12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 271<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

activa e industriosa, se entregaba a las labores agrícolas en sus terrenos.<br />

Cuando fue nombrado embajador del país en los Estados<br />

del Norte de América, se planteó durante un tiempo instalarse en<br />

el país, y llegó a realizar varios viajes hacia el oeste de aquel inmenso<br />

continente con el fin de escoger el lugar idóneo para establecerse.<br />

La ambición le apartó de aquellos planes, una ambición<br />

que, abriéndose paso a través de varios obstáculos y reveses, le<br />

había llevado al fin al colmo de sus esperanzas, convirtiéndolo en<br />

señor Protector de Inglaterra.<br />

Su expresión era dura pero denotaba inteligencia: la frente<br />

despejada, los ojos grises, despiertos, que parecían protegerse de<br />

sus propios planes y de la oposición de los enemigos. Hablaba con<br />

voz estentórea y agitaba mucho las manos durante las discusiones,<br />

como si con su gigantesco cuerpo quisiera advertir a sus interlocutores<br />

de que las palabras no eran sus únicas armas. Eran<br />

pocos los que habían descubierto cierta cobardía y una considerable<br />

falta de firmeza bajo aquel aspecto imponente. A nadie se le<br />

daba mejor que a él aplastar a un adversario más débil, del mismo<br />

modo que nadie era más capaz de ejecutar una rápida retirada<br />

ante un adversario poderoso. Ése había sido el secreto de su renuncia<br />

cuando se produjo la elección de lord Raymond. Aunque<br />

la mayoría los desconocía, aquellos defectos podían intuirse apenas<br />

en su mirada no siempre franca, en su afán exagerado por conocer<br />

las opiniones de los demás, en la poca firmeza de su letra.<br />

Ahora él era nuestro Protector. Se había entregado a una feroz<br />

campaña para alcanzar el cargo. Su Protectorado iba a distinguirse<br />

por la introducción de toda clase de renovaciones tocantes a la<br />

aristocracia. Pero había tenido que cambiar aquella tarea por otra<br />

muy distinta: la de enfrentarse a la ruina causada por las convulsiones<br />

de la naturaleza. Pero no contaba con ningún sistema coherente<br />

para abordar aquellos males y se limitaba a solicitar informe<br />

tras informe, sin decidirse a poner en práctica solución<br />

alguna hasta que todas ellas dejaban de resultar eficaces.<br />

Sin duda el Ryland que avanzaba hacia nosotros en ese instante<br />

se parecía muy poco al cazador de votos poderoso, irónico<br />

y en apariencia valeroso que aspiraba a ocupar la dignidad de<br />

primer mandatario entre los ingleses. Nuestro «roble autócto-<br />

271

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!