond, compartiría tu suerte, formaría parte de tu consejo. ¿Ha<br />

de ser así? Ya no somos amantes, ni puedo considerarme amiga tuya<br />

ni de nadie pues, perdida como estoy, no tengo tiempo más que para<br />

mi desgracia. Pero me complacerá verte todos los días. Oír que la<br />

voz pública te alaba, ser testigo del amor paternal que prodigas a<br />

nuestra niña, oír tu voz, saber que me hallo cerca de ti, aunque ya<br />

no seas mío.<br />

Si deseas romper las cadenas que nos unen, dilo y así se hará. Yo<br />

cargaré con las culpas de la insensibilidad y la crueldad a ojos del<br />

mundo.<br />

Pero, como ya he dicho, hallaré placer, al menos por el momento,<br />

viviendo contigo bajo el mismo techo. Cuando la fiebre de mi ju-<br />

* Werner, o la herencia, acto III, escena III. Lord Byron. (N. del T.)

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!