12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 3<strong>28</strong><br />

Mary Shelley<br />

pero con la misma ternura, y feliz con la conciencia del consuelo<br />

que le brindaba, estrechaba en mis brazos a mi amada y trataba<br />

de apartar de su naturaleza sensible todo pensamiento doloroso,<br />

toda circunstancia adversa.<br />

A finales de ese verano tuvo lugar otro incidente. La condesa<br />

de Windsor, reina depuesta de Inglaterra, regresó de Alemania.<br />

Al iniciarse la época estival había abandonado una Viena desierta<br />

e, incapaz de entregar su mente a nada que se pareciera a la<br />

sumisión, pasó un tiempo en Hamburgo. Cuando al fin llegó a<br />

Londres, pasaron varias semanas hasta que se dignó informar<br />

a Adrian de su retorno. A pesar de su frialdad y de lo prolongado<br />

de su ausencia, nuestro amigo la recibió con calidez, demostrando<br />

con su afecto que pretendía restañar pasadas heridas<br />

de orgullo y tristeza. Pero ella demostraba una falta absoluta de<br />

comprensión. Idris, por su parte, sintió gran alegría al enterarse<br />

de la vuelta de su madre. Sus propios sentimientos maternales<br />

eran tan vivos que suponía que ella, en aquel mundo agonizante,<br />

se habría desprendido de su orgullo y altivez y recibiría con<br />

placer sus atenciones filiales. Sin embargo el primer indicio de<br />

que la majestad caída de Inglaterra no había cambiado llegó a<br />

través de una notificación formal en la que declaraba que no<br />

pensaba recibirme a mí. Consentía, eso sí, en perdonar a su hija<br />

y en reconocer a sus nietos, pero no debían esperarse mayores<br />

concesiones de ella.<br />

A mí su proceder me parecía (si se me permite un término tan<br />

ligero) extremadamente caprichoso. Ahora que la raza humana<br />

había perdido, de hecho, toda distinción o rango, aquel orgullo<br />

resultaba doblemente fatuo. Ahora que todos sentíamos un parentesco<br />

fraterno, natural, con todos los que llevaban impreso el<br />

sello de la humanidad, aquella airada reminiscencia de un pasado<br />

perdido para siempre parecía un gesto de locura. Idris se sentía<br />

demasiado poseída por sus propios temores como para enfadarse<br />

y apenas le dio importancia, pues le parecía que la causa de<br />

aquel rencor sostenido debía de ser la insensibilidad. Aquello no<br />

era del todo así, aunque era cierto que la determinación de aquella<br />

señora adoptaba las armas y el disfraz de un sentimiento endurecido,<br />

y que la dama altiva se negaba a mostrar en público el<br />

3<strong>28</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!