12.05.2013 Views

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

018-El último hombre-1 28/11/07 13:59 Página 1 - Cermi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>018</strong>-<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong>-1 <strong>28</strong>/<strong>11</strong>/<strong>07</strong> <strong>13</strong>:<strong>59</strong> <strong>Página</strong> 225<br />

<strong>El</strong> <strong>último</strong> <strong>hombre</strong><br />

Pero cuando al fin logré mi propósito, descubrí que, intramuros,<br />

la ciudad se hallaba envuelta en llamas. La vía abierta por la que<br />

Raymond había entrado a caballo desaparecía tras el humo y el<br />

fuego. Transcurrido un intervalo, las explosiones cesaron, pero<br />

los incendios seguían ardiendo en distintas zonas. La cúpula de<br />

Santa Sofía había desaparecido. Y, extrañamente (tal vez como<br />

resultado de la presión ejercida en el aire por las explosiones),<br />

unas inmensas nubes blancas de tormenta aparecieron en el horizonte,<br />

por el sur, y avanzaron hasta situarse sobre nosotros. Eran<br />

las primeras que veía en meses, y en medio de tanta desolación y<br />

desesperanza su visión resultaba consoladora. <strong>El</strong> firmamento se<br />

oscureció y los nubarrones empezaron a iluminarse con relámpagos,<br />

seguidos al instante por ensordecedores truenos. Cayó entonces<br />

una lluvia intensa, y las llamas que asolaban la ciudad se<br />

plegaron bajo su azote, y el humo y el polvo que se elevaban sobre<br />

las ruinas se disiparon.<br />

Apenas hube constatado que las llamas menguaban, movido<br />

por un impulso irrefrenable, traté de penetrar en la ciudad. Sólo<br />

podía hacerlo a pie, pues las ruinas imposibilitaban el avance de<br />

los caballos. No conocía el lugar y sus caminos me eran nuevos.<br />

Las calles estaban bloqueadas, los edificios derruidos humeaban.<br />

Subí a lo alto de un montículo, que me permitió ver una sucesión<br />

de otros más. Nada me indicaba dónde podía hallarse el centro<br />

de la ciudad ni hacia qué punto podía haberse dirigido Raymond.<br />

La lluvia cesó. Las nubes se hundieron en el horizonte. Atardecía<br />

ya, y el sol descendía velozmente por poniente. Avancé un poco<br />

más, hasta que di con una calle en la que se alineaban casas de<br />

madera a medio incendiar, pues la lluvia había sofocado las llamas,<br />

pero que afortunadamente se habían librado de la pólvora.<br />

Ascendí por ella. Hasta ese momento no había encontrado el menor<br />

atisbo de presencia humana. Pero ninguna de las deformes figuras<br />

humanas que aparecían ahora ante mí podía pertenecer a<br />

Raymond. De modo que apartaba los ojos de ellas, profundamente<br />

turbado. Llegué a un espacio abierto con una inmensa<br />

montaña de cascotes en su centro, que indicaba que alguna gran<br />

mezquita había ocupado parte de su espacio. Esparcidos aquí y<br />

allá descubrí objetos de gran valor y lujo calcinados, destruidos,<br />

225

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!