12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-2 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>11</strong>:58 <strong>Página</strong> 273<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

Nos habíamos apartado un poco del resto de asistentes a la<br />

celebración y ahora subíamos por la escalinata de la terraza,<br />

camino del castillo. Nuestro cambio de humor intrigó a los que<br />

se hallaban más cerca de nosotros. Además, a través de los criados<br />

de Ryland no tardó en saberse que éste había escapado de<br />

la peste que ya afectaba a Londres. Los alegres invitados se dispersaron<br />

en corrillos susurrantes. <strong>El</strong> espíritu festivo desapareció<br />

al instante: la música cesó y los jóvenes abandonaron sus ocupaciones<br />

y se congregaron. <strong>El</strong> ánimo liviano que les había llevado<br />

a vestirse con disfraces, a decorar los tenderetes, a reunirse<br />

en grupos fantásticos, les parecía ahora un pecado, una<br />

provocación al destino horrible que había posado su mano temblorosa<br />

sobre la esperanza y la vida. La dicha de aquel día resultaba<br />

una burla sacrílega de las penas del <strong>hombre</strong>. Los extranjeros<br />

que vivían entre nosotros y que habían huido de sus<br />

países por culpa de la epidemia veían invadido su <strong>último</strong> refugio.<br />

<strong>El</strong> miedo los volvía locuaces, ante un auditorio ávido de<br />

noticias describían las desgracias que habían contemplado en<br />

las ciudades visitadas por la calamidad y se entregaban a detallados<br />

y horribles relatos sobre la naturaleza insidiosa e irremediable<br />

de la pestilencia.<br />

Entramos en el castillo. Idris se acercó a una ventana que miraba<br />

al parque. Con ojos maternales buscaba a nuestros hijos entre<br />

la multitud. Un muchacho italiano había congregado un corrillo<br />

a su alrededor y con gesto vehemente describía alguna<br />

escena espeluznante. Alfred permanecía inmóvil frente a él, absorto<br />

en sus palabras. <strong>El</strong> pequeño Evelyn había tratado de convencer<br />

a Clara para que se lo llevara a jugar a otra parte, pero la<br />

historia del italiano la fascinaba y, sin quitarle la vista de encima,<br />

cada vez se acercaba más a él. Bien observando a los invitados del<br />

jardín, bien sumidos en sus reflexiones, todos guardaban silencio.<br />

Ryland, solo, se apoyaba en una ventana; Adrian caminaba de un<br />

lado a otro rumiando alguna idea nueva y poderosa, hasta que se<br />

detuvo de pronto y dijo:<br />

–Llevo tiempo temiendo que sucediera esto. ¿Acaso cabía esperar<br />

que la isla se mantuviera al margen de la visita universal? <strong>El</strong><br />

mal ha venido a visitarnos a nuestra casa y no debemos arredrar-<br />

273

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!