12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 418<br />

Mary Shelley<br />

Como un acantilado que, orientado al norte,<br />

está por todas partes batido por las olas durante el invierno,<br />

así también contra éste se abaten violentamente<br />

terribles desgracias que, acompañándole siempre,<br />

se rompen como olas,<br />

unas desde donde se pone el sol,<br />

otras desde donde se levanta.*<br />

Hacía falta algo más que energía humana para resistir las<br />

amenazas de destrucción que nos rodeaban por todas partes.<br />

Tras aquellos tres días la galerna se extinguió, la gaviota volvió<br />

a navegar sobre el pecho sereno de la atmósfera en calma y la<br />

última hoja amarilla de la rama más alta del roble permaneció inmóvil.<br />

<strong>El</strong> mar ya no se agitaba con furia, aunque aún se henchía<br />

a intervalos en su avance hacia la costa, y tras barrer la orilla<br />

rompía sordamente en la arena, olvidado ya el rugido constante<br />

de los días pasados. <strong>El</strong> cambio nos infundía esperanzas y no dudábamos<br />

de que, transcurridas algunas jornadas, el agua recobraría<br />

su tranquilidad. <strong>El</strong> atardecer del cuarto día vino a reforzar<br />

nuestra idea, pues el sol se puso en un cielo claro y dorado. Mientras<br />

contemplábamos el mar púrpura, radiante, más abajo nos<br />

sentimos atraídos por un espectáculo inédito: una mancha negra<br />

–que al acercarse resultó ser una barca– cabalgaba en lo alto de<br />

las olas, descendía a intervalos sus pronunciadas laderas y se perdía<br />

en sus valles . Seguimos su rumbo con inquietud y curiosidad,<br />

y al ver que, sin duda, se acercaba a nuestra costa, descendimos<br />

al único amarre practicable y plantamos una señal para indicárselo.<br />

Con ayuda de lentes distinguimos a la tripulación, formada<br />

por nueve <strong>hombre</strong>s, ingleses, que en realidad pertenecían a las<br />

dos divisiones de nuestra gente, las que nos habían precedido,<br />

que llevaban varias semanas en París. Como paisanos que no esperan<br />

encontrarse en un país lejano, recibimos a nuestros visitantes,<br />

a su llegada, con los brazos abiertos y grandes muestras de<br />

alegría. <strong>El</strong>los, por su parte, no parecían querer saludarnos con la<br />

misma calidez y estaban huraños y resentidos, tanto como el mar<br />

* Edipo en Colona, estásimo III, de Sófocles. (N. del T.)<br />

418

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!