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018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

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<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 268<br />

Capítulo VI<br />

Me he demorado hasta ahora en otra orilla, en la desolada lengua<br />

de arena que se adentra en el arroyo de la vida tras coquetear<br />

apenas con la sombra de la muerte. Hasta ahora he mecido mi<br />

corazón en el recuerdo de la felicidad pasada, del tiempo de la esperanza.<br />

¿Por qué no seguir así? No soy inmortal, y el ovillo de<br />

mi historia podría seguir devanándose hasta trascender los límites<br />

de mi existencia. Pero no. <strong>El</strong> mismo sentimiento que me ha<br />

conducido a recrear escenas repletas de tiernas remembranzas<br />

me empuja ahora a apresurarme. <strong>El</strong> mismo anhelo de este corazón<br />

exhausto, que me ha llevado a poner por escrito mi juventud<br />

errante, mi serena edad adulta, las pasiones de mi alma, me disuade<br />

ahora de mayores demoras. Debo completar mi obra.<br />

Así, aquí me encuentro, como he dicho, junto a las aguas bravas<br />

de los años que fluyen y desaparecen. ¡Arriad las velas y remad<br />

con fuerza por congostos oscuros, empinados rápidos, hasta<br />

llegar al mar de desolación en que me hallo! Pero antes,<br />

todavía un instante, un breve intervalo antes de zarpar. Dejadme<br />

una vez más, una sola, imaginarme cómo era en 2094, en mi morada<br />

de Windsor. Dejadme cerrar los ojos e imaginar que las inmensas<br />

ramas de los robles todavía me cobijan en los alrededores<br />

del castillo. Que la mente recree el feliz escenario del 20 de<br />

junio tal como mi doliente corazón aún lo recuerda.<br />

Las circunstancias me habían llevado a Londres. Allí oí que a<br />

algunos hospitales de la ciudad habían acudido enfermos con síntomas<br />

de peste. Regresé a Windsor apesadumbrado. Accedí a Little<br />

Park, como era mi costumbre, por la puerta de Frogmore, camino<br />

del castillo. Gran parte de esas tierras se dedicaban ahora al<br />

cultivo, y aquí y allá surgían campos de patatas y maizales. Los<br />

grajos graznaban con estridencia sobre los árboles cercanos. En-<br />

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